Cómo deberían pararse los bancos ante los riesgos que sacuden al sistema financiero mundial

El experto Javier Suárez, del Centro de Estudios Monetarios y Financieros de España presentó un estudio al respecto en las Jornadas de Economía del Banco Central.

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Inversones.
Inversiones.
Foto: Estefanía Leal

En el mundo de la economía, un paper (estudio) sobre las vulnerabilidades de los bancos resulta de gran interés, por explicar el sistema de funcionamiento de estas instituciones y la capacidad de reacción —o no—, ante eventos externos que sacuden sus bases, como lo hizo, por ejemplo, la crisis hipotecaria de Estados Unidos (2007-2008), la deuda soberana de algunos países europeos (2010-2011), o los riesgos de las tasas de interés en 2023.

Se trata de “Un modelo macroeconómico de la toma de riesgos sistémicos de los bancos”, una investigación de los economistas Javier Suárez, del Centro de Estudios Monetarios y Financieros (Cemfi), organización creada por el Banco de España; Jorge Abad, del Banco de España; y David Martínez-Miera, de Cemfi.

Existen distintas definiciones de “riesgo sistémico”, pero —simplificando— éste ocurre cuando los bancos están expuestos a una fuente de riesgos común, de la cual pocos salen bien parados y muchos no lo logran.

El estudio fue presentado por Suárez en las “XXXIX Jornadas de Economía del Banco Central (BCU)”, del pasado 25 y 26 de julio, donde el autor explicó que analizaron las decisiones de toma de riesgos sistémicos de los bancos en un “modelo dinámico” de equilibrio general, destacando el papel del capital de estas instituciones en situaciones de riesgo.

Asimismo, analizaron las decisiones de negocios que tomaron los bancos, y la ecuación que entra en juego para ello entre un “nivel adecuado de capital” y riesgos, para maximizar ganancias.

La ausencia de un balance entre capital y riesgo —o los errores en los cálculos en esa ecuación—, explica la dinámica en torno a las crisis sistémicas bancarias que se han vivido en el pasado. Suárez destacó la efectividad de los requisitos de capital adecuado para reducir la asunción de riesgos de los bancos. El estudio afirma que “los requisitos de capital reducen la asunción de riesgos sistémicos”, pero agrega que ésto es a costa de reducir el crédito y la producción en tiempos de calma, generando compensaciones en materia de bienestar”, afirmó Suárez.

Asimismo, la investigación —que llevó a los autores a la elaboración de un modelo—, halló que la asunción de riesgos sistémicos es máxima después de largos períodos de calma y puede empeorar si los requisitos de capital se ajustan de manera anticíclica.

Otra de sus conclusiones es que la eliminación del seguro de depósitos introduce disciplina de mercado, pero aumenta el capital bancario necesario para respaldar el crédito, implica requisitos de capital óptimos más bajos (aunque lejos de cero) y tiene efectos matizados en el bienestar social.

La evolución de los riesgos

El modelo —contextualizó Suárez— surgió de investigaciones sobre eventos o desarrollos externos que amenazaban la estabilidad del sistema financiero (como los ejemplos ya mencionados), incluyendo una época en la que muchos agentes, en especial el público general, no preveían que los bancos quebraran.

Actualmente, y luego de eventos que sacudieron lo que para muchos era “monolítico”, surgieron nuevas regulaciones bancarias y de mercado que protegen más a los clientes, pero siempre surgen otras variables de riesgo.

Suárez planteó que ciertos incentivos que definen los bancos para atraer cliente terminan afectando la solidez de las instituciones, aunque ésto puede ser medido y controlado.
“Sin embargo, es la toma endógena de riesgos la que no estaba conceptualizada en forma explícita”, afirmó, apuntando a los niveles de capital que no son suficientes para soportar los riesgos de los negocios bancarios o financieros en general.

“Hay problemas con las figuras de responsabilidad limitada, que hacen ganar mucho a los inversionistas cuando los negocios salen bien, y no pierden cuando las cosas van mal”, acusó Suárez al referirse al riesgo que asumen algunos bancos con el capital de los clientes.

Asimismo, existe lo que se ha dado en llamar “incentivos a la preservación”, es decir, instituciones que, en medio crisis externas, adoptan estrategias de supervivencia especulando con el derroterio de la competencia más débil, en una especie de “salvarse cuando otros se hunden”.

