FINANZAS DE BOLSILLO
El cliente puede evaluar si será capaz o no de exonerar el pago de renovación.
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Estándar, oro, platinum, black, premium, asociadas a Visa, Mastercard, American Express... La multiplicidad de tarjetas de crédito que se ofrecen en el mercado es enorme. Y no es fácil darse cuenta cuál conviene elegir. En este Finanzas de Bolsillo repasaremos los diferentes aspectos a considerar.
Generalmente al solicitar una tarjeta de crédito regional o internacional, el primer año es sin cargo. Pero la percepción sobre si lo que los bancos cobran a partir del segundo año es alto o bajo, dependerá de las prestaciones de cada tarjeta y del grado de aprovechamiento que el usuario haga de ésta.
De nada sirve tener una tarjeta que da acceso a salas VIP en los aeropuertos, si el usuario no viaja seguido. O si tiene descuentos interesantes en ropa, pero suele gastar más en libros. Por el contrario, si el tarjetahabiente viaja seguido y suele comprar en tiendas premium, seguramente desquitará el precio anual de una tarjeta “cara” con mayor facilidad.
Parece una conclusión sensata, pero no lo es. Son muchos los tarjetahabientes que no conocen bien las prestaciones de sus tarjetas y no miden qué tanto las aprovechan, en gran parte porque las prestaciones cambian cada cierto tiempo.
La forma de bajar el costo que se paga anualmente por una tarjeta (luego del primer año sin cargo) es aprovechando los beneficios. De hecho, muchos bancos exoneran el pago de la renovación de la tarjeta, si el uso de ésta llega de determinado promedio anual.
Entonces, ¿qué hay que fijarse a la hora de elegir una tarjeta de crédito, o en el momento de cambiarla, para que el costo anual no resulte una carga?
Mariela Espino, gerente general del Banco República (BROU), responde a El País: “El usuario debe ver el costo anual de la tarjeta y si tiene la posibilidad de exonerar ese costo. También tiene que estudiar el paquete de beneficios de la tarjeta, qué brinda la institución, qué descuentos, en qué comercios, qué premios y acumulación de puntos, y ver si eso le sirve. Y en tercer lugar, la tasa de financiación, porque ahí hay diferencias significativas entre las distintas tarjetas del mercado”.
“La clave al elegir una tarjeta es que el cliente identifique para qué la va a usar, qué programa de puntos le interesa más y qué beneficios asociados le seducen. Ese es el mix a tener en cuenta”, coincidió Juan Carlos Raffo, director de Comunicaciones de Scotiabank.
Sofía Gómez Platero, responsable de Tarjetas de crédito de Itaú, puso su foco en las tarjetas Volar al asesorar: “Siempre decimos que para que un programa de fidelidad sea beneficioso para el cliente, le conviene centralizar la mayor cantidad de gastos en una misma tarjeta (incluyendo débitos automáticos) acelerando la acumulación de millas, para luego monetizarlos de acuerdo a su preferencia”.
“Algo que descubrimos en la pandemia fue el interés de los clientes por usar las millas como efectivo y de ahí trabajamos en acercarles diferentes canjes que simplifiquen su día a día y a su vez sean una forma de ahorro. Hoy los viajes vuelven a tomar un rol preponderante, pero la tendencia del consumo recurrente en gastos del día a día se mantiene”, agregó Gómez Platero.
Por supuesto que en este tema, como en tantos otros en la vida, “querer no es poder”, porque bien es sabido que todas las tarjetas piden un mínimo de ingresos o de respaldo para acceder. Por ejemplo, la tarjeta Soy Santander Internacional (VISA o Mastercard) requiere un ingreso líquido mínimo de $ 10.000; Soy Santander Platino exige como mínimo $ 70.000; Mastercard Black del BBVA requiere un mínimo de ingresos de $ 150.000 ; y así cada una con requerimientos específicos.
Los costos de las tarjetas
Veamos los costos anuales de algunas tarjetas de crédito, como referencias.
