Estos son los desafíos económicos de Javier Milei para que la economía argentina consiga despegar en 2025

Los principales objetivos para el próximo año son la desaceleración de la inflación y que la actividad económica dé un salto de la mano de un aumento del consumo.

Compartir esta noticia
Billetes de pesos argentinos.
Billetes de pesos argentinos.
Foto: Canva

Tras la política de shock aplicada durante este año, el gobierno de Javier Milei espera empezar a cosechar los frutos de su plan económico en 2025. Por un lado, uno de los objetivos es que la inflación desciende de alrededor del 115% con el que cerrará este año a menos del 20%. Por el otro, la apuesta es que, tras la caída del 3% del PBI en 2024, la actividad económica salte el próximo año un 5% impulsada por una recuperación del consumo.

No obstante, más allá de esas mejoras previstas, el plan del gobierno libertario aún debe superar varios retos para que la recuperación de la economía argentina pueda terminar de consolidarse. “El principal desafío para el próximo año será poder salir del cepo cambiario con un esquema armonioso. Esto es, que la liberación de las restricciones, cuando se concrete, no genere turbulencias ni un ajuste adicional del tipo de cambio dado que eso provocaría una pausa en el ritmo de crecimiento y desinflación”, dijo a El País Pablo Repetto, jefe de Research de Aurum Valores, en Buenos Aires.

Con elecciones parlamentarias de medio término previstas para octubre, el principal objetivo del gobierno de Milei en el 2025 pasará por profundizar la desaceleración de la inflación, el aspecto de la gestión más valorado por un amplio sector de la sociedad, según las encuestas. De acuerdo al proyecto de Presupuesto —no será tratado por el Congreso ante la falta de consenso con la oposición y la negativa del gobierno a incluirlo en sesiones extraordinarias—, la inflación en 2025 está pautada en el 18%. De cumplirse, sería el índice más bajo desde 2009.

Recuperación del poder adquisitivo

La expectativa del gobierno es que ese descenso de la inflación permita una recuperación del poder adquisitivo de los salarios tras el desplome de este año. Los bruscos aumentos de precios registrados entre diciembre de 2023 y abril pasado, sumado a la reconfiguración en el gasto de los hogares para hacer frente a las fuertes alzas del boleto del transporte público y de las tarifas de electricidad, gas y agua, provocaron un derrumbe del consumo masivo. Según el relevamiento que realiza la consultora Scentia sobre 300 categorías de productos en 7.000 cadenas de supermercados y autoservicios de todo el país, entre enero y noviembre las ventas cayeron 13,5% con respecto al mismo período de 2023.

Góndola de supermercado.jpg
En los supermercados, esto siempre va a estar más a mano que lo necesario y nutritivo.
Foto: Flickr.

El descenso incluye a productos clave de la canasta básica, como el consumo de carne vacuna, que en noviembre cayó al nivel más bajo de los últimos 22 años, de acuerdo a un reciente informe de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra). En tanto, otro producto con una demanda históricamente inelástica como el de la leche fluida registró un descenso interanual del consumo del 9,8% entre enero y octubre, según el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA).

Para el año próximo, además de la apuesta del gobierno a la recuperación de los salarios, otro impulso promete provenir de la reactivación del crédito en un escenario de mayor estabilidad, lo que podría dinamizar las ventas de bienes durables, desde electrodomésticos a motos. Esos factores serían clave para impulsar la recuperación del consumo interno, un rubro que representa cerca del 70% del PBI en Argentina.

“El crecimiento del 5% esperado por el gobierno para el año próximo se podría alcanzar solo con el efecto arrastre que dejará el 2024 más alguna expansión adicional. En cambio, no es tan probable que se cumpla la pauta de inflación. Con la economía creciendo 5% y algunos ajustes de precios relativos pendientes, un 18% de inflación parece una meta demasiado ambiciosa. Nuestra estimación es que el índice anual será del 23 o 24%”, dijo Repetto.

