ESTRATEGIA
El BCU presentó ayer dos nuevos indicadores: un Índice de Avance de la Pesificación y un Índice de Riesgos Asociados a la Dolarización.
El Banco Central (BCU) continúa avanzando con su estrategia de desdolarizar la economía y ya piensa en que serán necesarios una serie de incentivos para ello, al estilo de los que se plasmaron en la ley de Inclusión Financiera, una vez que la inflación haya bajado.
A su vez, el BCU presentó ayer dos nuevos indicadores: un Índice de Avance de la Pesificación y un Índice de Riesgos Asociados a la Dolarización.
En un taller para periodistas especializados en economía, el gerente de la Asesoría Económica del BCU, Gerardo Licandro volvió a remarcar que la dolarización y la inflación alta afectan el crecimiento económico de largo plazo de Uruguay.
Para corregir esta situación, se hicieron “modificaciones necesarias” de la política monetaria y se “identificaron tres factores a trabajar”, indicó Licandro.
Uno es la “dolarización de precios”, es decir precios que se colocan en dólar y generan que se ahorre en dólares (inmuebles, vehículos, viajes) lo que luego hace que el mercado de crédito en moneda nacional se desarrolle menos.
El otro es la “dolarización del ahorro”, por lo expuesto previamente. De todas maneras, Licandro dijo que hay una “reducción de la dolarización de las transacciones corrientes” mediante un “cambio importante previo a la ley de Inclusión Financiera, pero después de la ley todavía más”.
El intendente de Regulación Financiera del BCU, José Antonio Licandro (que también integra el grupo interno del Central sobre el tema) recordó que los depósitos del sector bancario representan más del 60% del Producto Interno Bruto (PIB) y los créditos menos del 30% del PIB. Esa “desintermediación” financiera, se da porque el 80% de los depósitos son en dólares, y por ende no hay pesos para prestar, ya que “se correría mucho riesgo” si se prestaran dólares a los uruguayos (por el descalce de monedas: ingresos en pesos y deuda en dólares).
El tercer factor a trabajar identificado por el BCU, es la “dolarización cultural”. “Tenemos la cabeza en dólares”, planteó Gerardo Licandro.
Es lo que se denomina un “problema de coordinación: todos seguimos determinada estrategia, hay una estrategia mejor, pero nadie tiene el incentivo para lanzarse a hacerlo individualmente”, explicó.
“No llegamos a la dolarización porque seamos bobos o conspiradores malvados, simplemente que hay acciones individuales que nos llevan a resultados que no son buenos”, agregó.
Según los nuevos indicadores del BCU, hay un avance en la pesificación. El Índice de Avance de la Pesificación estaba en poco más de 40% a mediados de 2007 y está en cerca de 60% a fin de junio de este año. El Índice de Riesgos Asociados a la Dolarización bajó de 0,4 en junio de 2005 a casi 0,2 a fin de junio de 2021.
Reuniones.
Los técnicos del BCU (en algunas también participaron integrantes del directorio) han mantenido más de 40 reuniones y seminarios con partes interesadas: sectores económicos, el sistema financiero, universidades, y los dos rubros “paradigmáticos”, según el gerente de Asesoría Económica: construcción y automotor.
En esas reuniones, los distintos actores plantearon como factores que afectan la desdolarización: confianza en la moneda nacional “incluso en aquellos sectores que reconocen el esfuerzo del BCU”, el costo del crédito en moneda nacional que es caro, costo de coberturas cambiarias, dolarización de compras públicas, dólarización de la comunicación pública, falta de crédito en moneda nacional e indexada en algunos sectores, educación financiera, problemas de diseño de los instrumentos existentes.
El gerente de la Asesoría Económica del BCU señaló que la inflación baja y estable, desdolariza, pero de forma lenta y gradual. Por eso se entiende necesario apoyar eso con “una o varias iniciativas de corte regulatorio/legislativo”, afirmó.
“A las reuniones vamos con dos objetivos: convencer a los operadores de la bondad del cambio y al tiempo que le mostramos razones, entender por qué la dolarización persiste en varios sectores, para ver si hay algo que podamos hacer del lado de los incentivos para lograr ese cambio”, agregó.
En ese sentido, Gerardo Licandro dijo que “una vez que la inflación haya bajado”, se están pensando “incentivos microeconómicos, al estilo de la ley de Inclusión Financiera”, para “decir: ‘acá están los incentivos, desdolaricemos’”.
“No esperamos que el dólar desaparezca de la economía” y no queremos “obligar” a que se produzca la desdolarización, aclaró.
Entre los incentivos, dijo que podrían ser de corte impositivo, entre los que mencionó el IRPF a las rentas provenientes de retornos de activos en pesos y dólares, que si bien es diferencial (7% y 12% respectivamente), cómo se aplica sobre tasas de interés y una están en 10% y otras en 0%, actualmente se termina pagando más impuesto por retornos en pesos que en dólares.
También mencionó la posibilidad de estudiar el IVA sobre los créditos al consumo y otros cambios regulatorios o algún tipo de incentivos de parte del Ministerio de Economía.
El gerente aseguró que para los “sectores paradigmáticos” (viviendas y autos) habrá que pensar algún producto financiero específico: para desdolarizar “en forma parcial y para un segmento” de esos mercados.