Por Carlos Ríos
Pequeños y grandes hechos -guerras, crisis, desastres naturales, epidemias, olas migratorias- han moldeado el mundo a lo largo de la historia. Así sucedió en la primera mitad del siglo XX con las dos guerras mundiales. El siglo XXI nació con los atentados del 11 de septiembre de 2001. Desde entonces hemos tenido crisis globales, desastres naturales y una pandemia, y también guerras.
Hoy, 24 de febrero, se cumple un año de la invasión de Rusia a Ucrania. La orden de Vladimir Putin para que sus tanques crucen la frontera ucraniana dio inicio a un conflicto armado entre dos vecinos, pero que terminó involucrando a todo el mundo.
“Esta guerra no es ‘solo una cuestión europea’, ni se trata de ‘Occidente contra el resto’. Se trata del tipo de mundo en el que todos queremos vivir: nadie está a salvo en un mundo en el que el uso ilegal de la fuerza -por parte de una potencia nuclear y miembro permanente del Consejo de Seguridad- se ‘normalice’ de algún modo. Por eso el derecho internacional debe aplicarse en todas partes para proteger a todos de la política de poder, el chantaje y el ataque militar”. Esto escribía Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, en una columna publicada ayer jueves por El País.
Putin invadió Ucrania con un objetivo: reeditar el viejo imperio soviético, con un cinturón de repúblicas sumisas a modo de “patio trasero” que lo separe de Europa. El primer paso lo dio en 2014 con la anexión de la península ucraniana de Crimea.
El presidente ruso dice que está en una cruzada contra el nazismo. Nada más lejos de la verdad. Putin es lo más parecido a Hitler que hemos visto en los últimos años.
¿Cuándo terminará esta guerra? Cómo saberlo. Sí está claro que el mundo no será el mismo, como tampoco lo fue luego del 11/S o la pandemia del covid-19. La guerra en Ucrania lo está moldeando.
¿Cómo será ese nuevo orden ? Algunos analistas hablan de dos grandes bloques: uno liderado por Estados Unidos y otro por China -que viene a sustituir a la URSS en la versión siglo XXI de la guerra fría.
“Esta caótica recomposición es real, pero probablemente transitoria”, estima Pierre Razoux, de la Fundación Mediterránea de Estudios Estratégicos (FMES). “Mecánicamente, el final de la guerra verá un debilitamiento y un desgaste de Rusia y de Europa. Los dos grandes vencedores podrían ser Estados Unidos y China”, resume Razoux a la agencia AFP.
A diferencia de Estados Unidos que lidera la coalición que apoya a Ucrania, China mantiene como estrategia no jugarse abiertamente. Por un lado defiende la soberanía territorial de Ucrania, pero no condena la invasión. Tampoco se sumó a las sanciones económicas a Rusia.
“China ha desarrollado su relación con Rusia en base a intereses estratégicos. No va a profundizar más esos lazos para satisfacer a Rusia (como enviar armamento), pero tampoco los va a cortar para satisfacer a Occidente. Esa es la apuesta china”, comenta Yun Sun, del Stimson Center, al diario South China Morning Post, citada por la agencia EFE.
Por lo visto, en este nuevo orden no entra el resurgimiento del viejo imperio soviético. Por el contrario, la Rusia de Putin ha quedado aislada de la comunidad internacional. Las condenas aprobadas por la Asamblea General de la ONU así lo demuestran.
El continente europeo es el que más está sintiendo los efectos de la guerra, después de Ucrania y Rusia, claro.
La Unión Europea es parte central de la coalición que apoya a Ucrania, incluso con el envío de armas por primera vez.
La guerra ha acelerado en la UE el proceso para no depender del petróleo y del gas rusos. El bloque ya no importa petróleo a Rusia, y el gas que le compra pasó del 40% hace un año al 9% ahora.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) también ha adquirido otro rol, pese a que Ucrania no es uno de sus miembros, aún.
Finlandia, que tiene fronteras con Rusia, y Suecia han solicitado el ingreso a la OTAN, abandonando su política de neutralidad.
La invasión rusa a Ucrania ha puesto sobre el tapete “la realidad”, dice a EFE Rosa Balfour, directora del laboratorio de ideas Carnegie Europe, de que en materia de seguridad y defensa los europeos dependen de Estados Unidos, con lo que ahora “es menos relevante” la autonomía estratégica que la UE quiso impulsar, primero con la llegada al poder de Donald Trump y después con la pandemia.
Como Ucrania no es miembro de la OTAN, formalmente la Alianza Atlántica no está en guerra con Rusia. Eso no impide que apoye al país invadido. “Ucrania se está defendiendo, tenemos que entender que esto es una guerra de agresión”, argumenta el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

