Albertoni y las "muy buenas condiciones" de Uruguay para entrar a Acuerdo Transpacífico, el escándalo Marset y más

El vicecanciller realiza un balance de la gestión de Cancillería y la suya propia en su cargo. Habla sobre los acuerdos de la UE-Mercosur y el Transpacífico, Trump, las relaciones con China y más.

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El vicecanciller Nicolás Albertoni resalta las relaciones comerciales de Uruguay, la proactividad del gobierno actual para abrirse al mundo, la liberalización en términos sanitarios de más de 100 productos que se realizó, el acuerdo Unión Europea-Mercosur y los avances de Uruguay en relación al Acuerdo Transpacífico al que aspira a adherirse. Asimismo, Albertoni va más allá al tocar el tema del escándalo del caso del narcotraficante uruguayo Sebastián Marset, la difícil situación en Venezuela y lo que espera de la segunda presidencia de Donald Trump en Estados Unidos.

El vicecanciller (ocupa el cargo desde diciembre de 2022) cuenta con un fuerte perfil académico, es máster en Ciencia Política y doctor de Filosofía, Ciencia Política y Relaciones Internacionales, además de máster en Estudios Latinoamericanos, entre otros. Se formó en la Universidad Católica (UCU), en University of Southern California y en Georgetown University. En Estados Unidos también desarrolló trabajos de investigación. Lo que sigue es un resumen de la entrevista que Albertoni mantuvo con El País.

—¿Cuál es el balance que hace de la gestión del Ministerio de Relaciones Exteriores y de la suya como vicecanciller?
—Creo que el saldo es positivo, ya que sin duda hubo muchas dimensiones. Primero, la impronta comercial fue diferente, la gran proactividad para la apertura del mundo es innegable en un área en la que uno evalúa la política pública hasta el 50% de la acción, porque esto es como el tango: "se baila de a dos". Uno hace su parte, pero la otra parte también tiene que hacer la suya. El ejemplo de China es el más evidente. Hubo cinco visitas ministeriales, una visita de Estado y vamos a seguir trabajando en un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China. No se concretó en sí mismo, pero se concretaron muchas cosas en el camino. Este gobierno se ha propuesto grandes objetivos, y con razón. Se liberalizaron, en términos sanitarios, más de 100 productos. El mondongo a China, que equivale a US$ 40 millones para el sector, la lengua bovina a Japón representa unos US$ 20 millones, la carne con hueso a Israel es de US$ 4 millones. Solo eso equivale a alrededor de US$ 64 millones.

—¿Qué otros avances destacaría de este período?
—Se ha logrado el acceso temporal a Ecuador, que en su momento equivalió a unos US$ 5 millones en ventas. Se bajó a cero el arancel en exportación desde zonas francas uruguayas a Brasil. Las ventas a Brasil eran de US$ 45 millones y, con ese acuerdo, se duplicaron. Se firmó el acuerdo Mercosur-Singapur, también estamos en buenas conversaciones con Perú en el marco de Mercosur. Y en el horizonte, tenemos a Panamá y modernizar el acuerdo con México. Otro punto importante ha sido el dragado (del canal de acceso al puerto de Montevideo) de 14 metros (acordado con Argentina). Veníamos de una relación bilateral de décadas anteriores de cortes de puentes y pasamos hoy, a pocas semanas de asumir el gobierno entrante, a ésto que va a posicionar muy bien a nuestro país.

—¿Cómo se perfila una posible adhesión de Uruguay al Acuerdo Transpacífico?
—La solicitud de ingreso de Uruguay al Transpacífico, que es un acuerdo de 12 países, fue una demostración de proactividad importante y marca un hito. Hubo una gran coordinación de Cancillería con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, el Ministerio de Economía y Finanzas y con varias representaciones diplomáticas. Y seguimos golpeando la puerta para ingresar. Uruguay era el número cuatro de la lista de seis países que han solicitado la adhesión: China, Taiwán, Costa Rica, Uruguay, Ucrania e Indonesia. Las solicitudes de China y Taiwán van a ser debatidas en otro momento porque se ha dicho que tienen connotaciones geopolíticas, y va a ingresar Costa Rica, con lo cual Uruguay queda como el posible país siguiente a ingresar, y con muy buenas condiciones.

