DESDOLARIZACIÓN
El BCU se marcó el objetivo de desdolarizar la economía. Sabe que el camino será largo y difícil, en tanto no solo depende de medidas económicas sino principalmente de un cambio cultural.
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Reducir el “gusto” de los uruguayos por el dólar es uno de los desafíos que más desvela a las autoridades económicas del país hoy y por ello buscan avanzar en diferentes caminos que los acerquen a desdolarizar la economía. Sin embargo, los expertos afirman que el reto es sumamente complejo porque más allá de la racionalidad económica detrás de este fenómeno hay “una pared” mucho más fuerte con la que chocan: la costumbre de optar por el dólar como reserva de valor, el miedo a las crisis y otros factores culturales que hacen que casi el 80% de los depósitos uruguayos hoy estén en dólares y no en moneda nacional.
Sin embargo, la dolarización afecta la gestión financiera de las empresas y familias uruguayas y por ende, al crecimiento de la economía a largo plazo. Por ese motivo es que el Banco Central (BCU) se ha propuesto ir hacia una moneda nacional de calidad y para lograrlo afirman que la inflación debe caer y la dolarización reducirse.
El objetivo está claro y los caminos para lograrlo también pero los expertos económicos coinciden en que con eso solo no alcanza y las autoridades del BCU también lo tienen claro. Por ello, comenzaron a realizar múltiples reuniones entre economistas, académicos, instituciones financieras y empresarios -principalmente de los sectores cuyos precios están en dólares como el automotor y el inmobiliario-, para poder intercambiar sobre el tema y entender de primera mano cuáles son los factores que hacen que los uruguayos prioricen al dólar por sobre la moneda nacional y qué incentivos se pueden implementar para revertirlo.
En ese contexto, ayer se llevó adelante una jornada virtual -organizada en conjunto entre la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA) y el BCU- en la que se presentaron tres estudios académicos sobre la dolarización de los precios, que fueron luego comentados por referentes económicos.
El economista y socio de CPA Ferrere, Gabriel Oddone ve “con muy buenos ojos” el esfuerzo del regulador en avanzar hacia la desdolarización porque a su entender Uruguay “es un caso particular” en comparación con el resto del mundo dado que ha sido una economía bimonetaria “por un tiempo muy prolongado” a diferencia de otros.
A su entender, la política macroeconómica tiene un “gran desafío” por delante que es ver cómo soluciona el “espiral entre la dolarización y la inflación”. Según el economista, para avanzar en la reducción de la inflación se “requiere tener algunos resultados” en términos de desdolarización, pero ahí surge el espiral porque el “prerrequisito” para lograr desdolarizar la economía implica tener un proceso avanzado de desinflación.
“Parte del desafío de la política es encontrar la manera de avanzar en la desdolarización para remonetizar a la economía y por otro lado, cómo lograr desdolarizar con el propósito de desindexar varios mercados o varios procesos de formación de precios. Ese es el gran desafío que la política macroeconómica tiene por delante”, manifestó.
¿Cómo la economía uruguaya llegó a niveles tan altos de dolarización? Para el economista y socio de Vixion Consultores, Aldo Lema el fenómeno no tiene nada de nuevo pero afirmó que no se ha podido revertir debido a un “error de diagnóstico”.
En este sentido, hizo un repaso histórico sobre algunos hitos que explican en parte la situación actual y manifestó que lo que ocurrió fue que “hubo una creencia (en la década de los años 80) de que la volatilidad de las paridades cambiarias” a nivel global “iban a ser un evento transitorio” y que el mundo iba a retornar a un régimen de mayor estabilidad cambiaria. Sin embargo, eso no ocurrió.
A eso se sumó un segundo evento durante la misma década que fue un “cierto grado de inflexibilidad y rigideces de los precios“ que llevaron a que se justificara “la autonomía de la política monetaria y la capacidad para que juegue un rol contracíclico ante eventos adversos”, muchos de los cuales tienen que ver con esa volatilidad de las paridades cambiarias que representan luego “problemas de manejo” para economías como la uruguaya, dijo Lema.