Amenaza nuclear
El apoyo de la OTAN a Ucrania tiene muy enojado a Putin, que cada vez que puede renueva la amenaza de usar arsenal nuclear.
“Este chantaje ha mostrado la verdadera cara de estas armas, que algunos creían que garantizaban la estabilidad pero en realidad son usadas como un arma más de Rusia para su guerra”, sostuvo Daniel Högsta, director ejecutivo de Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN), ganadora del Nobel de la Paz 2017
Rusia es el país con más ojivas nucleares en el mundo, más de 6.200, casi la mitad de las 13.000 que se calcula que poseen los nueve países con armas atómicas.
Estados Unidos, con al menos 5.500 ojivas nucleares, concentra junto a Rusia el 90% del armamento nuclear global, mientras que China posee unas 350, Francia 290, Reino Unido 225, Pakistán 165 e India 156, según la ICAN, que calculan que Israel puede tener unas 90 y Corea del Norte entre 40 y 50.
Ahora hay menos ojivas nucleares que en los tiempos de la URSS durante la Guerra Fría, pero las actuales son mucho más potentes, algunas 20 veces más que la de Hiroshima.
¿Llegaremos al extremo de usar arsenal nuclear ahora? Estudios realizados en 2019 por la universidad de Princeton, revelaron que una hipotética guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia causaría 91 millones de muertos tan solo en las primeras horas de conflicto.

El día después
Olvidémonos de las armas nucleares. Imaginemos que la guerra terminó. Vendrá la reconstrucción de Ucrania, y también la hora de rendir cuentas por los crímenes de guerra.
El drama humano en este primer año ha sido enorme: al menos 8 millones de refugiados repartidos por Europa y más de 8.000 civiles muertos -entre ellos casi 500 niños- por los ataques rusos. A esto hay que sumarle unos 6 millones de desplazados dentro de Ucrania.
Polonia fue el gran lugar de asilo para este éxodo ucraniano: 1,5 millones de refugiados.
En cuando a los crímenes de guerra, la ONU documenta por ahora al menos 441 asesinatos de civiles por parte del Ejército ruso en Ucrania (entre ellos 72 mujeres y 28 niños).

Paralelamente, otro informe de la Misión Independiente de la ONU ha descrito terribles crímenes cometidos por los invasores rusos que van desde violencia sexual contra niños y ancianos a torturas a detenidos con métodos que incluyeron palizas, descargas eléctricas y desnudez forzada.
Todavía no se definió cómo, pero la idea es llevar a los responsables ante un tribunal internacional.
Pese a los horrores de la guerra, Ucrania cumple un año de resistencia con el ánimo en alto. El 95% de los ucranianos cree en la victoria contra Rusia, según una encuesta realizada a principios de febrero por el instituto ucraniano Rating Group.
“No nos hemos derrumbado, nos hemos repuesto de muchas pruebas y triunfaremos. Haremos rendir cuentas a quienes trajeron este mal, esta guerra, a nuestra tierra”, afirmó este jueves el presidente ucraniano Volodimir Zelenski.