ANÁLISIS
A algunos los hace sentir incómodos y falsos, pero construir y nutrir relaciones genera nuevas oportunidades de negocio y mayor capacidad de innovación
Desde tiempos antropológicos el ser humano se ha reunido alrededor del fuego para interactuar socialmente y calentarse. La pandemia nos enseñó que podemos emular la interacción social a través de muchas herramientas tecnológicas, pero si estiramos la mano nunca vamos a sentir «el fuego».
La interacción cara a cara y el networking son dos aspectos necesarios en las empresas. Nuestros proveedores, clientes, inversores, quienes toman decisiones públicas, los competidores y demás grupos de interés son seres humanos. Construir y nutrir las relaciones se traduce en mayores oportunidades laborales y de negocios, mayor conocimiento, más capacidad de innovación y mejor valoración de la marca personal.
Muchas personas sienten que el networking las hace sentir incómodas y falsas. Otras, las más extrovertidas, tienen una pasión natural por él. A continuación, cuatro tácticas para combatir la aversión:
Centrarse en aprender
Piense en un evento laboral al que se sienta obligado a asistir. Puede decirse a sí mismo: «No es lo mío. Voy a tener que aparentar y fingir que me gusta». O decirse: «Quién sabe, podría ser interesante. Quizás podría tener una conversación que me sugiera nuevas ideas y empezar a vivir nuevas experiencias y oportunidades». Podemos verlo como una oportunidad de descubrimiento y aprendizaje, más que como una tarea.
Detectar intereses comunes
Es conveniente pensar de qué forma nuestros intereses y objetivos están alineados con los de las personas que conoceremos, y cómo ese hecho puede ayudarnos a forjar relaciones laborales significativas. Numerosos estudios en psicología social demuestran que las personas establecen los contactos más colaborativos y de mayor duración cuando trabajan juntas en tareas que requieren ayuda mutua. Cuando hacemos networking impulsados por intereses compartidos, sentiremos que es más auténtico, y es más probable que establezcamos relaciones con esa cualidad.
Pensar cuál es nuestro aporte de valor
Incluso cuando no se comparte un interés con alguien, probablemente encontremos algo valioso que ofrecer pensando más allá de lo evidente. No siempre es fácil. En su libro Influenciar sin autoridad, Allan Cohen y David Bradford afirman que la mayoría de las personas tienden a pensar que tienen menos recursos «valorables» de los que disponen. Se centran en cosas tangibles y relacionadas con la tarea, como el dinero, los contactos sociales y la información, mientras ignoran activos menos evidentes, como la gratitud, el reconocimiento y una mejor reputación. Por ejemplo, aunque a los mentores nos suele gustar ayudar a los demás, tendemos a disfrutarlo mucho más cuando se nos agradece nuestra labor. Cuanto más pensemos en lo que podemos aportar a los demás en lugar de qué nos pueden aportar a nosotros, percibiremos el networking como una actividad menos autopromocional y más digna de nuestro tiempo.
Encontrar un objetivo superior
Otro factor que afecta a nuestro interés por el networking y a su eficacia es el objetivo que tenemos al ponerlo en práctica. Cualquier actividad laboral resulta más atractiva cuando se la vincula a un objetivo superior: el beneficio colectivo por sobre el individual.
Muchos somos ambivalentes en lo que respecta al networking. Sabemos que es esencial para nuestro éxito profesional, pero aun así nos resulta difícil hacerlo. Nutrir las relaciones es parte de las tareas humanas de los negocios.