—¿Pero se postergó a Uruguay en el bloque del Transpacífico este año?
—No, Uruguay estaba en cuarto lugar en la fila y es lógico que Costa Rica ingresara primero. Y estamos como los potenciales siguientes en la lista.

—Me extraña que no haya mencionado el acuerdo Unión Europea-Mercosur.
—Es que lo iba a dejar en esta conversación como un capítulo aparte, por su importancia. Es un gran logro en sí mismo tras más de dos décadas de negociaciones y se que ha llevado en muchos gobiernos. Fue una excelente noticia para el país. Uruguay, en el último tiempo, ha tenido un rol protagónico para llegar a esta conclusión del acuerdo. A nivel de Mercosur, es también un logro.

—¿Qué puede pasar con este acuerdo de ahora en más? Aún falta que sea ratificado por los países de la Unión Europea y algunos, como Francia, se oponen fuertemente.
—Lo que sabemos ahora es que quedan dos instancias muy importantes, que es la firma y la ratificación. Por la impronta política que hubo días atrás en Montevideo, parece difícil que se trabe. Este acuerdo tiene un capítulo comercial, otro de cooperación y otro político. Pero para estar operativo el acuerdo comercial, no se tiene que esperar que los otros dos capítulos se aprueben. Más allá de que unos países puedan tener una visión no tan positiva sobre el acuerdo, el foco nuestro está en el Parlamento europeo. Lo comercial pasa por las mayorías europeas, y uno tendería a pensar que sí hay una mayoría favorable. Lo de Francia va a impactar, repito, cuando se pase el tema a los parlamentos nacionales -los capítulos que así hagan-, pero que no será el capítulo comercial.

Nicolas Albertoni hace un balance de su gestión.

—La Cancillería sufrió cambios importantes, sobre todo cuando asumió Omar Paganini como sustituto de Francisco Bustillo en noviembre de 2023, a partir del escándalo del caso Marset, ¿qué tanto se afectó la gestión en ese período?
—Puedo hablar por el tiempo en el que he estado, que son estos dos últimos años y, más allá de que me tocó trabajar con dos ministros, he notado que siempre hemos querido avanzar. Pero es innegable que cuando hay cambios, y por el tipo de cambios que ha habido, obviamente hay tiempos de recargar los motores. Ahora veo toda la película junta, y la verdad es que la impronta desde el inicio al fin del gobierno ha sido la misma, la de seguir queriéndonos abrir el mundo.

—¿Piensa que esa situación por el caso Marset afectó la imagen de Uruguay en el exterior?
—No creo que eso haya pasado, habría que analizarlo. Lo que digo, desde detrás del telón, es que esta Cancillería defiende la impronta de abrirnos al mundo, de defender los valores de siempre, la institucionalidad, la democracia. Y bueno, sí han cambiado sus liderazgos, lo que habrá que evaluarlo después en el tiempo. Pero yo, por lo que he trabajado en estos dos años, he visto una Cancillería que siempre ha mirado hacia adelante.

—¿Qué posición piensa que tomará el gobierno del presidente electo, Yamandú Orsi, en materia de política exterior? Algunos sectores del Frente Amplio se oponen a algunos acuerdos.
—Ojalá que el gobierno entrante siga impulsando la visión de apertura al mundo como lo ha hecho el actual. La continuidad es importante para que las cosas se terminen de concretar, porque lo que queremos es cumplir con el objetivo de tener más acceso a otros mercados y que nuestros productos puedan ingresar más competitivamente.

