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Las cinco reglas para implementar y poder gestionar mejor tu dinero

En este Finanzas de Bolsillo encontrarás estrategias financieras responsables.

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Ahorros, rentabilidad.

Seguramente que todos estamos familiarizados con dos reglas clásicas: no gastar más de lo que se gana y evitar deudas innecesarias. Estas recomendaciones son como viejos amigos que nos acompañan a lo largo de nuestra vida financiera, recordándonos constantemente los pilares fundamentales de una gestión responsable del dinero. Sin embargo, ¿qué sucede cuando exploramos terrenos menos transitados, donde las reglas convencionales se desdibujan y la innovación financiera toma la delantera?

En este Finanzas de Bolsillo, descubriremos algunas reglas de dinero diseñadas para desafiar tu pensamiento convencional y abrir la puerta a nuevas posibilidades en la gestión de tu economía doméstica que podrían agregar un valor inesperado a tu vida financiera.

La primera es la regla del “delay de 48 horas”. Esta regla financiera persigue combatir las compras impulsivas y fomentar la toma de decisiones reflexiva en cuanto a gastos se refiere. La esencia de esta regla es simple pero poderosa: antes de realizar una compra significativa, esperá 48 horas. Esto es especialmente útil para evitar compras impulsivas que, a menudo, resultan en gastos innecesarios y contribuyen al desequilibrio presupuestario.

En esa línea, Alessandra Crosignani, economista y primera formadora certificada por la OIT en Educación Financiera en Uruguay, sostuvo que la clave de esta práctica no es tanto el tiempo de espera, sino lo que logremos reflexionar y concluir en ese lapso respecto a las compras impulsivas, ya que “según estudios científicos -más que nada cuando nos sentimos deprimidos- nuestra capacidad de autocontrol disminuye y aumenta la probabilidad de tomar malas decisiones financieras”.

Por su parte, Marcela Romero, coordinadora del Programa de Planificación Financiera en BECA Advisors, dijo que más del 80% de nuestras decisiones de consumo son emocionales y no racionales. Por ello, cree que es importante generar estrategias a la hora de ejercer una práctica de consumo saludable para determinar si la compra que queremos hacer es realmente necesaria (y que genera una satisfacción a largo plazo) o si es compulsiva.

La segunda regla es “el poder de las pequeñas deudas”. Puede que a primera vista, las pequeñas deudas parezcan insignificantes en comparación a compromisos financieros más grandes. Sin embargo, esta regla destaca cómo estas sumas aparentemente pequeñas pueden tener un impacto sustancial en las finanzas personales si no se manejan adecuadamente.

En ese marco, Rodrigo Álvarez, creador del podcast “Neurona Financiera”, sostuvo que saldar las pequeñas deudas es “un paso importante” en la gestión de nuestras finanzas personales, ya que si uno solo se concentra en las grandes y pasa por alto las pequeñas, “corremos el riesgo de acumular una carga financiera adicional debido a intereses y posibles recargos”.

En ese marco, recomendó enfocarse primero en las pequeñas deudas, ya que eso puede ser una “estrategia eficiente” para reducir la carga financiera total y así poder avanzar hacia una situación financiera más estable.

En esta línea, Romero cree que las pequeñas deudas descuidadas “se transforman rápidamente en grandes problemas”, ya que “los intereses de mora son muy altos y tienen efecto acumulativo”, por lo que “en poco tiempo se vuelve una deuda enorme”.

Al igual que sus colegas, Crosignani destacó que saldar este tipo de deudas es clave porque “motiva a nuestro cerebro a seguir”, ya que “son más fáciles de saldar y son pequeñas victorias ganadas”.

La tercera regla es la denominada “ahorro por goteo”, es decir, abordar la idea de ahorro a través de pequeñas cantidades acumulativas, lo que se conoce también como los “gastos hormiga”. Esta premisa se centra en que si logramos pequeñas acciones consistentes pueden generar ahorros significativos a largo plazo. Uno de ellos puede ser ahorrarse el café que compramos en el trabajo, por ejemplo.

Álvarez sostuvo que llevar a cabo esta práctica es “definitivamente recomendable”, debido a que “estos gastos pequeños e imperceptibles pueden sumarse y convertirse en una parte significativa de nuestro gasto total sin que nos demos cuenta”. En ese sentido, dijo que la herramienta clave para manejar estos gastos es llevar un control de los mismos, ya que dicho registro “nos permite entender en qué estamos gastando nuestro dinero y ver cómo se está visualizando nuestro capital”.

El “fondo de innovación personal” sería la cuarta regla de esta lista. Es una estrategia creativa para fomentar el desarrollo personal y profesional mediante inversiones en uno mismo. El mismo sugiere la creación de un fondo específico destinado a la educación, formación, experiencias, salud y herramientas que impulsen el crecimiento individual.

Crosignani afirmó que cuando se trata de inversión en salud, “se debe pensar que nosotros somos nuestro principal activo”, con lo cual “toda esa inversión es imprescindible”, ya que “sin nosotros no hay forma posible de generar capital humano”.

¿Qué hacer para que mi capital siga aumentando?

En la mayoría de los casos, en la etapa de la juventud uno se pregunta qué otro tipo de alternativas pueden existir para seguir aumentando el capital personal, por fuera del trabajo, claro está. En ese marco, existen varias fuentes alternativas para incorporar a nuestras vidas. Algunos ejemplos pueden ser los pasivos financieros (plazos fijos, bonos, stablecoins), ingresos pasivos monitoreados (emprendimientos propios que no demanden demasiado tiempo en el mediano plazo, que puedan ser automatizados y se puedan monitorear), ingresos pasivos propietarios (alquiler de propiedades, cocheras, maquinaria) e ingresos pasivos patentados (regalías por la creación de franquicias, autoría de libros).

Teniendo sobre la mesa todas estas posibilidades, si se logra adoptar al menos dos de ellas uno ya estaría logrando diversificar bastante sus fuentes de ingreso, reduciendo el riesgo económico si alguna de ellas no llega a resultar como se esperaba. A su vez, existen gastos que es necesario evitar independientemente del contexto en que nos encontremos. Algunos ejemplos pueden ser los gastos hormiga (comidas fuera de casa, cafés, golosinas, cigarrillos), los gastos diferidos (se realizan mayoritariamente con la tarjeta de crédito, suelen ser bienes y servicios que se pagarán más adelante) y los gastos derivados (si compro o adopto una mascota, por ejemplo, debo también agregar el costo mensual de su comida, veterinario y más).

Respecto a la inversión en formación y educación, opinó que eso es “hacer crecer el potencial de generación de capital humano”.

Álvarez, en tanto, destacó que “invertir en uno mismo no sólo tiene el potencial de aumentar nuestras oportunidades económicas, sino que también enriquece nuestra vida, amplía nuestras perspectivas y mejora nuestra autoestima y competencia en varios ámbitos de la vida”.

La quinta regla es la del “día del desarrollo financiero”. La idea, en este caso, es asignar un día en específico del mes para enfrentar desafíos financieros para impulsar la disciplina y una mayor conciencia de toma de decisiones económicas.

Romero afirmó que es una experiencia “que se está masificando y es muy buena” para lograr una planificación financiera correcta a través del gasto, ahorro e inversión

Crosignani, por su parte, sostuvo que lo que sí es imprescindible es marcar siempre “el encuentro financiero con uno mismo”, es decir, saber cómo fue la gestión financiera del mes, nuestros ingresos y lo que hayamos logrado apartar para nuestros objetivos financieros, para así marcar qué actitudes repetir el mes entrante y cuáles no.

La regla del 50/30/20 para ordenar tu capital personal

Esta regla supone destinar 50% de los ingresos a los gastos básicos (vivienda, transporte, créditos), un 30% a los deseos (compras, hobbies, ropa) y el 20% restante destinarlo para el ahorro. Ahora, ¿la misma funciona?. Según Crosignani, esta funciona “muy bien” cuando se aparta primero para el combustible de los objetivos financieros (el ahorro), cumpliendo así con el hábito para sostener esta regla. En ese caso, si no se puede llegar al 20%, recomienda separar menos, pero nunca dejar de hacerlo para “no parar de alimentar tus objetivos”.

“El hábito para sostener esta regla necesita un disparador visual o emocional. Luego precisa la acción en sí, esto es, un encuentro financiero con mi gestión financiera personal, y hacer estos encuentros simples y agradables. Pueden ser de diferente frecuencia: quincenales o mensuales, dependiendo de cada situación. Se pueden usar apps, planillas, papel, lo que resulte fácil y sostenible para gestionar tus finanzas y que estas finalmente cuenten con una recompensa, lo que reforzará el comportamiento de mantenerlos en el tiempo”, explicó Crosignani a El País. A su vez, Romero dijo que es clave realizar esta práctica para llegar a fin de mes con “oportunidades para optimizar nuestros gastos a través de la visualización de lo que gastamos anteriormente”.

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