ANÁLISIS

“Uruguay puede capitalizar nuevos anuncios de Brasil”, dice analista Nicolás Pose

Ante la asunción de Lula a la presidencia de Brasil, Pose plantea, en diálogo con El País, que hay oportunidades para capitalizar, como la posible concreción de un acuerdo con la Unión Europea (UE) que Brasil intentará apuntalar.

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Nicolás Pose, analista
Nicolás Pose, analista

Nicolás Pose Doctor en Ciencia Política, egresado de la Universidad de la República (Udelar), institución en la que es profesor en el Programa de Estudios Internacionales. También es Magister en Economía Política Internacional, de London School of Economics, y ha venido estudiando las relaciones de Uruguay en el contexto regional. Ante la asunción de Lulaa la presidencia de Brasil, Pose plantea, en diálogo con El País, que hay oportunidades para capitalizar, como la posible concreción de un acuerdo con la Unión Europea (UE) que Brasil intentará apuntalar.

-¿Qué se espera a partir de la asunción de Lula como presidente de Brasil?

- Lo que hemos visto es un largo trabajo en el armado de una coalición gobernante, que a partir de las designaciones y anuncios, ha intentado construir una base de apoyo que asegure cierta gobernabilidad en los primeros años de gobierno. El Partido de los Trabajadores (PT) no va a contar con una mayoría parlamentaria propia, ni con una mayoría parlamentaria con aliados naturales. O sea, hay un trabajo de construcción de alianzas por delante, que dé espacios de gobernabilidad.

Aun así hemos visto anuncios que permiten esperar el retorno a una orientación más desarrollista de la política económica, en particular con la designación de Fernando Haddad en el Ministerio de Finanzas, y de Aloizio Mercadante como presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes).

Otra señal que da el gobierno de Lula es la restauración del Ministerio de Industria, Desarrollo y Comercio, que originalmente fue ofrecido al presidente de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo, quien rechazó ese ofrecimiento, y finalmente quien termina asumiendo es su vicepresidente, Gerardo Alckmin, un socio vinculado al mundo empresarial.

Con Bolsonaro ese ministerio había sido integrado, junto con otras carteras, en un superministerio de Economía y ahora se vuelve al formato previo de tener un Ministerio de Finanzas por un lado, y un Ministerio de Industria y Desarrollo por otro.

-¿Cómo perfila el nuevo gobierno en política exterior?

-Lula tiene mucho margen para cosechar logros rápidos en política exterior, en la medida que el gobierno de Bolsonaro tuvo problemas de relacionamiento, en particular con los principales socios de occidente, desde el cambio de gobierno en los EE.UU., y con varios líderes europeos. La cuestión del Amazonas también seguramente será relevante y pienso que los socios internacionales ven a Lula como un socio más confiable que al gobierno de Bolsonaro en ese plano.

-¿Hasta qué punto Lula podrá cumplir con sus promesas de campaña electoral?

-Si uno repasa la dinámica de la campaña electoral, se encuentra con que los principales planteos de Lula candidato se basaron en reivindicar su legado, y en la proyección sobre acciones e iniciativas futuras, era más ambiguo.

Es cierto que el panorama político va a ser desafiante, porque -como dije- el sistema político brasileño está muy fragmentado y la construcción de alianzas va a ser una tarea ardua y continua, pero habrá que ver si este armado provisorio funciona y el gobierno tiene la capacidad de implementar algunas de las medidas que ha anunciado. Por ejemplo, retomar un mayor rol del Estado en el liderazgo de una política orientada al crecimiento y a la innovación. También en materia social, uno de los anuncios más importantes es el mantenimiento de los programas de auxilio social con mayores fondos. Y hubo negociaciones para asegurar la implementación de ciertos programas sociales insignia.

Recordemos que, a pesar del enorme gasto público del gobierno de Bolsonaro en el último año, orientado a la búsqueda de su reelección, el estado de las finanzas brasileñas no es dramático. Si bien el crecimiento ha sido débil, el último año se registra cifras de crecimiento un poco más fuertes que las esperadas. Parece haber cierto espacio fiscal para implementar ciertas medidas insignia de la propuesta de Lula.

-¿Qué puede pasar con el Mercosur?

