ANÁLISIS

En los últimos meses en Uruguay se debate sobre los efectos de las negociaciones de acuerdos de libre comercio. Hace un tiempo las discusiones giraban en torno a la Unión Europea, hoy es con China y probablemente mañana hablemos de algún otro país. En las negociaciones, varios actores pueden verse afectados positiva/negativamente y esto puede verse claramente en el sector empresarial.

Los países firman los acuerdos comerciales, pero los usan principalmente las empresas. Es importante que existan mecanismos que generen espacios donde los involucrados intercambien información para lograr instrumentos que sean provechosos para aquellas firmas con potencial exportador, pero que también cuiden las industrias más sensibles.

La pregunta es cómo los empresarios pueden participar de la formulación de la política comercial de un país. Acerca de este tema, Putnam (1988) escribió sobre cómo se relacionaban la política internacional y la política doméstica en lo que él denominaba como un juego de doble nivel. En lo nacional están los grupos domésticos que presionan al gobierno para generar políticas que contemplen sus intereses. En lo internacional, los países intentan maximizar su oportunidad de satisfacer las demandas internas, mientras buscan minimizar sus consecuencias. En este juego, el gobierno es el principal negociador y debe sentarse en las dos mesas: la nacional (donde están los empresarios) y la internacional.

No existe una única receta que establezca cómo se debe llevar adelante este relacionamiento. En algunos países hay arreglos institucionales formales y que funcionan de manera permanente; en otros los acuerdos se generan a medida que existe la necesidad. En Uruguay, donde la cercanía nos permite tener acceso con relativa facilidad a los tomadores de decisiones, los canales de relacionamiento son vistos como menos institucionalizados en comparación a los sistemas previstos en otros Estados.

En momentos en que se debate sobre la conveniencia (o no) de firmar acuerdos de libre comercio, podríamos preguntarnos cómo aprovechar esta ocasión para crear canales formales y fijos en los que los actores internos participen de forma regular. Los empresarios deberán jugar un rol fundamental porque están en la cocina de los negocios internacionales, generan y detectan nuevas oportunidades comerciales y saben de primera mano cuáles son las barreras a sortear para ingresar a los mercados.

Pero no basta con exigir una mayor participación en el proceso de toma de decisiones; los profesionales de las empresas tienen que estar a la altura de las circunstancias. Los empresarios de hoy no solo deben leer los diferentes acontecimientos del escenario internacional para traducirlos a variables a considerar en la toma de decisiones, sino también ser capaces de participar de instancias de negociación (procurando el mejor desenlace no solo para su rubro); comprender las tendencias del comercio internacional, los mercados exteriores y los beneficios y consecuencias que la economía internacional presenta para el país en su conjunto.

(*) Directora de la Licenciatura en Negocios Internacionales e Integración de UCU