Dólar: la clave

El escenario planteado por el gobierno para el 2025, con el que coinciden a grandes rasgos las proyecciones de las consultoras privadas, representaría una mejora sustancial con respecto a los registros de los últimos dos años. Sin embargo, el cumplimiento de esas estimaciones está condicionado a que no haya movimientos disruptivos en el mercado cambiario, un factor de riesgo siempre latente en Argentina, más aún en un año electoral.

Luego del salto del 118% del tipo de cambio dispuesto al inicio de la gestión, el ministro de Economía, Luis Caputo, puso en marcha un esquema de devaluación administrada del 2% mensual. Esa medida, en el marco del mantenimiento del cepo cambiario, convirtió al tipo de cambio oficial en un ancla que permitió frenar el ritmo al que venían corriendo los precios. El problema es que la inflación de cerca del 170% acumulada desde diciembre corrió a mucha mayor velocidad que el ritmo de devaluación y borró la mejora de competitividad obtenida a fines del año pasado. De hecho, el Indicador del Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM), un índice que mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto al de los de los 12 principales socios comerciales del país, ya descendió a 79,1, un nivel que está incluso por debajo del registrado al final del gobierno de Alberto Fernández, días antes de la abrupta devaluación dispuesta por la administración Milei.

Esa pérdida de competitividad que en las últimas semanas se viene acelerando con la devaluación del real en Brasil, sumado al proceso de apertura de las importaciones en marcha, abre interrogantes en torno al impacto que sufrirán sectores industriales como el textil, automotriz y siderúrgico, todos altamente demandantes de empleo. “El escenario de apreciación cambiaria con apertura de la economía luce un poco temerario. No todos los sectores poco competitivos y protegidos se reconvertirán de manera automática. Un proceso más lento hubiera sido menos traumático para el empleo”, dijo Repetto.

Más allá de esas objeciones, todo indica que los motores de la actividad económica en Argentina irán virando cada vez con mayor intensidad hacia actividades del sector primario como el agro y la minería, además del fuerte despegue esperado en la producción de hidrocarburos no convencionales gracias a desarrollo del mega yacimiento Vaca Muerta. “Energía, agro y servicios no transables son los sectores que empujarán el crecimiento. En contrapartida, en este contexto de tipo de cambio bajo, todo lo que sea bienes transables e industria no van a ser muy pujantes”, dijo a El País el economista Guido Zack, director del centro de investigación Fundar, en Buenos Aires.

Evolución. La divisa puso una pausa a su tendencia alcista.
Evolución: la divisa puso una pausa a su tendencia alcista.
Foto: Canva

Con ese enfoque, el gobierno de Milei apuesta a que el año próximo la actividad económica finalmente tome un impulso más vigoroso. Según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), con la recuperación registrada en el tercer trimestre, el PIB alcanzó a fines de setiembre prácticamente el mismo nivel con el que cerró 2023. No obstante, la expansión se habría vuelto a desacelerar a partir de octubre, según datos preliminares.

Tras un primer año de vertiginoso reordenamiento de las variables económicas, el gobierno de Milei confía en que la desaceleración de la inflación y el rebote de la actividad económica se convertirán en los factores clave que garantizarán un respaldo mayoritario al oficialismo en las urnas en 2025. El riesgo es que, como tantas otras veces ha sucedido en la historia argentina, en pos de alcanzar réditos políticos y electorales de corto plazo se vayan acumulando desequilibrios económicos que requerirán de ajustes más drásticos a futuro.

“Milei plantea aspectos novedosos con respecto a los planes económicos de los últimos años como el equilibrio presupuestario y la apertura comercial. Sin embargo, hay algo que es un vicio histórico en Argentina y que no cambió con este gobierno: el atraso del tipo de cambio. La escasez de pesos por el cierre de la emisión monetaria no necesariamente va a compensar la escasez de dólares y por más que en 2025 se pueda sostener el actual nivel del tipo de cambio, es poco probable que se pueda seguir manteniendo después de las elecciones y, en particular, cuando haya intenciones serias de salir del cepo. Para entonces, la magnitud del salto cambiario marcará cuál será el impacto sobre la reversión de la desinflación y sobre el nivel de actividad”, dijo Zack.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar