La Terminal Pesquera de Capurro, financiada con recursos de la ANP, tuvo un costo de 110 millones de dólares. Es la obra más grande realizada en los últimos años, según destacó el organismo.
Recientemente inaugurada, la terminal cuenta con un kilómetro de longitud, junto a obras de abrigo, atraque y defensa que permiten la llegada de buques pesqueros nacionales e internacionales. Tiene capacidad para 50 embarcaciones, incluidos pesqueros industriales de hasta 2.500 toneladas y 90 metros de eslora.
La construcción no estuvo libre de contratiempos. “Esta obra sufrió varios cambios en los plazos, ya que, si bien comenzó en agosto de 2019, tuvo varias paradas, reducciones de contrato y posteriores ampliaciones”, señaló Diego Zuin, director de Chediack, uno de los integrantes del consorcio constructor.
El entrevistado explicó que, al inicio de la pandemia, la obra se detuvo y se llegó a pensar en suspenderla debido a posibles problemas presupuestales: “Gracias a una muy buena negociación entre la ANP y el consorcio, se lograron mejoras en el proyecto que permitieron continuar la obra con normalidad”. Además, se ampliaron algunas áreas con el avance de la construcción, cumpliendo así con los plazos previstos.
Las obras incluyeron pavimentación en la zona de acceso e instalaciones. Los atraques cuentan con servicios de energía, iluminación, agua potable, drenaje pluvial y sistema contra incendios. Se retiraron los restos de 32 de los casi 50 barcos hundidos para optimizar el espacio disponible.
“La terminal está en una zona nueva, con una bahía que poseía niveles de calado mínimos, lo que impedía el ingreso de embarcaciones de transporte y condicionaba la operación de pontones”, indicó Zuin detallando los desafíos técnicos.
Dado que los dragados se realizarían después de construida la terminal, fue necesario rediseñar algunos procesos constructivos y estructuras para que la mayor parte de las obras pudieran ejecutarse desde tierra.
“Debido a estas dificultades logísticas y la susceptibilidad del agua a los vientos del sur, el muelle exterior tuvo que ser rediseñado para que la superestructura pudiera ejecutarse mediante módulos sucesivos compuestos por piezas prefabricadas, con pesos adaptados a la capacidad de la grúa disponible”, explicó.
El desafío fue diseñar un método constructivo que permitiera la ejecución solo con equipos en tierra. “Para ello, se hizo un importante trabajo de movimiento de suelo, reemplazando las arcillas naturales por arena de cantera en toda la superficie donde se instalarían los cofferdams. Luego, se procedió al hincado de 16 celdas de tablestacas de 20 metros de diámetro y con una altura variable de entre 12 y 14 metros”.
Para conformar las explanadas en la zona costera, se dragaron lodos del lecho de la bahía, que luego fueron encapsulados en geocontenedores para su deshidratación y posterior uso como material de relleno.
“Para llevar a cabo esta actividad, se conformó un equipo técnico encargado del diseño de una planta de tratamiento hecha a medida para las necesidades del trabajo”, agregó Zuin.
El nuevo puerto y la reubicación de la actividad pesquera brindan mayor comodidad a los trabajadores y descongestionan el puerto capitalino, señaló la ANP. Se ganaron 25 hectáreas al río, 20 destinadas al puerto y otras cinco para mejorar el barrio.