Seis jóvenes innovadores que trabajan en un futuro prometedor

Compartir esta noticia
Despegados. Las "jóvenes promesas" fueron unas de los puntos altos durante el festival de innovación Campus Party, realizado en Punta del Este. (Gentileza Campus Party)

Innovación

Con el denominador común de mejorar la humanidad, crearon desde una app que traduce el habla en escritura, una plataforma que sustituye al papel en check-in de eventos o un injerto que se usa como bypass coronario

La edad no es una traba para estos jóvenes que no solo disfrutan de aprender, en muchos casos en forma autodidacta, sino que tienen una visión diferente del futuro y se atreven a innovar para dejar una huella.

Los denominaron «One to watch» (algo así como «las promesas»). Son emprendedores o investigadores en robótica, computación cuántica, inteligencia artificial, biotecnología, y contaron su experiencia en el Campus Party, el festival de innovación, tecnologÍa y creatividad que reunió entre el viernes y el domingo pasado a más de 4.000 personas en el Centro de Convenciones de Punta del Este. Seis de ellos dialogaron con El Empresario y lo que sigue es un resumen de sus historias.

Christopher Chance
Christopher Chance

Fue el speaker más joven del Campus Party. Tiene 15 años y la curiosidad es su motor. Cuando tenía ocho años se topó en su computadora con un ícono que le llamó la atención. Buscó en Internet y descubrió que era el de Javascript (lenguaje de programación web). Decidió ver de qué se trataba, descargó cursos y se dedicó a aprender como autodidacta. De igual forma, el año pasado este argentino decidió aprender computación cuántica, temática sobre la que ya da charlas. «Estaba en el Campus Party de Argentina, me comentaron que se puede usar para agujeros negros, que tendría mucho potencial y comencé a indagar. Tuve que aprender física cuántica, álgebra lineal, que en el colegio no enseñan, aunque omití temas, si no tendría que estudiar cinco años», aclaró. En 2017 creó la startup Veloow, una plataforma de registro de usuarios de meetups (de 20 a 100 personas) donde volcó su experiencia como desarrollador de eventos (como PHP Baires, la más grande de desarrolladores PHP de Argentina). La plataforma ya fue utilizada en 120 eventos y tiene el apoyo de Google Cloud for Startups (le brinda US$ 3.000 al año). Debido a su alto uso, sumó publicidad y para este año el plan es ampliar las prestaciones (como reconocimiento facial) y comenzar la expansión a otros países.

Iván Tabachnik
Ivan Tabachnik

Con 20 años este argentino ya creó y cerró varias startups; porque busca negocios, pero sobre todo porque le interesa «resolver problemas y dejar un impacto positivo en las personas». A los 12 trabajó en ONG, en proyectos sociales y educativos, pero al ver que resultaba difícil conseguir fondos para sustentarlos decidió apuntar a iniciativas «más comerciales». «Necesito un proyecto con una base para no depender de entidades, empresas ni del Estado y, una vez que esté bien, dedicarme 100% a lo social y educativo. Hay proyectos sociales que podrían funcionar mejor si aplican una estructura de negocio, no para generar una ganancia, sino para asegurar la sustentabilidad a largo plazo», dijo. Su primer proyecto, con 14 años, fue Encipel, una plataforma gratuita y colaborativa donde cualquiera cargaba un contenido y otro lo mejoraba. Creció tanto que se usó en los tres principales colegios de Buenos Aires, y docentes en España y México lo recomendaban como material para aprendizaje. También cofundó Trision, el primer marketplace de impresión 3D de Latinoamérica. En octubre del año pasado lanzó la agencia It’s An Agency, que integra empresas que dan servicios complementarios en un solo lugar y ya es sustentable.

Mateo Salvatto
Mateo Salvatto

«Asteroid nace porque quería hacer algo que impacte en las personas. Sabía de tecnología, pero la usaba para algo más lúdico. Como mi madre es profesora de sordos, se me ocurrió hacer una aplicación para ayudar y surgió Háblalo, un traductor en tiempo real que subtitula lo que alguien dice. Cuando pasó los 15.000 usuarios empecé a salir en los medios. Hoy asiste a 62.000 personas en 49 países». Así resume sus inicios en el mundo emprendedor el argentino Mateo Salvatto, quien a sus 20 años está al frente de Asteroid, empresa que busca innovar en soluciones «que la gente necesite». Su ambición lo llevó a que en 2017 le presentara su proyecto Háblalo y su intención de educar en robótica en Buenos Aires a Jorge Elustondo, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de Buenos Aires. A Elustondo no solo le gustó la idea sino que le propuso ser su asesor. «Hoy Háblalo ya se está instalando en todas las dependencias públicas de la provincia y comenzó el plan de educar en robótica», destacó. Además de ese proyecto, con Asteroid está desarrollando una app para mover una silla de ruedas mediante un celular, y un kit de robótica económico para que en todos los colegios de América Latina se enseñe esta tecnología.