“Existen bancos que adoptan un perfil de riesgo sistémico y otros que no lo tienen, ni quieren tenerlo”, resumió Suárez, ateniéndose a la realidad y destacando la importancia de los requisitos del capital y, específicamente, de la “racionalidad del requisito de capital” que debería existir.

Bancos de riesgo sistémico, ¿visibles o no?

¿Debería haber bancos con perfil de riesgo sistémico, con todo el impacto negativo que esto puede tener? “No debería haberlos; lo que pasa es que la exposición al riesgo generalmente no es observable”, señaló Suárez.

“Cada banco sabe su nivel de riesgo, pero nadie más lo conoce hasta que se materializa”, agregó. Además, se calcula que, hace unas décadas, el 70% de los bancos estaba expuesto a daños sistémicos, lo que significaba que si había un shock externo que impactaba al sistema, solo el 30% sobreviviría.

Consultado por El País, Suárez aclaró que tal grado de exposición —ciertamente altísimo— ha ido mejorando debido a regulaciones y acciones de los propios bancos. “Esto se puede combatir con más capital y seguros de depósito”, respondió.

Lo que deben saber los clientes

Los usuarios pueden saber sobre si un banco suele tomar riesgos en sus negocios más allá de su capacidad, o si es más vulnerable que el promedio a eventos externos, a través del acceso a la información sobre su capital.

“Los bancos sistémicos acaban atados al mínimo regulatorio de capital y también prometen intereses de depósitos más altos (que la media)”, advirtió el economista. Muchos de estos bancos no suelen presentar visiblemente sus balances; deben hacerlo, pero no es que se lo faciliten al público.

En cambio, los bancos no sistémicos desarrollan estrategias para aumentar su capital, toman decisiones “más razonables” a la hora de invertir, suelen protegerse y hacen más transparentes sus balances con datos de patrimonio, finanzas, inversiones y demás.

A partir del modelo presentado por Sánchez —y de cara al futuro—, el economista plantea la necesidad de que los bancos reconozcan y saneen sus pérdidas, que se distingan las entidades viables de las inviables en el mercado, y que las primeras procuren permanecer adecuadamente capitalizadas, mientras que los activos y pasivos de las inviables deberían ser “reorganizados ordenadamente”.

La quiebra del banco de inversión Lehman Brothers en Estados Unidos en 2008 y los rumores sobre la solvencia del banco belga Fortis durante la semana siguiente, marcaron un antes y un después en la evolución de la crisis financiera global. A partir de allí se sucedieron medidas de intervención y de apoyo en la banca en diversos países, y hoy en día existen nuevos retos que demandan más liquidez y solvencia para evitar futuros colapsos.

Círculos viciosos, colapsos, cierres y recapitalizaciones

El estudio pasa revista a varios círculos viciosos en el sistema financiero mundial, generados por los déficits de transparencia, confianza, liquidez y solvencia que se crearon a partir de las crisis sistémicas.

Estos fueron seguidos por el colapso de los mercados monetarios, ante el cual se desarrollaron políticas concretas, como asegurar pasivos bancarios como medidas temporales de emergencia, que estuvieron destinadas a restaurar el financiamiento de los mercados monetarios.

Los autores plantean que el otorgamiento de avales públicos a la financiación bancaria en tiempos de crisis sistémica es necesario, pero no alcanza para la resolución de las crisis. “Esa medida no es una solución a los problemas, pero facilita la refinanciación de las entidades, dota de estabilidad al sistema financiero y reduce el riesgo de un estrangulamiento crediticio del conjunto de la economía durante un lapso determinado para que las entidades y sus supervisores efectúen los ajustes necesarios para restablecer la normalidad”, destaca el estudio.

Éste apela también a que la labor de supervisión sea “redoblada” en todos los países afectados, para que se acelere la detección de los bancos con problemas e “impulse —señala— los cierres, fusiones, adquisiciones y recapitalizaciones necesarias para que el mercado recupere su confianza en el conjunto del sistema bancario”.

El estudio insta finalmente —a partir de la crisis de 2008 y subsiguientes— a que las autoridades responsables cuiden del buen uso de los fondos públicos, arbitren entre las pérdidas o ganancias implícitas o explícitas adjudicadas a los diferentes agentes involucrados (acreedores, accionistas, administradores, etcétera), para evitar un eventual “excesivo intervencionismo” en la gestión del negocio ordinario de los bancos, tomando en cuenta el valor reputacional de sus actuaciones con vistas a evitar que la adopción excesiva de riesgo vuelva a producir crisis.

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