Entre el pool de opciones de BROU, están: la VISA regional ($ 1.098 cuesta el cargo anual o renovación), VISA Internacional ($ 1.098), VISA Oro ($ 2.562), VISA Platino ($ 4.026). Esos montos (todos con IVA incluido) aplican desde el segundo año (el primero es sin cargo) y se pueden pagar en tres cuotas mensuales consecutivas. Tal como adelantamos, aplican bonificaciones en los precios según el consumo promedio mensual registrado el año anterior. Generalmente las bonificaciones van del 50% al 100%.
Cada tarjeta tiene distintos tipos de beneficios o descuentos en comercios y demás, según su nivel o alcance.
Consultada Espino sobre si por ser un banco estatal, el BROU tiene precios más accesibles, respondió: “Sí, tenemos como meta ofrecer el precio más bajo del mercado, o estar entre los más bajos. Tradicionalmente, aplicamos la posibilidad de exoneración porque es una forma de incentivar el uso de la tarjeta. Hay clientes que tienen su tarjeta hace 10 años y nunca pagaron la renovación, debido al uso que realizan”.
Desde hace cerca de un año y medio, ese banco adelanta una intensa campaña de la Master BROU Recompensa, que tiene descuentos directos en supermercados, farmacias y combustibles, además de acumular puntos. “Ya superamos los 150.000 plásticos de esa tarjeta”, contabilizó Espino.
Sigamos ahora con Itaú. Su tarjeta Regional básica tiene un costo anual de 414 Unidades Indexadas (UI, $ 2.241 a hoy), pasando por una gama de diversas tarjetas, hasta la de mayor categoría que sería la Infinite de Visa y Black para Mastercard, que alcanzan las UI 1.454 ($ 7.869, también con la posibilidad de bonificar parcialmente el costo de renovación según el monto promedio de consumos del cliente).
“La diferencia entre los distintos tipos de tarjetas son los beneficios, seguros de viaje, acumulación de millas y accesos a salas vip en los aeropuertos, entre otros. Los tipos de tarjetas son regionales, internacionales, Oro, Platinum e Infinite o Black, tanto VISA como Mastercard”, resumió Gómez Platero.
En cuanto a Scotiabank, la Visa internacional básica Sonrisas, ofrece un primer año sin costo y luego el pago es de 660 UI anual ($ 3.572). Esta tarjeta ofrece 10% de descuento en pasajes, acumula “sonrisas” (puntos) con todas las compras, beneficios exclusivos dentro del shopping Tres Cruces y descuentos desde el 15% en distintos rubros.
Entre otras opciones, está Visa Oro Scotia Puntos, que también ofrece el primer año sin costo, y pasa a costar 1.230 UI ($ 6.657) anual a partir del segundo año, otorgando descuentos desde el 15% en distintos rubros y acumula puntos en las compras.
Otra opción de Scotiabank es The Platinum Card Metal American Express, que exige un pago de 4.200 UI ($ 22.731) anual, sin cargo por compras en el exterior (presencial u online). Esta tarjeta ofrece accesos exclusivos a salas VIP en todos los aeropuertos, parking exclusivo en el aeropuerto de Carrasco, cobertura de seguro, concierge Platinum y desde 25% de descuentos en distintos rubros, entre otras prestaciones.
Pero no es objetivo de esta nota entrar en los detalles de cada tarjeta, sino mostrar que cuanto más sofisticada la tarjeta, más cuesta y mayor acceso a beneficios, descuentos, puntos y servicios concierge (de elite). Esto significa que le conviene al cliente que la tarjeta que elija sea cónsono con su estilo de vida. De lo contrario, estará forzando sus finanzas y estresando su vida o, por el contrario, desaprovechando opciones.
Siguiendo con la recorrida, el BBVA ofrece, por ejemplo, la BBVA Visa Internacional con un costo anual de $ 3.782 (a partir del segundo año). Otro caso, más top, es su tarjeta Black, con un costo de mantenimiento de 1.308 UI ($ 7.079), que da acceso a salones VIP de aeropuertos, servicios concierge, etcétera.
