El primer año de "Mileinomics", ¿cómo está la economía de Argentina en el mandato de Javier Milei?

El gobierno de Javier Milei cumple su primer año de gestión con un logro predominante: la desaceleración de la inflación.

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Javier Milei dando un discurso en el almuerzo de ADM.
Javier Milei dando un discurso en el almuerzo de ADM.
Foto: Darwin Borrelli/El País

Buenos Aires
El gobierno de Javier Milei cumple su primer año de gestión con un logro predominante: la desaceleración de la inflación. El sostenido descenso desde el pico del 25,5% mensual registrado en diciembre de 2023 al 2,7% de octubre pasado no solo mejoró las expectativas económicas, sino que se convirtió en un activo político clave para un gobierno con clara minoría en el Congreso. De hecho, los relativamente elevados índices de aprobación que mantiene la gestión de Milei están basados fundamentalmente en el éxito alcanzado en la lucha contra la inflación, según el consenso de los sondeos.

No obstante, aún con ese logro inicial, los interrogantes sobre el rumbo de la economía argentina a mediano plazo persisten. Las principales dudas pasan por si podrán sostenerse tanto el equilibrio fiscal como la paz cambiaria, dos aspectos clave en el proceso de reducción de la inflación.

“Hay un buen diagnóstico, se alcanzaron algunos éxitos y ahora la gran pregunta es si esos logros podrán consolidarse en un contexto de confrontación política, más aún en un año electoral como el próximo (en octubre de 2025 habrá elecciones en Argentina para renovar la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado). Al plan de estabilización no le sobra nada, está bastante ajustado, sobre todo en materia cambiaria por la apreciación del peso argentino”, dijo a El País el economista Luis Secco, director de la consultora Perspectiv@s Económicas, en Buenos Aires.

Tras la devaluación del 118% del peso argentino que sinceró el fuerte atraso cambiario heredado del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner a fines del año pasado, la administración Milei puso en marcha un esquema de devaluaciones fijas del tipo de cambio oficial del 2% mensual. A esa ancla cambiaria, que fue clave para frenar el ritmo acelerado al que venían corriendo los precios en el primer semestre, se sumó el control de los dólares paralelos a partir de julio.

Javier Milei.
Javier Milei.
Foto: AFP

Desde entonces, el Banco Central viene vendiendo en los mercados del dólar Contado con Liquidación (CCL) y MEP divisas que los exportadores tienen la obligación de liquidar en el mercado oficial. Esa mayor oferta en los mercados paralelos vino a complementar al llamado “dólar blend”, un esquema iniciado durante el gobierno anterior por el que el 20% de las exportaciones se liquidan en el mercado del CCL.

Con ese desvío de dólares a los mercados paralelos, el gobierno viene logrando mantener a raya las cotizaciones del CCL y el MEP, además del control que ejerce sobre el tipo de cambio oficial mediante el cepo. En ese contexto de virtual seguro de cambio con tasas de interés en pesos que duplican el ritmo de devaluación, en los últimos meses se desató una fiesta financiera que, por un lado, impulsó la suba de bonos y acciones, y, por el otro, desinfló la demanda de dólares. Desde julio, la cotización de los tipos de cambio paralelos acumula una caída en torno al 30%, un descenso que prácticamente borró la brecha con el dólar oficial.

No obstante, ese esquema virtuoso tiene un evidente efecto colateral: los dólares usados para agregar oferta en los mercados de los tipos de cambio alternativos no pueden ser acumulados por el Banco Central. Esa sangría, sumado a la salida de divisas para afrontar los vencimientos de deuda y a un tipo de cambio oficial apreciado, mantienen el stock de reservas netas en terreno negativo –los pasivos son mayores que los activos- por unos U$S 5.700 millones.

