INFORME
La compleja situación económica en Argentina, que trasciende al cambio de gobierno, reactivó el interés y los sondeos desde ese país —incluido de empresarios— para instalarse en Uruguay.
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El panorama económico en Argentina es complejo. El nuevo presidente, Alberto Fernández, asumió con muchas urgencias a atender: la caída de la actividad económica, un índice de pobreza cercano al 40%, alta inflación, un elevado déficit fiscal y el gran desafío de renegociar la deuda para no caer en cesación de pagos (default).
A menos de un mes de su asunción, ya se tomaron varias medidas al estilo «K»: endureció el control de cambios (el famoso «cepo al dólar» ), modificó el sistema de retenciones a la exportación y anunció el regreso del control de importaciones.
Mucho han hablado sobre este cambio de rumbo analistas políticos y económicos a ambos márgenes del Río de la Plata. Mientras tanto, hay un fenómeno menos académico que ya se activó: el de las consultas. Son las preguntas que los argentinos hacen a sus compatriotas residentes en Uruguay para saber dos cosas: ¿qué tal es vivir acá?, ¿hay oportunidades para invertir y proteger así los activos de la incertidumbre que reina en su país?
El Empresario fue a buscar los testimonios de seis argentinos que lideran empresas en Uruguay y reciben muchas de estos sondeos: Horacio Alvarellos (director de operaciones de IBF Negocios), Horacio Correge (country head de Scotiabank Uruguay), Verónica García Mansilla (directora de Nueva Comunicación), Christopher Jones (gerente general de Grupo Ta-Ta), Pablo Lundahl (gerente general de Pagnifique) e Ignacio Sarmiento (gerente general de Enjoy Punta del Este).
Los seis referentes comentaron a título personal cuáles son las inquietudes que reciben, que —sin ser un indicador con rigor metodológico— aportan un «termómetro» sobre cómo se procesan los vaivenes económicos al otro lado del Río.
Nació en Buenos Aires, aunque se crió hasta los 10 años en Carhue, una ciudad pequeña en el interior de la provincia de Buenos Aires a 600 kilómetros de la capital. Vive en Uruguay desde 2006, como parte de un proyecto vinculado a la compra del Nuevo Banco Comercial por un grupo inversor extranjero. Pensaban radicarse por dos o tres años, pero con su esposa se sintieron tan a gusto que decidieron quedarse. Hoy tienen un hijo uruguayo, viajan a Argentina para las fiestas y hacen «alguna escapada de tanto en tanto».
Correge dice que, desde la óptica Argentina, Uruguay tiene «muy buena imagen, a veces hasta romántica sobre todo para quienes veranean aquí», vinculada al buen clima económico, marco institucional, respeto por los contratos, baja percepción de corrupción, y también la prosperidad que se ha vivido en la última década. De unos meses a esta parte, «ha aumentado» el número de conocidos que lo consultan porque evalúan mudarse. «Las consultas van desde qué tan difícil es abrir una cuenta bancaria y traer sus ahorros, cómo es el trámite de residencia, quienes tienen hijos en edad escolar consultan sobre cuáles son las opciones en educación, o qué tan complejo es tener algún tipo de emprendimiento empresarial», indicó. Aun así, cree que la migración hacia Uruguay será «más la excepción que la regla». «La posibilidad de que argentinos con la vida armada allí vengan a instalarse la veo como algo más remoto», cerró.
Es oriundo de La Plata, provincia de Buenos Aires. Se mudó a Uruguay con su familia en 2009 por una oportunidad laboral. Al principio, viajaba mucho a su país, ahora solo tres veces al año. En sus visitas, hoy percibe que el clima económico es «preocupante, pero optimista». «El argentino está acostumbrado a las crisis. Es parte de nuestra cultura económica», dice quien hoy es CEO del casino y resort Enjoy Punta del Este.
Sus conocidos le preguntan cómo es la vida en Uruguay para evaluar la posibilidad de emigrar, pero «no mucho más que hace cinco años», acota.
«En general, quienes me consultan son personas de alto poder adquisitivo en Argentina, que por beneficios fiscales ven a Uruguay como una muy buena opción para vivir», afirma Sarmiento. El factor que más pesa para ellos son justamente esos beneficios impositivos y la seguridad jurídica, agrega.
A su vez, quienes le muestran interés en hacer rendir su capital en Uruguay no consultan tanto por inversiones productivas sino por renta financiera.
«Sinceramente, no creo que pueda darse una corriente migratoria de argentinos hacia Uruguay», opina Sarmiento. «El inversor de capital buscará la forma de obtener la residencia fiscal», mientras que quien busque la residencia legal para migrar «tendrá que analizar otras variables, como el alto costo de vida del Uruguay, la alta competencia laboral y el desarraigo, que no es un tema menor por más que estemos al otro lado del río».
Es de Capital Federal (Buenos Aires) y vive en el país desde 1998 por razones laborales del padre de sus hijos. Se mudaron con sus dos hijos y tuvo dos más en Uruguay. «El argentino es positivo y siempre cree que se va a salvar», pero «esta es la primera vez en mucho tiempo que lo veo cansado, desesperanzado y con brazos caídos», valora la empresaria, que cruza el charco cada tres meses. «La mayoría de mis amigos y conocidos cree que la vida en Uruguay es perfecta y me consideran una afortunada», dice.
Quienes la consultan con interés en mudarse indagan sobre el costo de vida (alquileres, colegios, universidades, clubs) y la posibilidad de vivir en Punta del Este.