En el Santander, es muy solicitada la Soy Santander Internacional, que cuesta desde $ 2.350 anuales desde el segundo año. Como beneficios ofrece 15% de descuentos en restaurantes y comercios de otros rubros, y 20% en fechas especiales, entre otros. Y la tarjeta Soy Santander Platino, que va desde los $ 3.050 anuales a partir del segundo año, ofrece 20% de descuento en restaurantes, 15 % en otros rubros y 20% en fechas especiales, además de acumular puntos por consumo, seguro de viaje, accesos gratis a salas VIP, entre otras prestaciones.
Lo importante es que el cliente consiga la información completa sobre cada tarjeta de crédito acorde a su perfil de consumo, sincere su situación financiera y planifique el uso de aquella que adquirirá.
Lo mejor es evitar sorpresas que descuadre sus cálculos y para ello, ser realista y asesorarse bien nunca está de más.
En un mercado de alta competencia y en el que gran parte de la población accede a productos y servicios en forma financiada, la “guerra por los puntos” está a la orden del día.
Los bancos aumentan y renuevan las opciones de puntos (o millas) a los que pueden acceder los clientes con sus compras, como forma de captarlos o fidelizarlos.
Por ejemplo, Soy Santander ofrece 10.000 puntos como bienvenida por la solicitud de sus tarjetas “Paquete trilogía”. También está la apuesta por productos específicos para targets determinados, como por ejemplo, las Tarjetas Volar o Latam Pass del Itaú, que ahora además tienen una promoción de 3.000 millas de regalo al solicitarlas. Asimismo, hay tarjetas “de nicho” para hacer compras solo en duty free, o para compras del sector agroindustrial, o en comercios específicos, como la BBVA Frog. Ese banco ofrece “cyberdescuentos” (descuentos en gran número de comercios adheridos), y preventas exclusivas de entradas a espectáculos y conciertos. Algo similar hacen las otras tarjetas, siempre con el ánimo de captar el interés del público general y potenciales clientes.
Una curiosidad es el ofrecimiento del BBVA de sus tarjetas Peñarol o Nacional Internacional Mastercard, pensadas para los fanáticos del fútbol. Esas tarjetas ofrecen descuentos en las cuotas sociales de los respectivos clubes deportivos, en las compras y renovación de butacas en los estadios, así como descuentos en tiendas deportivas y otros beneficios exclusivos para ese target.
La idea de base de acumular puntos es que el cliente genere y desarrolle hábitos de consumo ligados al sello de la tarjeta.
¿Qué buenas prácticas destacaría para el correcto uso de las tarjetas de crédito por parte del consumidor?
Según Sofía Gómez Platero, responsable de Tarjetas de crédito Itaú: “Las buenas prácticas para el correcto uso de las tarjetas de crédito son: determinar una fecha de pago posterior al pago del sueldo del tarjetahabiente; tener control sobre los gastos y conocer la capacidad de endeudamiento; pagar al menos el pago mínimo antes de la fecha de vencimiento del estado de cuenta; incluir el gasto de la tarjeta de crédito en el presupuesto del mes; aprovechar los beneficios para comprar de manera más eficiente; utilizar las millas acumuladas por los consumos; y en el caso de viajar al exterior, notificar al banco para su monitoreo”.
La ejecutiva destacó que las tarjetas de crédito se vuelven un aliado en la medida en que permiten organizar mejor las finanzas, pero para ello hay que desarrollar un uso responsable.
Por su parte, Mariela Espino, gerente general del BROU, destacó la importancia del pago en fecha, o antes del vencimiento. “Si se hace un pago total, no se genera intereses. Pero el pago mínimo es, para el cliente, la forma más costosa de utilizar la tarjeta, porque va quedando un saldo que genera intereses, que se van incrementando a medida en que el cliente sigue financiando; los intereses se acumulan. En la opción intermedia (pagar un monto que no es el mínimo ni el total), el impacto es menos significativo que el caso anterior, porque el cobro de intereses aplica solo sobre el saldo sin pagar”, explicó.