Redacción El País
Más allá de sus causas externas (descalabro de Argentina, devaluación de Brasil, entre otras) e internas (tipo de cambio fijo, problemas de regulación y supervisión bancaria, falta de ajuste del gasto público), la crisis de 2002 que sufrió Uruguay supuso la ocurrencia simultánea de una corrida bancaria, cambiaria y problemas de liquidez para hacer frente a la deuda pública.
A poco más de 22 años de aquella deblacle, ¿qué tan preparado está Uruguay para capear un temporal económico-financiero de esa magnitud?
Sin entrar en los cambios que ha habido en materia de regulación y supervisión bancaria, de manejo de política cambiaria (con tipo de cambio flexible), monetaria y de deuda, ¿son suficientes las reservas que administra el Banco Central (BCU) para hacer frente a un evento de este tipo?
El BCU realiza periódicamente una evaluación de las reservas que administra y su suficiencia para hacer frente a diversos riesgos en forma simultánea. El Central denomina nivel de “reservas de confort” al monto precautorio de dinero (activos externos) que le permitiría cubrir la ocurrencia simultánea de una serie de riesgos. Claramente, en 2002 las reservas estaban muy por debajo de ese nivel.
Para saber cuáles son las “reservas de confort”, un trabajo de los servicios técnicos del Central (Umberto Della Mea, Daniel Dominioni, Ana María Ibarra y Gerardo Licandro) identificó ante una situación crítica, con un 99% de probabilidad, el tiempo máximo en el que el BCU no tendría acceso al mercado en moneda nacional y el gobierno no tendría acceso al mercado internacional de deuda.
En el caso del BCU, ese lapso sería de cinco meses sin la posibilidad de emitir Letras de Regulación Monetaria (un título de deuda que utiliza la autoridad monetaria para quitar pesos del mercado) debido a tasas de interés (pedidas por el mercado) demasiado elevadas. A su vez, para el gobierno el lapso sin acceder a los mercados internacionales sería de un máximo de 13 meses.
En los cinco meses que el BCU no tendría acceso a emitir Letras y por tanto debería recurrir a sus reservas, habría presiones sobre la tasa de interés, el tipo de cambio y el nivel de precios.
El BCU debería prever la venta de dólares para atender el pago de las Letras ya emitidas (que vencen en ese período) y el déficit primario en moneda nacional del propio Central.
Por otro lado, en los 13 meses que el gobierno no tendría acceso a emitir deuda en los mercados internacionales, se deben prever los vencimientos de deuda de ese período. A su vez, “en un contexto de crisis” en una simulación que tomó en cuenta lo sucedido en 2002, el resultado fiscal primario (antes del pago de deuda) del gobierno disminuiría 1,4% del Producto Interno Bruto (PIB).
El último riesgo a cubrir, es el de una corrida bancaria, es decir el retiro de depósitos en moneda extranjera durante ese período de 13 meses en el que no se cuenta con acceso a los mercados internacionales.
El trabajo de los técnicos del BCU analizó lo ocurrido entre 1999 y mediados de 2010, así que toma en cuenta lo sucedido en la crisis financiera de 2002.
El BCU realizó el ejercicio de “reservas de confort” y lo acaba de publicar en el Informe de Política Monetaria del segundo trimestre, “el ejercicio basado en la metodología de reservas de confort muestra que a fin de mayo de 2024, el BCU hubiera requerido US$ 15.612 millones para enfrentar la ocurrencia simultánea de una serie de riesgos” como los mencionados.
El informe detalló que para cubrir los riesgos monetarios y cambiarios se necesitarían US$ 6.217 millones (de los que US$ 5.674 millones corresponden al servicio de deuda del BCU).
A su vez, para atender los riesgos del sector público no financiero (pagos de deuda más déficit fiscal primario del gobierno central y el Banco de Previsión Social) se necesitaban US$ 4.357 millones.
Por otro lado, los riesgos del sistema financiero implicaban la necesidad de US$ 5.038 millones.
¿El Central administra reservas suficientes como para cubrir esos riesgos? En ese momento, es decir a fines de mayo pasado, “el stock de activos de reserva del BCU se ubicaba en US$ 17.840 millones”.
Por lo tanto, el ejercicio determina una “holgura de US$ 2.228 millones”, lo que “representa una posición financiera muy sólida”, aseguró el informe.
“Por otra parte, el perfil de vencimientos de la deuda no muestra presiones puntuales en los próximos años: más de la mitad de la deuda debe honrarse luego de 2028”, concluyó.
¿Cómo gestiona e invierte el BCU las reservas?
El Banco Central publica otro informe en forma trimestral denominado Informe Gestión de Activos de Reservas. El más reciente es a fin de junio de 2024 (es decir, un mes después del de análisis de "reservas de confort". A esa fecha, el Central administraba US$ 18.111,3 millones. Ahora, ¿qué hizo con ellas? ¿Qué criterios utiliza para invertirlas? ¿En qué monedas están? ¿Cuánta rentabilidad le dieron?
El BCU “mantiene activos de reserva como un instrumento de apoyo a la política monetaria y cambiaria a efectos de cumplir con la finalidad de estabilidad de precios”, según el Informe Gestión de Reservas.
En el régimen cambiario vigente de libre flotación del dólar, “los activos de reserva permiten: asegurar el acceso a la liquidez en moneda extranjera para poder intervenir en el mercado de cambios cuando las circunstancias lo ameriten” y “garantizar el servicio de la deuda en moneda extranjera del BCU”, explicó el informe
“Un adecuado nivel de reservas permite reducir la probabilidad de crisis debido a shocks externos, mejorando la percepción de riesgo de los inversores sobre la capacidad de pago del país; y por ende contribuyendo a la disminución del riesgo país”, agregó.
