EL CASO DE LOS ABUSOS EN CHILE
Declaración de los tres chilenos tras reunión de cuatro días con Francisco.
Las tres víctimas chilenas del cura Fernando Karadima pidieron ayer miércoles al papa Francisco "acciones ejemplares" contra los abusadores y encubridores de los abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica.
"Esperamos que el Papa transforme en acciones ejemplares sus cariñosas palabras de perdón. De no ser así, todo será letra muerta", advirtieron en un comunicado conjunto leído durante una conferencia de prensa celebrada en la sede de la prensa extranjera.
Las tres víctimas chilenas, Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, pasaron cuatro días en el Vaticano por invitación del Papa.
"Durante casi 10 años hemos sido tratados como enemigos, porque luchamos en contra del abuso sexual y el encubrimiento. Estos días conocimos un rostro amigable de la Iglesia, totalmente distinto al que conocimos antes", dijeron en la declaración.
"Conversamos acerca del ejercicio patológico e ilimitado del poder que es piedra angular del abuso sexual y del encubrimiento. Le expresamos que la Iglesia tiene el deber de transformarse en aliada y guía en el mundo respecto de la lucha contra el abuso y de ser refugio para las víctimas, cosa que hoy no ocurre", agregaron.
Decidido a reparar sus "graves" errores de apreciación en los casos de abusos sexuales en la iglesia de Chile, Francisco escuchó por varias horas el drama de las víctimas, pidió perdón a los tres en forma individual en nombre propio y en el de la Iglesia.
"Pedimos al Papa que no le tiemble la mano para castigarlos, no por haber cometido un pecado, sino por haber cometido un crimen, un crimen contra la sociedad", declaró con tono claro y fuerte Murillo, el más joven de todos, de 43 años, quien trabaja con menores víctimas de abusos. "En nombre de todos ellos estoy aquí", recalcó.
"Un criminal".
No se excluye que entre las medidas que el Papa tome figure la sustitución de varios prelados y cardenales para abrir una nueva era de la Iglesia chilena, consciente del daño causado a la ya deteriorada imagen de la institución en Chile.
"Para mí el mayor daño no fue el causado por Karadima sino por el cardenal Javier Errázuriz, que encubrió por más de cinco años a ese cura. Él es realmente un criminal", clamó indignado Hamilton, en inglés.
Interrogados sobre si les gustaría que en Chile se abra un proceso penal por pedofilia como el iniciado en Australia contra el cardenal George Pell, la respuesta fue clara: "Nos encantaría (un proceso) contra Errázuriz, lo mismo que contra (el cardenal Ricardo) Ezzati. Todos a la cárcel por encubrir", dijo Hamilton.
En un giro dramático a su posición, el papa Francisco reconoció el mes pasado que se habían cometido "graves errores" en el manejo del escándalo de abusos sexuales en Chile y dijo que se avergonzaba por lo ocurrido. Su declaración ocurre tras una investigación del Vaticano sobre las acciones del obispo Juan Barros, quien fue investido por el Papa en 2015 pese a las acusaciones de que encubrió los abusos sexuales de menores por parte de Karadima, su mentor. Karadima fue condenado en 2011 por la Justicia canónica a una vida de reclusión y penitencia. Según Cruz, el Papa "de verdad estaba mal informado" sobre lo que había ocurrido en Chile y sobre la responsabilidad de los religiosos que sabían de los abusos cometidos por Karadima.
Piden dos procesos al cardenal George Pell
Los abogados del cardenal australiano George Pell solicitaron ayer miércoles que el número tres del Vaticano, imputado por agresiones sexuales, sea juzgado en dos procesos distintos, debido a las diferencias entre los presuntos delitos que se le atribuyen. Un tribunal de Melbourne ordenó el martes que el prelado de 76 años, sea juzgado por "múltiples" cargos, si bien descartó más de la mitad de las acusaciones, entre ellas algunas de las más graves. Pell se declaró "no culpable" de los hechos que se le imputan, cuya naturaleza exacta no fue revelada por el tribunal, que solo mencionó la existencia de "múltiples demandantes".
Algunas de las acusaciones están vinculadas con hechos que cometió supuestamente en los años 1970, en la ciudad australiana de Ballarat, donde Pell era cura.