“Hoy, el nivel del tipo de cambio real es similar al que había a fines del gobierno anterior, y eso se viene agudizando con la devaluación en Brasil. Esa apreciación del peso tiene como correlato la escasa capacidad del Banco Central para acumular reservas. El problema de ese escenario es que si bien hasta este año lo único que preocupaba era atender los pagos de la deuda en pesos y los vencimientos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a partir del 2025 empieza a vencer la deuda pública en dólares que está en manos del mercado. Son vencimientos muy importantes y el ministro (de Economía Luis) Caputo intenta demostrar que están disponibles los dólares para pagar aún con reservas netas negativas. Sin embargo, eso está en discusión con esta política cambiaria”, dijo Secco.

Motosierra 2025: ¿recargada?

Además del control del mercado cambiario, otra de las claves que permitió reducir la inflación fue el cierre de las canillas de emisión monetaria, sobre todo la destinada para financiar el déficit fiscal. Ya desde el primer mes de gestión, el gobierno de Milei logró transformar en superávit el déficit fiscal financiero equivalente al 6,1% del PIB con el que culminó el 2023. Para eso, la administración libertaria llevó adelante un ajuste inédito en Argentina: en los primeros 10 meses del año, el gasto primario descendió un 28,9% real interanual, según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).

Pesos Argentinos y Dolares
Pesos Argentinos y Dolares Americanos
Nicolas Pereyra/Archivo El Pais

Gran parte de la reducción de las erogaciones se logró mediante la actualización de partidas a un ritmo muy inferior al de la inflación. En ese proceso de licuación, los adultos mayores sufrieron la mayor poda: las jubilaciones y pensiones explican el 24% de la caída del gasto real entre enero y octubre de este año. A ese ajuste sobre un sector históricamente postergado en Argentina se agregó la cancelación casi total de las obras de infraestructura, el desplome en las transferencias a las provincias, los recortes en las partidas destinadas a las universidades públicas y las podas en los subsidios que tuvieron como contrapartida fuertes alzas en el transporte público y en las facturas de electricidad, gas y agua.

A fines de noviembre pasado, Milei anticipó a través de su cuenta de X que el año próximo seguirá gestionando “a full con la motosierra”, en referencia a que habrá más recortes del gasto público. No obstante, ya con una inflación muy inferior a la registrada en los primeros meses de la gestión, el ajuste del gasto vía licuación deberá ser reemplazado por otros mecanismos.

“Por lo que vimos hasta ahora y por las propias declaraciones del presidente Milei, en 2025 va a seguir primando la visión economicista por sobre la política aún en un año electoral y se mantendrá el equilibrio fiscal. El año próximo el ajuste va a seguir mediante la búsqueda de mayor eficiencia del gasto en superestructuras como las empresas públicas y los fondos fiduciarios, además de más recortes en el empleo público. La dotación de personal a nivel nacional pasó de 340.000 a 300.000 empleados este año, y el gobierno va a seguir avanzando en esa línea. A eso hay que agregar más recortes en subsidios, que aún equivalen al 1,5% del PBI”, dijo Fernando Baer, economista asociado de Quantum Finanzas, en Buenos Aires.

Hace un año, Argentina comenzó a transitar un recorrido inédito. El gobierno de un presidente que se define como libertario y anarco-capitalista, en minoría en el Congreso, lanzó un drástico plan de ajuste fiscal. A contramano de la mayoría de las previsiones, un año después el rumbo económico sigue contando con altos niveles de apoyo en la sociedad. Aún en medio de una caída del PIB que este año superará el 3% y del descenso de los ingresos reales -sobre todo de los trabajadores informales y jubilados-, la tendencia a la baja de la inflación es un logro que para buena parte de la población sigue predominando por sobre los efectos negativos del plan económico.

“El balance del primer año de gestión es equilibrado. Para un gobierno en minoría parlamentaria y conformado por una fuerza política nueva, el saldo es positivo en término de logros iniciales. Ahora bien, también está el sabor amargo de que el estilo presidencial y la confrontación política han llevado a que se haga muy difícil avanzar en reformas fundamentales para el futuro de Argentina, como la previsional, laboral y tributaria. Al plan económico no le sobra nada. El gobierno hace equilibrio e intenta sostener a todos los platitos al mismo tiempo, pero los riesgos de que se caigan siguen latentes”, concluyó Secco.

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