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entrevista

“Viene otro proceso de tensión en Venezuela”, según experto

Ronal Rodríguez comparte con El País el pulso de los acontecimientos en Venezuela, el régimen de Maduro y sus relaciones con la región y el mundo.

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Ronal Rodríguez es magister en Ciencias Políticas, investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario de Colombia
Ronal Rodríguez es magister en Ciencias Políticas, investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario de Colombia.

Por Fabiana Culshaw
Ronal Rodríguez es magister en Ciencias Políticas, investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario de Colombia. Rodríguez comparte con El País el pulso de los acontecimientos en Venezuela, el régimen de Maduro y sus relaciones con la región y el mundo, que ha tenido algunos cambios últimamente. Desde Colombia, da la visión del Observatorio que preside.

-Se habla de cierta “normalización” en las relaciones con el gobierno de Nicolás Maduro en el plano internacional. Su gobierno pasó de ser rechazado reiteradamente por muchos países, pero esa reacción parece que se ha entibiado. ¿Es así, a qué se debe?

-Discursivamente sí hay un cambio en la reacción internacional, pero en los hechos hay barreras. Vemos a integrantes del gobierno de Lula que buscan el regreso de Venezuela al Mercosur y el gobierno de Colombia pide el regreso de Venezuela a la CAN, pero tanto en el Mercosur como en la CAN hay barreras para que Venezuela pueda regresar, sobre todo por el tema de los derechos humanos. Si bien el discurso ha cambiado, es muy difícil la inserción de Venezuela en la región y en el sistema internacional, por las sanciones que recaen sobre ese gobierno por parte de Estados Unidos y la Unión Europea. En la práctica es poco probable que Maduro pueda, por ejemplo, hacer una gira por América Latina sin tener en su sombra una posible detención. No hay ciudad colombiana a la que Maduro pueda llegar sin que haya manifestaciones masivas. Cualquier encuentro presidencial se tiene que dar en territorio venezolano. Todo eso juega en contra de la dinámica de apertura.

-En noviembre el gobierno de Estados Unidos autorizó a Chevron a operar nuevamente en Venezuela, ¿eso influyó en que se relajara la presión hacia el gobierno de Maduro por parte de otros países?

-Eso atiende a los intereses del propio Estados Unidos, que tiene una capacidad instalada en sus refinerías para el petróleo venezolano y, en el marco de la confrontación, habían quedado inoperantes. El sector petrolero de Estados Unidos venía haciendo un lobby importante, desde la época de Donald Trump como presidente, para que el negocio se pudiera reactivar, porque la paralización tenía un efecto real negativo en el sector y en el empleo norteamericano y también en las inversiones en ese país. Eso marcó una diferencia, es cierto, pero las sanciones internacionales contra el régimen se mantienen. Hay un ambiente menos hostil en la región hacia el régimen venezolano últimamente, pero no es así por parte de todos los gobiernos. Incluso hay gobiernos de izquierda democrática que están marcando una gran diferencia con el régimen venezolano. Por ejemplo, el presidente Boric todavía sigue reclamando dinámicas de derechos humanos en Venezuela, no así Lula o Petro que parecen mostrar más concesiones frente al presidente Maduro. En ellos hay un discurso más amigable, pero en la práctica les cuesta integrarlo. Todavía predomina una política de aislamiento, en Venezuela continúa la crisis migratoria, Maduro se ha vuelto difícil de defender, las burbujas económicas en Venezuela están empezando a romperse y el crecimiento económico allí no se va a dar.

-Pero hay un relanzamiento de las relaciones entre Venezuela y Colombia, desde que Petro asumió la presidencia. Ahí no hay tantas barreras.

-La relación bilateral entre Venezuela y Colombia se está recuperando, por afinidades políticas. En 2021 el intercambio comercial fue de unos 385 millones de dólares y llegó al doble el año pasado. Aún así, es una pequeña cifra frente a lo que se esperaba y existen muchos problemas entre los vendedores y compradores entre ambos lados, porque no existe un marco jurídico para el comercio bilateral. No hay acuerdo desde que Venezuela se retiró de la CAN. También hay diferencias entre los modelos políticos y económicos. En Colombia hay que tramitar todo dentro del marco democrático y lleva tiempo construir consensos y convertir en ley, mientras que en el caso venezolano la voluntad de Maduro se puede imponer rápido. Las diferencias de modelos hacen que la recuperación de la relación no sea tan fácil. También hay problemas con el cambio, porque Venezuela es un país dolarizado, pero sin política de dolarización, eso dificulta el comercio. Y en el tema migratorio, con el nuevo gobierno en Colombia, se ha perdido capacidad de manejo. Toda la estructura institucional para el manejo migratorio fue transformada. Eso también es una barrera.

-¿Cómo avanzan los diálogos de paz, con la mediación de Venezuela?

- Venezuela es fundamental para la paz que se busca. El ELN tiene una posición poco viable respecto a la paz, tiene una dinámica federal, una presencia importante en territorio venezolano a la que no está dispuesto a renunciar, ahí las cosas se complican. Las Farc, en cambio, están dispuestas a negociar. Pero la paz colombiana pasa por Venezuela, porque allí es donde las guerrillas colombianas se refugian, y también porque Venezuela se ha convertido en escenario del conflicto armado colombiano. Sin la participación de Venezuela no se puede hablar de paz en Colombia, pero esa “paz total” que se busca también pasa por la democratización venezolana.

-¿Cómo ven en el Observatorio el panorama de futuro?

-Viene otro proceso de tensión política en Venezuela, donde no hay un liderazgo opositor, esa es una ventaja para Maduro de cara a las elecciones de 2024. Hay señales peligrosas, como las restricciones a las ONG, con la ley que el régimen de Maduro quiere imponer para que no puedan ejercer dinámicas políticas. Esto se ha hecho en otros países, como en el Ecuador de Rafael Correa, y en forma más descarada y brutal en Nicaragua con Daniel Ortega. Ahora Venezuela se ha sumado a ello, lo que tiene un efecto nocivo no solo en el proceso de recuperación hacia la transición democrática, sino en la recuperación económica y social. El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se volvió inoperante y los estudios de condiciones de vida que realizan otras instituciones académicas y ONG son la única fuente para construir políticas públicas serias en el país. Si no están esos datos, es imposible hacerlo.

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