«La mayoría son familias con hijos chicos que quieren que crezcan más libres, puedan ir al cole en bicicleta o tomarse un bus sin miedo», cuenta la directora de Nueva Comunicación. «Las opciones que más se escuchan hoy en Argentina al evaluar radicarse en otro país están entre España y Uruguay», aunque García Mansilla señaló que el costo de vida en Uruguay resulta «muy alto», incluso para favorecer la instalación de empresas. «Para los argentinos es altísimo y por eso muchos miran con ilusión España». «Aun así, muchos son optimistas y ponderan la transición en Uruguay, sienten que se respetan los valores democráticos e institucionales» por lo que evalúan instalarse en zonas francas para ofrecer desde allí servicios al exterior.
Nacido en Buenos Aires, emigró a Uruguay en enero de 2013 para ser CEO de Farmashop y luego de Pagnifique, en ambos casos de la mano del fondo Linzor Capital. Su familia quedó en Buenos Aires, así que viaja a verla casi todos los fines de semana. Percibe el clima económico «igual que siempre»: «Empecé a trabajar en 1984 con la hiperinflación de Alfonsín, cobraba en efectivo en pesos en un sobre todas las semanas. Después vino Menem, Duhalde, De la Rúa... No cambió nada», dice quien recibe consultas de conocidos para venir a Uruguay «permanentemente». «Habían aflojado en la época de Macri y ahora volvieron». «Es gente con hijos chicos o que no los tiene y está evaluando qué hacer», explica. Algunos incluso indagan en cuánto cuesta hacer los trámites de residencia. Lundahl remarca que una gran ventaja de Uruguay es la cercanía: «estás a una hora avión, dos de barco o seis de auto; podés ir a un cumpleaños familiar».
A raíz del triunfo de la oposición en las elecciones en Uruguay, el ejecutivo percibió «muy buenas expectativas de inversores». Al averiguar, ponen atención a la «seguridad jurídica»; «si compran un departamento o un local a la calle y lo alquilan no quieren tener problemas para que les paguen», graficó.
Lundahl no anticipa una ola migratora de argentinos: «van a esperar a ver cómo son las cosas, no conozco a nadie que se haya venido ya». Aun así, cree que quizás sí pueda haber mayor interés en tramitar residencias fiscales en Uruguay.
Nació en Buenos Aires y reside en Uruguay desde 2009, cuando proyectó su carrera en la telefónica Claro como director general en el país. Vino con su esposa y sus dos hijos menores. Hoy es director de operaciones de IBF Negocios y visita Argentina cuatro o cinco días al mes para ver a sus dos hijos mayores, familia y amigos. Palpa así un ambiente de «incertidumbre»: «dada la delicada situación actual se toman medidas de ‘golpe de timón’; lleva un tiempo entender sus efectos y es muy baja la seguridad jurídica». No obstante, aclara que al argentino «nada lo sorprende y siempre logra acomodarse al gobierno de turno».
Lo han consultado compatriotas explorando opciones de inversión en Uruguay, «desde jóvenes que quieren invertir en propiedades para alquilar y generar ingresos en dólares hasta empresarios que están muy atentos a oportunidades que surjan y me piden que los tenga informados». El contraste, insiste, está en la «seguridad jurídica»: «En Argentina un día generás una buena inversión y de un día para otro las condiciones cambian, se implementa un nuevo impuesto y tu rentabilidad de mucho tiempo desaparece. No es de este gobierno, sino de los últimos 200 años».
Ve «poco probable» que se produzca una ola migratoria hacia Uruguay: «Tuve muchas consultas de amigos empresarios para venir a radicarse con sus familias, pero manteniendo sus empresas en Argentina. Pero, al tener que vivir en Uruguay más de seis meses para ser residente legal —que es lo que buscan por los impuestos de Argentina—, lo descartaron».
Nació en Alta Gracia (Córdoba)
«Hay un nivel de frustración muy importante en Argentina», evaluó Jones, quien nació en Alta Gracia (Córdoba) y se radicó en Uruguay junto a su esposa en agosto de 2017 al aceptar la oferta laboral al cargo que hoy desempeña. De su diálogo con amigos y de los viajes a Argentina que suele hacer cada dos meses, encuentra «un clima muy complicado, deprimido, estancado y oprimido» fruto «del ratio que existe entre la presión fiscal y el resultado económico». «El diagnóstico (que hacen allá) es: ‘encima que me va mal, (el Estado) va a cosechar lo que no tengo’. Y por otro lado, ven cero esfuerzo del Fisco para ser más eficiente», comentó. Frente a esa coyuntura, sus amigos, familiares y conocidos le consultan «continuamente» sobre la posibilidad de emigrar a Uruguay. «Me preguntan cómo es comparado con Argentina el costo de vida, la presión fiscal, la inseguridad, la seguridad jurídica, la corrupción, la burocracia», reveló. Su respuesta es que si bien es un país caro en dólares, tiene como ventaja el establecer «reglas claras». Otros, indagan en las posibilidades de inversión: «los intereses giran alrededor del agro, los inmuebles y la renta extranjera». Entre sus conocidos hay un par de casos que están haciendo los trámites para instalarse, indicó.
Sobre si cree que puede recibirse en Uruguay una corriente inmigratoria de argentinos, el CEO señaló: «No sé si será una corriente, pero que hay movimiento, definitivamente».
Para favorecer la radicación de sus compatriotas, sugiere «darles domicilio fiscal lo más rápido y barato posible».