El Central remarcó que “el nivel de reservas consistente con el logro de los objetivos del BCU reviste en gran parte el carácter de un seguro, constituyéndose en un fondo disponible para cubrir las eventualidades referidas”.
El BCU define diferentes perfiles de inversión de sus reservas y las gestiona en cuatro grandes portafolios: fondo liquidez (en dólares y otras monedas), fondo precautorio (en dólares), fondo inversión (en dólares) y fondo especial (en dólares y yuanes).
De los US$ 18.111,3 millones de reservas a fin de junio pasado, el 38,6% estaba en el fondo liquidez. La casi totalidad (97,8%) de este fondo estaba invertida en activos en dólares (en Letras del Tesoro estadounidense), y el resto se dividía entre activos en euros, francos suizos, yenes y libras esterlinas.
En tanto, el 10,4% de las reservas estaba en el fondo precautorio, el 13,4% estaban colocadas en el fondo inversión (ambos en dólares).
A su vez, el 31,8% de las reservas estaban colocadas en el fondo especial. Este fondo tiene siete subportafolios (el BCU incorporó dos más en los últimos meses: el fondo especial dólares, el fondo especial renminbi (yuan, la moneda china), el fondo especial MXN (en pesos mexicanos), el fondo especial BRL (en reales brasileños) -estos dos últimos son nuevos- y otros administrados en forma externa que son el MBS (administrado por el Banco Mundial), bonos corporativos (administrado por el Banco Internacional de Pagos) y el ESG (también administrado por el Banco Internacional de Pagos y que invierte en deuda para financiar proyectos ambientalmente amigables).
Sobre el MXN el mandato es que puede tener hasta US$ 250 millones y en el BRL el mandato es que puede tener hasta US$ 600 millones.
El subportafolio especial dólares concentraba el 73,7% del fondo especial, el renminbi el 7%, el MBS el 8,3%, el MXN el 1,7%, el BRL el 3,3%, el de bonos corporativos el 3,6% y el ESG el 2,4%.
Por otro lado, el 5,4% de las reservas son asignaciones de DEG (Derechos Especiales de Giro, una unidad de cuenta en base a una canasta de monedas) que realizó el Fondo Monetario Internacional a sus países miembros.
El 0,3% estaba en billetes en las bóvedas del BCU y otro 0,1% en otros sin especificar.
Cómo es cada fondo
En el fondo liquidez el BCU “tiene como cometido principal atender la operativa diaria de colocaciones, retiros y pagos, y es por ello que los objetivos de liquidez y seguridad dominan al de rentabilidad”. Por ello “invierte en activos en los que pueda deshacer su posición fácilmente y que sean de alta calidad crediticia” a un plazo de tres meses.
El fondo precautorio es un “seguro” del de liquidez, “por lo que no se espera recurrir a él periódicamente para hacer frente a la operativa normal del BCU. Ello implica que se puede incluir en este fondo instrumentos que ofrezcan niveles superiores de rentabilidad esperada, aunque los objetivos de liquidez y alta calidad crediticia de los instrumentos se mantienen como prioridad” y el horizonte de inversión es seis meses”, explicó el informe.
“Los fondos inversión y especial, por su parte, tienen como finalidad cubrir los pasivos en moneda doméstica del BCU. No obstante, la composición de dichos fondos puede variar en función de la priorización de cobertura de riesgos que adopte la institución en cada momento”, indicó.
El fondo inversión tiene un horizonte a dos años, “ya que no se espera recurrir a él salvo en coyunturas excepcionales. Por lo tanto su objetivo está menos asociado a obtener liquidez y seguridad en moneda extranjera, aunque sí existen límites en cuanto al riesgo a asumir y a la calidad crediticia de los instrumentos”, añadió el reporte.
El fondo especial tiene un horizonte de inversión a tres años y al igual que el anterior “está menos asociado a obtener liquidez y seguridad en moneda extranjera, no obstante lo cual existen límites en cuanto al riesgo y calidad crediticia de los instrumentos que lo integran”.
Cómo es la rentabilidad de las reservas
En el documento se señaló que la rentabilidad total de las reservas fue de 4,55%.
En el caso del fondo liquidez para dólares fue de 5,55% (superando el 5,27% del índice de referencia) y para otras monedas de 3,57%.
Para el fondo precautorio la rentabilidad fue de 5,08% (casi igual al 4,96% de la referencia) y para el fondo inversión fue de 2,63% (en la referencia fue de 2,50%).
En el fondo especial dólares la rentabilidad fue de 5,23% (el índice obtuvo 4,96%) y en el especial renminbi fue negativa en -2,15%.
En el caso de los fondos especiales BRL y MXN tuvieron la misma rentabilidad: 0,13%.
Para los fondos MBS, corporativos y ESG la rentabilidad fue de 2,03%, 3,53% y 1,83% respectivamente.
Casi todas las reservas en dólares
Sin distinción por fondo, el 90,2% de las reservas estaban colocadas en activos en dólares, el 5,4% en DEG del FMI, el 2,2% en yuanes de China, el 0,9% en reales, el 0,8% en euros y el 0,5% en pesos mexicanos.
En cuanto a los activos en que estaban las reservas, el 53,8% estaba invertido en títulos del gobierno de Estados Unidos, el 25,1% en depósitos a la vista o de muy corto plazo, el 6,4% en títulos de agencias europeas, el 5,4% son las asignaciones de DEG (así que estaban en esa unidad de valor del FMI), el 4,5% en administradores externos (Banco Mundial y Banco Internacional de Pagos), el 3,3% en títulos de organismos supranacionales, entre otros.