No obstante, para el economista hay aspectos buenos a mantener como por ejemplo la indexación financiera (mediante la Unidad Indexada) a la que calificó como “un acierto”; otros aspectos microeconómicos a profundizar relacionado a la reconstrucción de los mercados en pesos y la captación de bancos en moneda nacional (lo que permitiría una mayor desdolarización del crédito); y otros temas en los que se puede innovar en el sentido de lograr una inflación baja y estable.
“Ese es el desafío más relevante que tenemos hoy”, afirmó Lema y añadió: “Es evidente que para poder competir precisamos una moneda estable y para eso necesitamos consolidar un régimen verdadero y creíble de metas de inflación convergiendo al 3% durante el mayor tiempo posible, eso estimularía la desdolarización y una mayor flexibilidad cambiaria que permitiría seguir amortiguando los shocks” externos.
Por su parte, la economista Gabriela Mordecki puso el foco en el impacto que la dolarización tiene en las familias uruguayas y afirmó que hay “factores culturales que deben ser tomados en cuenta para avanzar”. En ese sentido, sugirió que el BCU y las autoridades “realicen mayores incentivos” y nuevas reglamentaciones que permitan reducir la dolarización en los ahorros de los uruguayos. “En los depósitos está el gran pendiente. La desdolarización tiene todavía un camino largo que recorrer”, afirmó.
Patologías de tener una economía dolarizada
Los referentes económicos expusieron las diferentes “patologías” que implica tener una economía altamente dolarizada. Entre ellas mencionaron que se limita la eficacia estabilizadora de la política monetaria; que el alto nivel de dolarización de los depósitos limita la posibilidad de avanzar en el proceso de monetización debido al riesgo asociado al descalce de monedas que enfrentan las instituciones financieras y porque además una economía altamente dolarizada afecta la efectividad de la política económica.
De acuerdo con Oddone, “hay una consistencia entre los objetivos desinflacionarios y las acciones microeconómicas que el Banco Central se ha propuesto promover” para desdolarizar la economía. Sin embargo, afirmó que además se requiere un fortalecimiento de la credibilidad y principalmente de la sostenibilidad de proceso.
En ese sentido, el socio de CPA Ferrere apuntó : “Es clave la firmeza política en este proceso. Lo peor que nos podría pasar es que en algún momento y por alguna razón debiera ser abandonado y algunos percibieran que el esfuerzo realizado fue en vano y volvieramos a cero. Una vez que se empezó este camino, es clave que haya consistencia técnica pero al mismo tiempo que haya certeza de que va a haber apoyo político para sostener el proceso a lo largo del tiempo”. De acuerdo con Oddone, el compromiso desinflacionario “había estado aparcado por un período prolongado a partir de mediados de la decada pasada”.
En tanto, el economista y director ejecutivo del Ceres, Ignacio Munyo dijo que la desdolarización es un problema “dificilísimo de resolver” porque “hay que cambiar la cabeza” de los uruguayos que siguen optando por la divisa estadounidense aunque su valor haya tenido “una pérdida gigantesca” en los últimos años. No obstante, Munyo remarcó que la realidad global actual “se presenta como una ventana de oportunidad” tanto a nivel financiero como por los precios internacionales que Uruguay “debe aprovechar” para poder “tolerar una inflación y un dólar bajo”. Según el director de Ceres, “hoy en el mundo se está dando un cuestionamiento natural del dólar como reserva de valor”, debido a que Estados Unidos “se está abusando del poder de tener una reserva global de valor” (en alusión a la enorme emisión monetaria como respuesta a la pandemia). Igual señaló que en Uruguay “va a llevar mucho tiempo y trabajo cambiar. En este esfuerzo del BCU de evangelizar, no hay más que apoyarlos”, afirmó.