Buenos Aires
Como si no fueran suficientes los desafíos que el plan económico del gobierno de Javier Milei enfrenta a nivel interno, en las últimas semanas se han venido sumando nuevas dificultades provenientes del escenario internacional. La caída del precio de la soja, la devaluación del real en Brasil y la mayor aversión al riesgo en los mercados financieros desatada en los últimos días ante los temores de una recesión en Estados Unidos agregan más obstáculos al empinado camino hacia la recuperación económica.
“Como Argentina está aislada del mundo y tiene cepo cambiario, muchos de los efectos de la turbulencia financiera global de los últimos días no la impactaron. Sin embargo, hay una ‘doble Nelson’ conformada por la depreciación del real y el descenso del precio de la soja”, dijo a El País Elisabet Bacigalupo, economista de la consultora ABECEB, en Buenos Aires.
Así, “por cada 10% que el real se devalúa, Argentina pierde tres puntos de competitividad en un contexto en que el tipo de cambio real ya se apreció 50% desde la última devaluación. Y por cada 10% que cae el precio de la soja, se resignan unos US$ 2.000 millones anuales de exportaciones, divisas claves para un Banco Central que tiene reservas netas negativas”, explicó.
Sin acceso a los mercados de deuda y con la llegada de inversiones demorada ante las dudas que persisten sobre la viabilidad del programa económico, la principal fuente de ingresos de dólares en Argentina continúa siendo el superávit comercial.
En el primer semestre, gracias al doble efecto de un salto de las exportaciones de los productos primarios y un derrumbe de las importaciones provocado por la recesión, el saldo comercial ascendió a US$ 10.708 millones, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Ese resultado representa una notoria mejora frente al mismo período del año pasado, cuando la balanza comercial, afectada por el impacto de la sequía sobre la cosecha, arrojó un saldo negativo de US$ 4.493 millones.
No obstante, ese cambio de tendencia se ha ido moderando ante la sostenida caída del precio de las materias primas agrícolas, sobre todo de la soja, el principal cultivo de exportación en Argentina. Lejos de los U$S 453 por tonelada registrado a comienzos de mayo, el valor de la soja en el mercado de Chicago cerró el viernes a U$S 370 la tonelada.
“La caída del precio de la soja y del resto de las materias primas agrícolas reduce la cantidad de dólares necesarios para hacer frente al pago de la deuda, financiar importaciones o intervenir en el mercado con el objetivo de mantener atrasado el tipo de cambio. Contar con menos dólares implica que el gobierno deberá resignar al menos uno de esos objetivos o que no podrá actuar en los tres frentes al mismo tiempo”, dijo a El País el economista Guido Zack, director del centro de investigación Fundar, en Buenos Aires.
La caída del real brasileño, otro factor que complica
Otro factor que amenaza reducir el ingreso de divisas por el canal comercial es la devaluación del real en Brasil, el principal destino de las exportaciones argentinas con el 16,2% del total de los envíos en el primer semestre del año.
La depreciación en torno al 10% del real registrada en los últimos 90 días viene restando competitividad a las exportaciones argentinas, un escenario que jaquea el esquema cambiario dispuesto por el ministro de Economía, Luis Caputo. Tras la mega devaluación de diciembre pasado que implicó un salto del dólar oficial del 118%, el gobierno puso en marcha un régimen de mini ajustes cambiarios del 2% mensual con el objetivo de poner un freno a la inflación.
El problema de esa estrategia es que esas correcciones vienen corriendo muy por detrás del avance del resto de los precios: si bien la inflación exhibe una clara tendencia descendente, ya acumuló cerca del 130% entre diciembre y julio. Con eso, el Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) —un índice elaborado por el Banco Central que mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto al de los 12 principales socios comerciales— cayó de 150 puntos al cierre de 2023 a 87 puntos el jueves pasado, un nivel similar al que se registraba previo a la devaluación de diciembre.
“Al no tener una moneda aceptada por sus habitantes, Argentina no tiene la capacidad de mover el tipo de cambio sin que eso afecte a los precios de la economía. En ese marco, la corrección del tipo de cambio en Brasil hace que la moneda argentina quede aún más apreciada y que la pérdida de competitividad de la economía sea mayor”, dijo Zack.
La deuda en la mira
Las dificultades para agilizar el ingreso de divisas, en un contexto de mayor aversión al riesgo en los mercados globales, amenaza con volver más riesgosa la estrategia del gobierno lanzada el mes pasado por la que relega el objetivo de acumulación de reservas en el Banco Central para apurar la tendencia descendente de la inflación.
Con ese objetivo, a mediados de julio el ministro Caputo anunció el cierre de todas las canillas de emisión de pesos argentinos, entre ellas la destinada a la compra de divisas que los exportadores tienen la obligación de liquidar en el mercado oficial de cambios.
Abandonada la meta de acumulación de dólares, las dudas del mercado sobre la capacidad de pago de Argentina para afrontar sus compromisos de deuda en 2025 vienen profundizándose.
En un contexto en que las reservas netas del Banco Central son negativas —hay más pasivos que activos— en unos US$ 6.000 millones, el índice de riesgo país cercano a los 1.600 puntos básicos refleja las dudas en torno a si Argentina podrá cumplir con los vencimientos del año próximo que ascienden a unos US$ 19.500 millones.
Sin un acuerdo a la vista con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que implique un desembolso extraordinario de fondos, el gobierno dejó trascender en los últimos días como señal a los mercados que está coordinando una operación de Repo —entrega de bonos como garantía a cambio de liquidez— con bancos extranjeros.
No obstante, la volatilidad de los mercados internacionales y la baja que vienen registrando los precios de los bonos argentinos en los últimos dos meses podrían hacer que el gobierno argentino deba entregar más títulos y aceptar una tasa más elevada en dólares para poder concretar esa operación.
“El gobierno decidió priorizar la baja de la brecha cambiaria y de la inflación en detrimento de dar la señal de que cuenta con los dólares suficientes tanto para pagar la deuda como para apuntalar el nivel de actividad. Es una estrategia dirigida a mostrar resultados en el muy corto plazo, pero que, en principio, le costará al Banco Central unos US$ 1.900 millones, que son los que tendrá disponibles para intervenir en el mercado paralelo”, señaló Zack.
“Si a esa pérdida de divisas se le suman menores exportaciones por pérdida de competitividad, menores precios de los productos de exportación y menos capitales ingresando a la economía argentina porque hay una mayor aversión al riesgo, la estrategia del gobierno, que ya de por sí era riesgosa, en este contexto internacional se vuelve más riesgosa aún”, concluyó el economista.