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Diego Ferreira

Por estos días la mente de los futboleros uruguayos está puesta en la participación de la selección en laCopa América de Brasil, pero el verdadero motivo de sus desvelos está en la clasificación al mundial de Catar del año que viene. Aunque es pronto para saber si la Celeste dirá presente en la cita mundialista, los organizadores del torneo ya hacen números y confían en el éxito de esta próxima edición.

En la cancha económica, la Copa del Mundo movilizaría US$ 20.000 millones en el país árabe, es decir, cerca del 11% de su Producto Interno Bruto (PIB) en 2019.

«Anticipamos que la contribución a la economía esencialmente sería de alrededor de US$ 20.000 millones», confirmó a Bloomberg Hassan Al Thawadi, secretario general del Comité de Organización y Legado, responsable de gestionar los proyectos de Catar 2022.

Según el vocero, el Mundial puede «acelerar muchas de las iniciativas con las que el gobierno ya se ha comprometido, ya sea en términos de desarrollo urbano o diversificación económica».

Como ocurre en cada país anfitrión del Mundial, la construcción es uno de los sectores que más se dinamiza, por las obras en los estadios —Catar construirá siete y remodelará uno— además del desarrollo y mejora de la infraestructura de las ciudades que serán sede de la Copa. Con vistas a Catar 2022, los costos asociados al sector de la construcción alcanzan los US$ 300.000 millones. Mientras, las obras darán empleo a unas 36.000 personas en el pico de la construcción.

La industria del turismo catarí también espera beneficiarse con la llegada de 1,5 millones de visitantes extranjeros —según las estimaciones de la organización del Mundial—, a pesar de los estragos que ha causado la pandemia de coronavirus a la industria de los viajes.

Eso sí, el gobierno de Catar definió que solo podrán asistir a los partidos quienes estén completamente vacunados.

El camino de Catar para organizar el Mundial ha sido espinoso. Luego de anunciarse como anfitrión para 2022 surgieron acusaciones de corrupción hacia el gobierno árabe por un supuesto soborno a la FIFA en su intento por organizar la Copa.

Algunos de los patrocinadores de la FIFA como Sony, Adidas, Coca-Cola, Hyundai y Visa reclamaron en 2014 una investigación para esclarecer los hechos. La pesquisa de la FIFA no encontró evidencia que justificara el retiro de la sede a Catar.

La política de gobierno catarí en derechos laborales y de aquellos para la comunidad LGBT son motivo de controversia. Las selecciones de Alemania y Noruega, por ejemplo, han protestado al respecto a través de sus jugadores con consignas en favor de los derechos humanos. En EE.UU., el 59% de los fanáticos de fútbol opina que su selección debería boicotear la Copa por los abusos en el país, reveló una encuesta de la firma danesa RunRepeat publicada por Forbes.

Los organizadores del Mundial aseguran que la salud y seguridad laboral es la «prioridad número uno» y señalaron que los accidentes laborales en los estadios han causado la muerte de tres personas desde 2014.

La cifra dista de las denunciadas públicamente. El diario The Guardian informó en mayo pasado que 6.500 trabajadores extranjeros han fallecido en accidentes laborales en los 10 años transcurridos desde que Catar se hizo con la candidatura del Mundial (la estimación se basa en cifras aportadas por los gobiernos de los países de donde eran oriundas las víctimas).

Los cataríes alegan en cambio que la tasa de frecuencia de accidentes es inferior a la de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, considerado uno de los eventos más seguros realizados.

A un año y medio del Mundial, la polémica no cesa.