La hidroponía gana adeptos con las lechugas de alta gama, pero falta diversificación

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Hidroponía. Su producción más corta favorece los precios estables. Foto: Shutterstock.

INFORME

El mercado local es reducido, con consumidores exigentes que piden trazabilidad y calidad

El desafío de producir mayor cantidad de alimentos sin contaminar el medio ambiente y en menores superficies abre nuevas oportunidades para la hidroponía comercial o cultivos sin suelo. La realidad de Sudamérica contrasta fuerte frente a Europa. España, especialmente en Almería, cuenta con unas 5.500 hectáreas de cultivos sin suelo, con productos tan variados como versátiles. En Córdoba (Argentina) la empresa más grande produce 30.000 unidades mensuales de hortalizas de hoja y aromáticas. Brasil, México, España, EE.UU., Israel y Holanda están a la vanguardia en cuanto a producciones de cultivos sin suelo.

En Uruguay, todavía es un mercado chico y la empresa más grande dedicada a la hidroponía comercial (Verdeagua, cultivos hidropónicos) cuenta con 2 hectáreas de cultivos y produce unas 6 toneladas mensuales promedio, de las cuales 5 toneladas son de lechuga Salanova, una variedad holandesa creada para el segmento de la alta gastronomía.

«Es un nicho muy pequeño, pero es un mercado abierto y receptivo», afirmó a El Empresario el director de Verdeagua, Sebastián Figuerón. La empresa nació en el 2000 y sobrevivió a la crisis del 2002 vendiendo lechugas en los almacenes de barrio, pero un año más tarde levantó cabeza y de la mano de la diferenciación logró insertar sus productos en la cadena de supermercados Tienda Inglesa. Hoy apuesta a productos de élite, considerados de cuarta gama y con valor agregado que le hacen la vida más fácil al consumidor.

El mercado ha venido creciendo desde entonces. «Los consumidores identifican la calidad de producto, no solo por sus características organolépticas, sino por lo que representan hoy los productos hidropónicos en seguridad alimentaria», dijo Figuerón. El sistema de cultivo, sin pesticidas, sin suelo y con excelente calidad de agua, se suma al uso de los códigos QR en caso de Verdeagua. Son productos con trazabilidad.

Potencial

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Figuerón dice que el consumidor valora que las hortalizas producidas en hidroponía «vienen listas para consumir», porque el producto es lavado y preparado para que entre directamente a las góndolas del supermercado.

«El mercado en Uruguay es muy pequeño, pero tiene un enorme potencial de crecimiento. Hay gente dispuesta a invertir en esta tecnología, pese a que frente a lo que es la agricultura convencional en la producción hidropónica se precisa mucho más experiencia», admitió Figuerón.

El consumidor aún critica que los productos hidropónicos son más caros que los convencionales, pero algunos ya valorizan que no tienen desperdicios y ofrecen mayor seguridad alimentaria. «El proceso productivo es más corto y logramos mantenernos en los supermercados con un precio estable todo el año, porque no acompañamos la variabilidad de valores del mercado», explicó el director de Verdeagua.

En invierno, las hortalizas de hoja producidas a nivel de campo suben de precio, porque el ciclo productivo se alarga y los costos son otros. En el sistema hidropónico el producto es igual de calidad todo el año y la producción está asegurada, pues se planta en sustrato inerte y en invernadero.

Verdeagua coloca en el mercado lechuga, albahaca, berro, espinaca, rúcula y lechugas de la variedad Salanova, de procedencia holandesa. También se incluyen los tomates cherry en el mix de productos de la empresa.

Uno a Uno con Sebastián Figuerón.
Verdeagua. La empresa que dirige Sebastián Figuerón nació en 2000. Foto: Archivo El País.

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Educación

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Por su parte, Eduardo Llanes, director de la empresa Uruguay Hidroponia, dedicada al asesoramiento de cultivos sin suelo, asegura que hoy el consumidor «tiene mucho más conocimiento que hace años atrás sobre lo que es un cultivo hidropónico y por qué sale más caro».Yañez también es productor y vende parte de lo que produce en comercios de menor escala, pero aclara que está focalizado en el asesoramiento, tras haberse preparado en Uruguay, Chile y Brasil; en este último país hay emprendimientos a escala industrial.

«El problema es que todos los que apuestan a la hidroponía en Uruguay producen lo mismo y el caballito de batalla es la lechuga. Todavía hay poca diversificación», consideró este asesor. Según su punto de vista, «hace falta elevar más el nivel de conocimientos y falta mayor infraestructura para producir».

Agregó que son muy pocos los productores que innovaron en el mercado y señaló esa falta de innovación como una de las limitantes del crecimiento. «El conocimiento del consumidor mejoró mucho en los últimos tres años, pero todavía recalca que los productos hidropónicos son más caros y no hace falta acercarle mayor información sobre los beneficios de ese producto, cómo es producido y qué ventajas para su salud tiene», explicó Yañez.

Para este asesor y para los productores dedicados a estos cultivos sin suelo, el camino hacia lograr una mayor adhesión de los consumidores va por el lado de la sanidad y la inocuidad de los productos, que son más aprovechables, duran más tiempo y son producidos en condiciones sanitarias óptimas. A su vez, quitan pesticidas del medio ambiente y no contaminan, porque a la planta en los sistemas hidropónicos solo se les dan los nutrientes para que pueda crecer.

HISTORIA

Técnica milenaria

Las primeras referencias a la hidroponía fueron encontradas en China, hace siglos. Es un método de cultivo industrial de vegetales que en lugar de suelo usa sustratos inertes para sostener las plantas o soluciones acuosas. Este sistema baja drásticamente el uso de pesticidas y la planta precisa menor cantidad de nutrientes para crecer, acelerando su ciclo y la calidad de producto, según el Programa Nacional de Producción Hortícola de INIA Las Brujas.
En el siglo XVII, en Bélgica, experimentos demostraron la obtención de nutrientes por parte de plantas, pero recién en 1860 los alemanes Sachs y Knop fueron los primeros en hacer crecer las plantas en una solución nutritiva y llamaron al proceso «nutriculture». Diferentes trabajos de investigación se realizaron hasta 1929, cuando William F. Gericke, profesor de la Universidad de California, define el proceso como hidroponía («agua que trabaja»).
En la Segunda Guerra Mundial se instalaron sistemas hidropónicos para proveer de vegetales y frutas frescas a las tropas de las fuerzas aliadas en zonas de conflicto. Luego, la hidroponía comercial se extendió por el mundo.

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