-Las relaciones de la Argentina de Alberto Fernández con Bolsonaro han sido complicadas, al punto que prácticamente no ha habido diálogo entre los presidentes. Uno imagina ahora una retomada de un diálogo político mucho más aceitado.

Podrían darse iniciativas económicas conjuntas que intenten abordar las dificultades de Argentina para comerciar, ya sea con los socios de Mercosur o con el resto del mundo, a partir de las restricciones de divisas. Veremos hasta qué punto se logran implementar mecanismos para compensar pagos sin tener que recurrir al dólar; iniciativas difíciles de implementar pero que ya se han formulado e intentado en el pasado. Más que todo, uno espera un Mercosur en el cual Brasil intente retomar funciones de liderazgo.

-Con Lula, ¿podría haber algún cambio en relación a la posición de Uruguay de querer negociar dentro y fuera del Mercosur, que el Mercosur se flexibilice. Bolsonaro había dado a entender que no iba a pone obstáculos a eso.

-El gobierno uruguayo no logró conseguir el apoyo explícito de Brasil a su propuesta de flexibilización y eso tenía que ver con una división al interior del gobierno brasileño. El Ministerio de Economía, encabezado por Paulo Guedes, apoyaba esa propuesta del gobierno uruguayo, pero la Cancillería no. Y finalmente la balanza terminó decantando a favor de la Cancillería en este tema.

Respecto a lo que puede pasar en el gobierno de Lula, la hipótesis base es un escenario de continuidad. Hemos escuchado algunas declaraciones de influyentes asesores en materia de política internacional como Celso Amorim planteando la necesidad de persuadir a Uruguay de los beneficios de permanecer en el Mercosur a partir del esquema vigente, tal vez con ciertas medidas compensatorias que no sabemos cuáles serían.

También está la posibilidad de negociar en conjunto con China no un acuerdo de libre comercio, sino un arreglo comercial más acotado que subsane algunas cuestiones de acceso a mercado, pero que no sea un TLC tradicional, sino un acuerdo de preferencias arancelarias más acotado. Pero a priori, aun con un gobierno que tenía un Ministerio de Economía receptivo a la propuesta uruguaya, Uruguay no consiguió su objetivo de que Brasil apoye explícitamente esta iniciativa de flexibilización. El actual escenario político tampoco indica que en el corto plazo Uruguay consiga un aval en esa línea tampoco.

-¿Podría darse el fortalecimiento de organizaciones de izquierda, como Unasur?

-La iniciativa de Unasur es una iniciativa fundamentalmente brasileña, no asociada solamente a gobiernos de izquierda. Si uno rastrea los orígenes de Unasur, se los puede encontrar en el gobierno de Fernando Henrique Cardozo, en el año 2000, aunque sí es cierto que el gobierno de Lula apostó por profundizar ese esquema que es más de coordinación. Veremos si hay una apuesta por reactivar un esquema como la Unasur en un contexto de la región con dificultades e inestabilidad política en muchos países. En ese marco, las instancias de coordinación intrarregional enfrentan dificultades. Tenemos que esperar para ver que definiciones más completas veremos en los próximos meses.

-¿Cómo proyecta la posición de Uruguay ante Brasil de ahora en más?

-Brasil es un socio de extrema importancia para Uruguay, además de ser el segundo socio comercial para el país. Capta alrededor del 15 % del total de las exportaciones de bienes. Hay iniciativas conjuntas sobre las que trabajar, en las cuales ya se ha avanzado en los últimos años, como la interconexión energética. Ahora tenemos el acuerdo sobre la posibilidad de exportar desde las zonas francas de ambos países, acogiéndose al tratamiento preferencial que otorga Mercosur.

Uruguay puede capitalizar los nuevos anuncios del gobierno brasileño, como el de reimpulsar la concreción del Acuerdo con la Unión Europea. Así se plantea el escenario del segundo semestre de 2023, cuando van a coincidir las presidencias pro tempore española y brasileña del Consejo Europeo y del Mercosur respectivamente, como un escenario potencial de concreción de ese acuerdo en principio acabado por la resistencia europea, tanto agrícola como ambiental.

Es decir, Uruguay tiene que incorporar el hecho de que hay un gobierno en Brasil con una nueva orientación política y tratar de buscar y maximizar las esferas de coincidencias que pueden llegar a haber. El panorama que se plantea a futuro es ese.

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