RENZO ROSSELLO
Uruguay definirá en breve su posición sobre la conformación del Estado Palestino. Una postura que puede incidir en el frágil Medio Oriente. Para Israel no es un asunto menor. Fue el primer país latinoamericano que reconoció el moderno Estado.
"Lograr la paz depende de la voluntad de ambas partes. Para que las negociaciones puedan tener éxito debe haber equivalencia de poder, y eso hasta ahora no ocurrió", argumentó hace pocos días el canciller Luis Almagro, al anunciar la toma de posición de Uruguay en sintonía con sus dos socios mayores del Mercosur.
Lo cierto es que cuando a mediados de diciembre Brasil y Argentina manifestaron su reconocimiento al Estado Palestino, pero en los límites previos a la Guerra de los Seis Días de 1967, la noticia fue un trago amargo para Israel.
De hecho, en el mismo momento de conocerse las declaraciones de Brasilia y Buenos Aires, los israelíes enfrentaban un fenómeno que rápidamente se convirtió en tragedia nacional: el incendio forestal más grande de su historia. El fuego que arrasó con miles de hectáreas en los alrededores de Haifa, al Norte de Israel, se cobró también la vida de 40 personas. La noticia no podía haber llegado en peor momento.
Al pronunciamiento brasileño y argentino siguió casi de inmediato el de Bolivia y Ecuador, en los mismos términos.
Uruguay, en cambio, se tomará algo más de tiempo para expresarlo. Aunque Almagro no anticipó qué tono tendrá el reconocimiento a los palestinos, sí deslizó un matiz importante. Dijo que "no necesariamente" el pronunciamiento estará en sintonía con el de Brasil y Argentina. "Estamos estudiando el tema y sus variantes", agregó.
Las variantes, en este tema, no son otras que los límites territoriales. El territorio en disputa se divide, someramente, en un 78% en poder de Israel y un 22% en dominio palestino. Las fronteras previas a la guerra de 1967 dejan por el camino, además, parte de la que Israel considera su "capital eterna e indivisible": Jerusalén.
MALESTAR. El vicecanciller israelí Dany Ayalón es frontal y poco dado a los eufemismos. "Creemos que Brasil cayó en una trampa política", dijo sin rodeos Ayalón al día siguiente de conocerse la postura de Brasilia en una rueda de prensa con un grupo de medios latinoamericanos, entre ellos El País.
El punto de la discordia son los invocados límites previos a la guerra de 1967, una frontera establecida a través de un acuerdo de armisticio entre Israel y Jordania en 1949. Establecía una franja que bordeaba todo el actual territorio de Cisjordania (Judea y Samaria para los israelíes) y a través de la cual ambos países al finalizar la disputa intercambiaron prisioneros de guerra.
"Las líneas del 67 no son internacionales, son simplemente líneas de desarme del año 49", argumentó Ayalón.
La percepción del vicecanciller -un hombre que viene del mismo partido del canciller Avigdor Lieberman, el Israel Beitenú, a la derecha del espectro político- es que tanto Brasil como Argentina se dejaron convencer por el fuerte lobby desarrollado por la primera línea de la Autoridad Nacional Palestina, encabezada por Mahmud Abás, en América Latina. De hecho, aún antes de adoptar una posición concreta Uruguay ya anunció su disposición a abrir una misión diplomática en Ramallah, capital administrativa de la autonomía palestina.
En los hechos, el reconocimiento a la autonomía palestina domina en la opinión pública israelí. Una encuesta de opinión reciente relevó que el 77% de los israelíes, aún aquellos que viven en los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Oriental, son favorables a la creación de un Estado Palestino. Las posturas aparecen más inconciliables en los núcleos partidarios representados en el Parlamento: la derecha sin disposición a hacer concesiones (Likud, Israel Beitenú, Shas), el centro político más inclinado a conceder para un acuerdo (Kadima), y la izquierda representada por el disminuido Laborismo, dispuesta a acordar casi en los mismos términos que propone la autonomía palestina.
Pero en este país nada es lineal. El propio Benjamin Netanyahu declaró la semana su voluntad de hacer las concesiones necesarias para llegar a un acuerdo de paz definitivo con Palestina. Y ello mientras su propio canciller Lieberman hablaba de un "plan B", un planteo de acuerdo provisional sin acceder a concesiones.