—¿Qué opinión le merece que Mario Lubetkin, quien fue director regional de la FAO, haya sido nombrado nuevo canciller de Uruguay?
—No nos conocemos, si bien nos hemos cruzado en algunos foros. Lo veo como positivo, es una persona que ha estado en el ámbito internacional, así que espero que tenga una excelente gestión.

Albertoni y su apuesta por la apertura comercial.jpg

—¿Qué tanto podría impactar a Uruguay la política de Trump, cuando asuma la presidencia de EE.UU.?
—Sobre Trump, hay señales que pueden resultar interesantes en términos de relacionamiento. Vemos con buenos ojos la designación de Marco Rubio como secretario de Estado porque es una persona que conoce América Latina, maneja perfecto el español, ha hablado de Uruguay en el Parlamento, también de Costa Rica y de otros países que defendemos los valores de la democracia. Vamos a ver qué sucede con el gobierno en marcha. También creo que Estados Unidos todavía tiene el gran desafío de seguir potenciando su relacionamiento con América del Sur, donde hay una agenda a desarrollar a nivel comercial y de inversiones a la que todavía no se le ha sacado todo el jugo. Se venía trabajando en muy buenos términos con la Alianza para las Américas, presentada por el presidente Joe Biden, que veremos ahora si la administración Trump continúa con ese mecanismo u otro.

—Ya casi al término de su gestión, ¿cuáles son las principales tareas pendientes?
—Queda un camino a seguir recorriendo en términos de apertura. En lo regional, hay un marco interesante en lo bilateral con Perú, la modernización del acuerdo con México que mencioné, cómo explorar también el avanzar bilateralmente con Panamá. Ya hay antecedentes, como un TLC con Chile y con México, y estábamos en buenas conversaciones con varios países. Más que tareas pendientes, siento un querer seguir haciendo. Uno queda con ganas, porque además estuve la mitad del gobierno, han sido dos años, no cinco.

—Su nombre se ha manejado como posible candidato a la Intendencia de Montevideo, ¿lo ha considerado?
—Valoro que se me haya considerado, pero hoy no está en mis planes ser candidato a la intendencia. Mi foco está en poner toda mi energía en la Cancillería. Me honra que se me haya considerado, pero hoy creo que puedo aportar desde otro lugar.

—¿Cuáles son sus planes a futuro a partir del próximo marzo?
Al finalizar en mi cargo, seguramente estaré oscilando entre el sector privado y la academia, aunque hasta ahora, estrictamente, no lo sé.

Relaciones con Venezuela

—¿Qué hará Uruguay cuando Nicolás Maduro asuma nuevamente la presidencia de Venezuela el próximo 10 de enero?

—El 10 de enero lo que tendría que suceder en Venezuela, por la Constitución, es un cambio de mando. Sabemos que hay un presidente legítimamente electo, que es Edmundo González, hay evidencia de sobra de que es el ganador de la elección. No vamos a negar que el régimen no se muestra en la línea de entregar el poder. De ser así, se estaría terminando de consolidar nuevamente un gobierno de facto en un régimen que ya es una dictadura. Uruguay puede llegar hasta cierto punto. Uno puede expresarse, puede denunciar, pero, al final, lo que ocurra termina pasando por lo doméstico.

—¿Qué repercusiones podría tener para Uruguay que el gobierno invite —o no— a Maduro a la ceremonia de asunción del presidente electo Yamandú Orsi?

—Me gustaría ser cuidadoso en decir que eso es decisión del gobierno entrante. Desde la coalición, se había dicho de forma clara que no están los objetivos de invitar a Maduro. Hay que entender también que en los cambios de mando es, normalmente, el presidente entrante quien invita a quien quiere. Lo que vemos (en la coalición) es que hay un desaparecido uruguayo, del cual durante más de 60 días no hemos tenido respuesta oficial de parte del gobierno venezolano de dónde esta, también el que hayan retirado a sus diplomáticos de Montevideo y expulsado a nuestra diplomática de Caracas. No parecería que están las condiciones como para que Uruguay tenga intención de invitar a Maduro. Pero será decisión del gobierno entrante.

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