A comienzos de mayo, y tras varios días de intensas lluvias, la ciudad de Porto Alegre (Brasil) sufrió una inundación histórica como la que no se encontraba registro desde los años 40. El río Guaíba, al que afluyen otros cuatro ríos, se desbordó y el resultado fue un caos: más de 150 personas murieron, miles fueron desplazadas y hay barrios que nunca podrán ser reconstruidos.
Ya pasaron casi dos meses y las noticias de Porto Alegre ya no ocupan los diarios internacionales. Sin embargo, el problema lejos está de haberse solucionado. Según las previsiones meteorológicas, este fin de semana las precipitaciones con viento del sur podrían volver a desbordar el Guaíba e inundar nuevamente la ciudad.
Un uruguayo en Porto Alegre
Así lo cuenta al otro lado del teléfono Carlos Arce, un uruguayo que marchó a Brasil en 1973 y se instaló allí definitivamente en 1985. Jubilado del rubro de la computación, Carlos reside junto a su familia en la zona sur de Porto Alegre y aunque el agua a su hogar solo llegó “a los bordes”, sabe que esta situación “se va a volver a repetir”.
“El problema no es la lluvia en la ciudad, sino que los ríos vienen desde 1.000 km de distancia. Son cuatro ríos que se juntan en el Guaíba. Es como si el agua hubiera inundado desde Ciudad Vieja hasta la mitad de Malvín”, detalla a El País.
“La reacción de las autoridades fue muy lenta. No hubo miles de muertos porque la gente tomó la iniciativa y empezó las labores de socorro con sus lanchas. Pero también había muchas personas con miedo a dejar sus hogares y perder sus cosas”, agrega.
Según explica Carlos, “se inundaron zonas que nunca estuvieron bajo agua” debido a que colapsaron las bombas. El caos fue tan grande que se cerraron cinco de las seis entradas a la ciudad y el aeropuerto aún sigue bajo agua.
Inundación histórica: "Ha sido peor que la pandemia"
“Esto ha sido peor que la pandemia de covid-19. Hubo gente que perdió todo. Y en este momento estamos en el límite de cota de inundación, se espera que este fin de semana se inunde el centro de nuevo”, cuenta el uruguayo.
Para tomar dimensión de lo sucedido, Carlos cuenta que miles de personas en las últimas semanas han limpiado sus hogares con las ayudas del gobierno y han vuelto a invertir en muebles para reacomodar sus hogares. Pero si se cumplen los pronósticos, este fin de semana podrían volver a perder todo de nuevo.
“Todavía hay gente en refugios y ciudades pequeñas dentro de Río Grande y barrios dentro de Porto Alegre no se van a poder reconstruir”, lamenta.
Según detalla Arce, la desesperación de miles de personas por salir las llevó a meterse al agua, lo que trajo consigo problemas secundarios: “No hablamos solo de agua de río, de lluvia, sino del agua mezclada de las cloacas, orina, miles de animales muertos…”.
La situación en los refugios es, de hecho, un capítulo aparte. Hubo denuncias por robos y violaciones y las fuerzas de seguridad tuvieron que pedir refuerzos. “Estamos convocando policías y profesionales que fueron a la reserva en los últimos diez años para brindar seguridad local y dentro de los propios albergues. Repito una vez más que la prioridad es la seguridad”, llegó a decir a la prensa el gobernador del estado de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite.
Tal y como cuenta Carlos Arce, en los refugios se ha dado tres comidas diarias, comida y techo. Además, “aún cuando muchos ya volvieron a sus casas, hay miles y miles de animales —perros, gatos, y otras especies— que quedaron desamparados y los refugios los siguen atendiendo”.
“Si se volviera a repetir la situación, la ONU envió unas casitas para refugiados y ya hay personas alojadas allí”, explica.
“Hay un protocolo a seguir en caso de emergencia y si el riesgo de inundación es inminente obligarán a desalojar. Pero existe una realidad que es que no se puede arreglar un fallo de 50 años en unos días. Aunque el muro de contención aguante, las compuertas no están preparadas y las bombas están mal dimensionadas. Lo que está claro es que va a volver a pasar y no hay forma de salir”, lamenta Carlos.
Más allá de la situación crítica, “no faltó comida y los precios —salvo de los alimentos de cosecha— se han mantenido”.
A pesar de que en unos días vendrá de visita por Uruguay, y que existe la posibilidad de que el caos reine en la ciudad de Porto Alegre otra vez, Carlos volverá. “Tengo 75 años, en Uruguay solo me quedan parientes lejanos. Mis hijos están en Porto Alegre. Mi casa. Mi vida es aquí”.
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