PARALIZADO. Buena parte de la desconfianza de los israelíes, que los partidos de derecha adoptan para fortalecer sus argumentos, tiene que ver con la profunda división entre los propios palestinos. La rivalidad entre la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la coalición política que gobierna en Cisjordania, y el Movimiento Hamas que gobierna en Gaza, hace que un acuerdo integral entre palestinos e israelíes sea hoy inviable.
Analistas políticos israelíes sostienen que Hamas es alimentado por el nuevo y letal enemigo de Israel: el Irán de Mahmud Ahmadinejad.
Los enemigos históricos de Israel han sido Siria, Jordania, Líbano, y en su momento Egipto, con el que existe un acuerdo de paz y relaciones algo distantes. Irán es, en cambio, un nuevo oponente que por boca de Ahmadinejad busca la "destrucción" del Estado de Israel.
La frágil situación en la franja de Gaza -donde durante 2010 recrudecieron los ataques con cohetes, misiles y disparos de mortero contra territorio israelí- termina por minar los caminos de entendimiento.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) se retiró formalmente de las negociaciones hace poco más de tres meses. La razón esgrimida fue el cese de la moratoria dispuesta por el gobierno israelí en la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Oriental. El retiro de los colonos judíos es exigido por los palestinos como forma de demostrar la voluntad de acuerdo por parte de Israel. La mediación de Estados Unidos no ha conseguido hasta ahora acercar las partes. Tampoco ha tenido éxito el llamado cuarteto -que integran los Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y la ONU-, con lo que el diálogo llegó a punto muerto.
QUÉ SE NEGOCIA. El ex asesor de tres primeros ministros israelíes y experto en negociación, Moty Cristal, estuvo durante diez años frente a frente con los negociadores palestinos. Cristal se ha retirado del puesto oficial y fundó una empresa consultora especializada en negociaciones de crisis.
"En toda negociación existen dos tipos de fórmulas posibles: la resolución del conflicto y la administración del conflicto", explicó durante una conferencia concedida a periodistas latinoamericanos.
Durante el período en que actuó con el equipo de negociadores israelíes la fórmula que fue consolidándose en los hechos fue, precisamente, la de administración del conflicto. La resolución ha sido, hasta hoy mismo, la meta nunca alcanzada.
Los pilares de esa fórmula de resolución son representados por Cristal como un triángulo en cuyo vértice superior están los límites previos a la guerra de 1967, otro ángulo lo ocupa la partición de Jerusalén y el último tiene que ver con los refugiados palestinos. Estos dos últimos temas son la fuente permanente de discordia.
La ciudad de Jerusalén, donde Israel ha colocado todas sus sedes de gobierno y el Parlamento (Knéset), amplió los límites hasta su actual demarcación luego de la guerra de los seis días. Dada la complejidad de Jerusalén como materia de negociación, las propuestas que se han analizado en diferentes niveles tienden a tratar a la ciudad por separado e incluso se ha pensado en la conformación de una entidad administrada proporcionalmente por representaciones judías, musulmanas y cristianas. Entre otras cosas, la sola invocación de los mentados límites de 1967 pone a Israel en posición de abandonar territorio que considera soberano y gestiona como Estado.
La guerra de los seis días
La Guerra de los Seis Días se origina como consecuencia de un acuerdo de defensa entre Egipto y Siria, que estimulaba a los sirios a una escalada de tensión con Israel que alcanza su pico máximo en la primavera de 1967.
El 14 de mayo de ese año Egipto moviliza sus fuerzas alrededor del Canal de Suez.
El 16 de mayo Egipto moviliza sus fuerzas de un extremo al otro del desierto de Sinaí, hacia la frontera israelí y exige la retirada de la fuerza de las Naciones Unidas, estacionada en la frontera.
El 19 de mayo los egipcios expulsan a la fuerza de emergencia de la ONU de la franja de Gaza y del Sinaí.
El 22 de mayo Egipto cierra los estrechos de Tirán a la navegación israelí, con lo que se configura el casus belli para Israel.
El 24 de mayo, en apoyo a Egipto, los gobiernos de Jordania, Irak, Arabia Saudita, Siria y Líbano mueven sus fuerzas hacia la frontera israelí. Israel moviliza a sus tropas al tiempo que inicia una campaña diplomática. En el curso de los combates el Estado hebreo llega hasta el Canal de Suez y toma los territorios de Cisjordania (Judea y Samaria), así como los Altos del Golán, que eran utilizados por los sirios para bombardear.