Argentina, ¿por qué esta vez será diferente y qué innovación de Milei merece un Nobel?

El economista jefe para mercados emergentes de BCP Securities, Walter Molano estuvo en Argentina y evaluó la situación del país.

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Buenos Aires. Multitudinaria concentración convocada ayer por docentes y estudiantes.
Buenos Aires: Multitudinaria concentración convocada ayer por docentes y estudiantes.
Foto: AFP

La coyuntura crítica es una teoría de las ciencias sociales que explica cómo los acontecimientos decisivos pueden alterar la trayectoria a largo plazo de una institución, sociedad o nación. No hay duda de que Argentina se encuentra en un momento crucial. La última vez que estuvo en una encrucijada similar fue hace casi un cuarto de siglo, cuando se derrumbó el Plan de Convertibilidad (US$ 1 = 1 peso argentino) y el país se vio empujado a una espiral descendente de populismo, clientelismo y pobreza. Ahora, bajo el liderazgo del presidente Javier Milei y un grupo de tecnócratas incondicionales, el país se está moviendo en la dirección opuesta.

Asunción de Javier Milei
Asunción de Javier Milei.
Foto: Pablo Porciuncula/AFP.

Esta no es la primera vez que Argentina se embarca en un ambicioso plan de estabilización. Su historia está llena de varios intentos de controlar la inflación galopante, la mayoría de ellos con resultados desastrosos. El país ha sido un banco de pruebas para una variedad de brebajes monetarios y cambiarios, sin atender nunca a la esencia de las presiones inflacionarias, que siempre fueron una mala gestión fiscal. Milton Friedman sostuvo que la inflación era un fenómeno monetario, pero lo que no enfatizó fue que la razón por la cual las variables monetarias estaban fuera de control era el despilfarro fiscal y la falta de recursos para financiarla, salvo mediante la expansión monetaria.

Afortunadamente, el presidente Milei fue al meollo del problema y tomó una motosierra para destrozar el presupuesto del gobierno. Se recortaron muchos programas de gasto y hubo un sufrimiento generalizado cuando los jubilados vieron disminuir sus beneficios. La pobreza se disparó, mientras que las tarifas de los servicios públicos aumentaron. Sin embargo, al mismo tiempo la productividad y la eficiencia mejoraron, creando oportunidades para un crecimiento renovado.

El presidente Milei rompió el molde tradicional de los programas de estabilización al ampliar el enfoque para incluir la microeconomía. Bajo el liderazgo del reconocido economista Federico Sturzenegger, el gobierno comenzó a desmantelar siglos de regulación, intermediarios y aranceles que obstaculizaban la innovación, la productividad y la competencia.

Como resultado, las presiones inflacionarias disminuyeron a medida que los costos de transacción cayeron. Por ejemplo, organizaciones políticas como La Cámpora administraron muchos programas de asistencia social, quedándose con una tajada y construyendo una relación clientelista con los pobres. Así fue como movilizaron a cientos de miles de manifestantes en marchas políticas multitudinarias. Las reformas de Milei sacaron a La Cámpora del circuito y distribuyeron los programas de asistencia social directamente, aumentando la cantidad neta de beneficios que recibía la gente.

Billetes de 500 y 200 pesos argentinos.
Billetes de 500 y 200 pesos argentinos.
Foto: Canva

El centro de Buenos Aires ya no está abarrotado de multitudes de “piqueteros”, que tienen al gobierno como rehén y hacen la vida miserable en la capital. Esto se ha replicado en todo el país, eliminando innumerables intermediarios que hacían la vida tan difícil y cara.

Otro ejemplo fue en los puertos. La dominación secular de los puertos de Buenos Aires y Bahía Blanca, dos puertos de aguas poco profundas ineficientes, finalmente fue reemplazada por un nuevo superpuerto de aguas profundas en la provincia de Río Negro. La instalación de San Antonio del Oeste, de US$ 2.000 millones, albergará superpetroleros de gran calado que cargarán millones de barriles de petróleo de Vaca Muerta y lo llevarán a China, hambrienta de energía.

De manera similar, decenas de importantes empresas argentinas están presentando nuevos proyectos, por miles de millones de dólares, para aprovechar los vastos recursos naturales y humanos del país. Con el nuevo régimen de inversiones RIGI, las empresas ahora tienen las garantías que necesitan para asumir compromisos a largo plazo. Por primera vez en décadas, el énfasis del sector privado está puesto en el crecimiento, más que en la supervivencia. De hecho, Argentina ya no es un negocio rápido, sino una inversión a largo plazo.

La historia de Argentina ha sido la de las mafias y los cárteles que han permitido a un pequeño número de individuos acumular cantidades masivas de poder y riqueza mediante la creación de cuellos de botella y cabinas de peaje virtuales. En todas partes, desde los servicios de seguros hasta los escribanos y las aprobaciones de importación, los funcionarios, incluso los presidentes, exigieron sobornos y sobreprecios para proporcionar bienes y servicios básicos.

Las ineficiencias inherentes producidas por estos impedimentos transformaron a la sociedad y la economía en prisioneras de una clase política, impulsada principalmente por el Partido Peronista. Sin embargo, la dinastía Kirchner llevó esto a un nivel más extremo, metiendo la mano en todos los aspectos de la actividad económica. El presidente Milei es firme en su compromiso de romper este dominio. Es por eso que sigue enfatizando la palabra “libertad” en su retórica.

En otras palabras, si bien puede estar implementando un programa de estabilización macroeconómica atacando los excesos fiscales de las administraciones anteriores y adhiriéndose a una postura de déficit fiscal cero, el verdadero cambio se está produciendo en el frente microeconómico al permitir que la población se libere de las ataduras impuestas por el sistema político.

No sólo marca una coyuntura crítica para la nación, al embarcarse en un nuevo camino hacia la prosperidad, sino que anuncia un nuevo capítulo de la formulación de políticas económicas que incluye la microeconomía en la ejecución de los programas de estabilización. Se trata de una innovación que verdaderamente merece un Premio Nobel de Economía.

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