Informe
Crece el interés femenino por invertir en negocios con lente de género; conocer mejor la realidad de la emprendedora es un diferencial.
«Estoy aprendiendo a ser inversora, sobre todo a invertir con lente de género». Alicia Besnati es empresaria hace más de 30 años con la firma de refrigeración comercial COP Sistemas Refrigerados y es una de tantas mujeres que se animaron a invertir en proyectos liderados por emprendedoras, un debe en el mundo y en Uruguay.
Si bien las mujeres representan casi la mitad de la población mundial (49,59%) y en Uruguay aún más (52%), esa proporción no se refleja en el sector del capital de riesgo.
Según datos de Xcala, la Asociación Latinoamericana de Inversores Ángeles, la cantidad de inversores ángeles en la región más que se duplicó de 2016 a 2020 al pasar de 2.028 a 4.203. Sin embargo, y a pesar de que la cantidad de mujeres inversoras casi se triplicó en ese período al llegar 627, representan solo un 14,9% del total.
Según datos aportados por Xcala, en 2020 solo un 14,9% de los inversores ángeles de América Latina eran mujeres.
En venture capital en general la presencia femenina cae a 8%, según datos de ProMujer (a 2020) aportado por Mujeres Inversoras, programa que une inversoras y emprendedoras, desarrollado por Socialab Uruguay y la Organización de Mujeres Empresarias del Uruguay (OMEU), en alianza con ONU Mujeres y cofinanciado por el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop).
Esto tiene su lógica, reflexionó Isabelle Chaquiriand, decana de la Facultad de Ciencias Empresariales en la Universidad Católica del Uruguay, CEO de Atma y presidenta de Xcala.
«Los inversores ángeles están en el mundo corporativo en puestos de decisión y tienen un gran patrimonio. O son emprendedores que hicieron su exit para invertir. Esto lleva años y con las mujeres hay un delay entre que logran patrimonio y lo invierten», explicó.
Sylvia Chebi, cofundadora y directora de ThalesLab, reconoce que «los hombres terminan invirtiendo en hombres» y por eso hay un movimiento para sumar inversoras en la región. «Estoy con WeInvest Latam y Mujer Emprendedora LAC para fomentar que existan más inversoras y más emprendedoras. En esto hay algunas uruguayas», indicó.
Poder femenino
Fernanda Castellanos, directora ejecutiva de OMEU y representante de Mujeres Inversoras, destacó el papel de las inversorsionistas en la economía. «Las que invierten a largo plazo tienen mejores indicadores de retorno que los hombres. La explicación es porque invierten con propósito», señaló.
Virginia Suárez, exgerenta general de HSBC y actual asesora e inversora en proyectos con impacto social y medioambiental, atribuye ese éxito a una mayor percepción del riesgo por parte de las mujeres. «Son más intuitivas de la corresponsabilidad, de contemplar muchas aristas y ver más opciones», explicó Suárez.
Una de las grandes ventajas de que una mujer invierta en otra es que entiende mejor su realidad, coincidieron las expertas. Suárez, que en su última etapa apoyó 10 iniciativas de las cuales cuatro son lideradas por mujeres, aclaró que a la hora de analizar dónde pone su dinero, lo primero que tiene que suceder es «conectar». Y eso con mujeres «pasa rápidamente». «Es más intuitivo, me pongo en su lugar automáticamente, me es fácil armar contexto y entender su realidad, los problemas por los que pasa ya los viví, el tipo de barreras como el síndrome del impostor. Al invertir en otra mujer, me siento en un plano muy cómodo, de enriquecimiento», destacó.
Por todo esto, ahora incentiva a más mujeres a invertir con esa mirada. «Tenemos que animarnos a colaborar, podemos dar mucho como asesoras, más que con el dinero», sostuvo.
Para Chaquiriand, el acompañamiento de una mujer a otra es «más saludable» porque se entienden aspectos como la conciliación trabajo-familia o los desafíos a la hora de tener hijos. «Los hombres lo viven de otra manera», afirmó.
Esa realidad afecta también a las emprendedoras, complementó Castellanos. «Identificamos que a la hora de emprender, por temas de cuidado y tiempo que dedican a trabajos no remunerados, les cuesta postularse a largos procesos de inversión o no los identifican», señaló.
El programa Mujeres Inversoras se creó en respuesta a esto. Según Castellanos, el objetivo es tanto formar inversoras de impacto como preparar emprendedoras para que sepan identificar para qué quieren el dinero.
Y los resultados superaron las expectativas.
Se hicieron dos llamados de dos grupos cada uno (de inversoras y emprendedoras) con un cupo máximo de 30 lugares y llegaron 250 inversoras.
«Nos sorprendimos con el número, todos los estudios daban que las mujeres no estaban invirtiendo. No esperábamos tantas. Llegaron empresarias y altas ejecutivas que entienden que no había un ámbito para que las mujeres puedan hablar de negocios, de dinero, de inversión. Son gente que sabe de empresas y pueden dar un gran aporte», apuntó Castellanos.
Tras el primer curso, 15 proyectos captaron interés de unas 40 inversoras.
Ana Claudia Expósito, contadora con experiencia en empresas, reconoció: «Hasta que me metí en esto no sabía que había tantos emprendimientos de mujeres y tan buenos».
Besnati, otra inversora, dijo que la motiva «empoderar económicamente a otras mujeres porque es la forma de lograr un mundo más equitativo».
Además, educar sobre cómo invertir trajo otro efecto. Según Castellanos, un 75% de las mujeres inversoras comenzaron a apostar a la economía real.
Pilar Rodríguez está jubilada y reconoció que el programa le «abrió la cabeza». «Es un mundo que desconocía, nos cuesta mucho invertir en emprendimientos. Hasta ahora con mi pareja lo hicimos en nuestros negocios y en productos tradicionales. Ahora quiero seguir invirtiendo en proyectos uruguayos y sobre todo en mujeres», concluyó.
Por muchos años, Virginia Suárez fue sinónimo de bancos: estuvo 30 años en el HSBC, los últimos como gerente general. Hoy su interés se vuelca a proyectos con impacto, ya sea social como medioambiental desde su rol en la ONU o Sistema B, pero también como inversora y asesora. «Lo que me lleva a invertir es encontrar proyectos de economía circular, educación y digitalización y emprendedurismo territorial a través de Sellin, entre otros», indicó. Hasta el momento colabora, tanto desde lo financiero como con su experiencia, con 10 proyectos de los cuales cuatro están liderados por mujeres.
Ana Claudia Expósito es contadora con larga trayectoria en el sector corporativo multinacional donde ocupó gerencias administrativas financieras. Hasta ahora su experiencia como inversora había sido junto a su esposo en activos financieros. Su transición hacia a los emprendimientos llegó tras la pandemia, relató. «Junto a una amiga decidimos que luego de muchos años trabajando en forma dependiente, era hora de independizarnos. No tuvimos mucho éxito y surgió la oportunidad de invertir para potenciar mujeres, pero más que con dinero, con mis conocimientos financieros». Hoy tiene en la mira dos proyectos.
Pilar Rodríguez es química farmacéutica, trabajó para varias farmacéuticas, algunas multinacionales y luego tuvo laboratorio propio y una consultora. Hoy está jubilada y se define como emprendedora. «Siempre lo fui, incluso cuando era dependiente», recuerda. En su etapa emprendedora aprendió a asumir riesgos, invirtió en «productos tradicionales» pero desde este año comenzó a estudiar la posibilidad de hacerlo en proyectos liderados por emprendedoras. «Lo que me gusta es potenciar a mujeres, que sean independientes económicamente», dijo. En la actualidad está avanzando en negociaciones con tres iniciativas.
Alicia Besnati es empresaria, hace más de 30 años dirige junto a su esposo la compañía COP Sistemas Refrigerados. Aseguró que ser inversora es el final de un proceso que comenzó con el de emprendedora. «En 2014 ingresé al programa Más Emprendedoras para potenciar mi negocio, en 2019 pasé a ser mentora de mujeres en la Cámara de Industrias y luego en OMEU y mientras estaba en este último comencé a descubrir las necesidades de las mujeres emprendedoras, la dificultad de acceder a financiamiento y el desconocimiento de las opciones que hay», señaló. Hoy, tras pasar por el primer grupo de Mujeres Inversoras está en proceso de invertir en dos proyectos.