Florencia Montini
Florencia Montini

Siempre la motivó hacer algo para devolver a la sociedad. Cuando era joven, esta argentina quiso estudiar algo relacionado a la medicina, pero ser médica le generaba «ansiedad» por la «gran responsabilidad» de tener en sus manos la vida de otra persona. Entonces, decidió hacer un aporte a la salud desde la ingeniería. Estudió ingeniería en materiales y realizó un doctorado orientado a los biomateriales. Como las enfermedades cardiovasculares son principal causa de muerte en el mundo y la cirugía de revascularización coronaria o bypass es el tratamiento utilizado frente a obstrucciones en irrigación al corazón, decidió crear un injerto vascular para usar como bypass coronario. Fue su tema de doctorado, que luego derivó en la creación de una estructura que, además de cumplir con las propiedades para actuar como «matriz extracelular temporaria de ingeniería de tejidos vasculares», promueve la «interacción celular para que una arteria coronaria se pueda regenerar naturalmente, de forma progresiva, a medida que el injerto se biodegrada», explicó. Hoy lleva a cabo sus investigaciones en la división polímeros biomédicos del Instituto de Investigación en Ciencia y Tecnología de Materiales UNMdP-CONICET (Argentina).

Rodrigo Beceiro
Rodrigo Beceiro

Tiene 29 años, es ingeniero en telecomunicaciones y hasta 2017 estaba al frente de operaciones de la tecnológica uruguaya Astropay, cuando decidió que era momento de emprender. El disparador del cambio fue el máster en gerencia en empresas tecnológicas de Universidad ORT, que cursó en 2016 junto a su socia, Paula Martínez. «En la tesis pensamos en hacer un juguete con inteligencia artificial para contar cuentos a niños. Comenzamos a investigar qué había y lo que encontramos nos voló la cabeza, sobre todo lo relacionado a inteligencia artificial, como procesamiento de lenguaje natural, computer vision, entre otras cosas. Seguimos estudiando en forma autodidacta y encontramos que en el mercado había una carencia de una oferta educativa más práctica, hay mucho de teórico. Y con miras a formar un equipo para una empresa comenzamos a dictar clases particulares», recordó. A fines del año pasado cofundaron Botia, que presta servicios de consultoría y cursos en inteligencia artificial. «Con las capacitaciones fuimos rentables desde el día uno, pero la idea es potenciar la parte de desarrollo de productos. Tuvimos clientes de Israel, Corea, Canadá e Inglaterra, a través de sitios freelancers», dijo.

GUILLERMO TRINIDAD
Guillermo Trinidad

En 2012, este uruguayo cursaba tercer año en el liceo de Médanos de Solymar cuando se topó por primera vez con un kit de Lego Mindstorms (el que entrega Plan Ceibal para que alumnos de liceos públicos aprendan robótica). Ahí prendió su pasión por esa rama tecnológica, que confía en que le permitirá «contribuir a crear algo que impacte en la sociedad». Tras varias competiciones locales en Sumo.Uy, e internacionales como la RoboCup en China 2015 donde junto a Pedro Sales logró la mención a mejor solución creativa y mejor defensa ante los jueces- y RoboCup Alemania 2016, decidió aplicar la robótica en productos. «El último proyecto fue investigar una manera de bajo costo de obtener señales electromiográficas (emitidas por los músculos al contraerse) para controlar una silla de ruedas. «El proyecto terminó en diciembre de 2018 y logramos controlar un robot Butiá (del proyecto de Facultad de Ingeniería) con señales de cualquier par de músculos del cuerpo», resumió. Su foco ahora está en culminar la carrera de Ingeniería en Computación, mientras sueña a futuro tener su empresa, aunque no descarta «estar en una de las referentes internacionales por algún tiempo».

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar