INFORME
Inmigrantes de República Checa, México, Corea, India, Venezuela y Grecia, amplían el menú tradicional en el país con sabores de todos los continentes
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A diferencia de otras capitales del mundo, Montevideo no se caracteriza por ser una ciudad cosmopolita. Por lo tanto, solía ser difícil encontrar restaurantes especializados en comida india, venezolana o coreana. La influencia, principalmente, era de Europa Occidental.
Sin embargo, eso cambió en los últimos cinco años. «Por primera vez en muchas décadas, Uruguay está recibiendo inmigrantes, y vienen principalmente de América Latina, y no de Europa como ocurría a principios del siglo pasado», explicó un informe de Cifra de 2019.
Con los inmigrantes llegaron nuevos platos, sabores e ingredientes, y el uruguayo demostró estar interesado en probarlos.
Para esto, fue clave el rol de las ferias gastronómicas, que se multiplicaron en los últimos años.
«En 2018 hicimos nuestra primera feria y queríamos mostrar lo que estaba surgiendo en el momento. Muchos no tenían locales, y a medida que fueron haciendo estos eventos, empezaron a profesionalizarse», explica Mauricio Pizard, cofundador de Garage Gourmet.
Soraya Herrera, creadora de Sabores de México, coincide con que el rol de los festivales gastronómicos fue clave para el crecimiento de su empresa -y las de otros colegas-. «Es increíble la diferencia que hay entre las primeras veces que me presenté en ferias y las últimas, que se volvieron algo masivo. No me lo hubiera imaginado», concluyó.
«El paladar uruguayo ha pegado un brinco exponencial», aseguró Soraya Herrera, creadora de Sabores de México. Su proyecto empezó como un servicio de catering y hace unos seis años empezó a participar en ferias gastronómicas. Para la emprendedora mexicana, hubo tres hitos que hicieron que los uruguayos se abrieran a probar la comida de su país. «Los importadores empezaron a traer snacks a base de maíz y las rapiditas, que no son más que un pancito plano para hacer tacos y quesadillas. Luego fue el boom de migración de venezolanos, que trajeron su harina de maíz. Las ferias gourmet le dieron a un público, que ya era curioso, un lugar para experimentar».
Hace siete años el café de especialidad era una rareza en Uruguay. Entonces, los checos Ladislav Jelínek y Tomas Navrátil vieron en la incipiente gastronomía local una oportunidad para «hacer algo que aún no existía». Cambiaron de planes y, en lugar de emprender en su país, decidieron quedarse en Uruguay para abrir Che.co.ffee. La mitad de sus platos son típicos de la cocina checa. Encontrar los ingredientes necesarios -como las especias- es una odisea, pero el resultado es más que gratificante. «La gente prueba un plato y dice: ‘me hace acordar a mi abuela’», contó Navrátil, y explica que esas recetas llegaron con la inmigración de la Segunda Guerra Mundial.
«Queríamos un espacio lindo que pudiese reunir tanto público venezolano como público uruguayo y que pudiesen disfrutar de los diferentes sabores, escuchar la música, que fuera una experiencia», explicó Nidia Gómez, que en 2018 abrió Poi Depü junto a Oriana Carrillo y un tercer socio, todos venezolanos con experiencia en gastronomía. Luego se sumó el uruguayo Valentín Fletcher. Para Carrillo, el público local se mostró «muy abierto» a probar platos y tragos nuevos, aunque en esa época la comida caribeña aún no era tan común en el país. Su menú incluye los clásicos arepas, tequeños y tostones, acompañados de tragos típicos.
En 2010, cuando la familia Kim abrió Arariyo, cerca del puerto de Montevideo, la mayoría de quienes llegaban a comer al restaurante eran tripulantes coreanos. Sin embargo, en 2019, cambió todo. Martín Kim había vuelto de Corea y decidió darle una nueva impronta al negocio. Empezaron a trabajar más las redes sociales
-sobre todo durante la pandemia-, aparecieron en diferentes programas de televisión y luego llegó El juego del calamar, el hit de Netflix que sirvió para popularizar la cultura coreana. Hoy el 70% de quienes prueban los platos de Sofía Kim, madre de Martín, son uruguayos. Planean abrir otro local a mediano plazo.
Mónica Villa y Daniel Quintero son venezolanos, pero cuando llegaron a Montevideo tenían claro que no querían abrir una arepera. «Una vez que probamos la comida vietnamita y supimos lo rica que es, su valor, quisimos compartirla», contaron a El Empresario. A principios de este año abrieron Côa Street Food en la peatonal Pérez Castellano. Ofrecen una fusión de cocina vietnamita y caribeña porque, al crear la carta, se dieron cuenta de que «habían muchas similitudes» entre los dos países tropicales. Quintero aprendió a preparar los platos típicos de este país del sudeste asiático en Buenos Aires, de la mano del chef Thomas Nguyen.
Aparna Soni llegó a Montevideo y se encontró con una ciudad en la que no había oferta de comida india. Empezó a recibir pedidos de platos caseros y a formar una clientela y, dos años después, en 2018, abrió su propio restaurante, Moksha. «Desde que abrí cambió todo», afirmó, y agregó: «Antes la gente no sabía qué era un curry, pensaban que era el polvo. Pero participamos en cada feria gastronómica y ahora hay muchísima gente que conoce la comida india. También las personas están viajando más y además llegaron argentinos a vivir acá que ya conocen la comida». Gran parte de sus clientes son extranjeros acostumbrados a una gastronomía cosmopolita.
Antes de que Sofía Bizekis y su familia crearan la marca Masa Filo, la masa que lleva el mismo nombre y es originaria de los Balcanes, no se encontraba en Uruguay. Su madre, Irene, la hacía a palote y la vendía a diferentes clientes, como Tienda Inglesa, que la usaban para diferentes preparaciones como las trigonas. Años después, el negocio pasó a manos de Sofía y su esposo, Vasilios Goutkidis. Juntos industrializaron la producción y actualmente tienen varios puntos de venta donde se puede comprar la masa hojaldrada para hacer prácticamente cualquier plato. Además, venden platos hechos como baklava en ferias y directo al consumidor.