Miguel Jiménez, economista Líder de BBVA Research
La intensidad de los acontecimientos políticos, en un año plagado de elecciones clave en muchas regiones del mundo, y la continuidad de dos conflictos bélicos de consecuencias trágicas, contrastan con la resiliencia de la economía global, que prosigue su proceso de aterrizaje muy suave de actividad e inflación de manera casi silenciosa.
El buen comportamiento del sector servicios y los efectos de las medidas de política fiscal de los últimos años han compensado las subidas de las tasas de interés desde mediados de 2022.
El crecimiento global va a ser relativamente débil en los próximos dos trimestres, con cierta desaceleración en Estados Unidos y una recuperación lenta en la eurozona, que ha empezado a crecer a principios de año tras cinco trimestres de estancamiento.
En conjunto, se espera un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) global del 3,1% este año, tras el 3,2% en 2023, destacando la resistencia de la economía estadounidense (con una previsión de expansión del PIB de 2,2%), muy por encima de Europa a pesar de la mejora (del PIB de 0,7%), y una desaceleración estructural de China. Para 2025 se prevé que se asiente una cierta recuperación global, hasta un aumento del PIB de 3,3%.
Pero el foco económico está puesto en si se termina de completar el proceso de desinflación, y en qué medida puede permitir a los bancos centrales reducir las tasas de interés de zonas restrictivas hasta niveles más neutrales.
En principio, la caída de la inflación va a continuar a pesar de las sorpresas al alza de la primera mitad del año derivadas de la mencionada fortaleza de la demanda de servicios.
Estos están menos sujetos a la competencia internacional y se ven más afectados por los aumentos salariales para recuperar el poder adquisitivo perdido.
La moderación transitoria del crecimiento y la continuidad de la desinflación van a permitir a los dos mayores bancos centrales recortar tasas de interés este año.
El Banco Central Europeo (BCE) ya ha empezado a hacerlo, antes que la Reserva Federal (Fed), y es previsible que continúe haciéndolo en lo que resta de año con dos bajadas más, y varias adicionales en 2025.
Más importante para la economía global será el ritmo de bajadas en Estados Unidos, que debería empezar el proceso en setiembre y proceder de manera paulatina.
En cualquier caso, no olvidemos que estamos entrando en un mundo con riesgos alcistas de inflación a mediano y largo plazo por factores estructurales como el deterioro demográfico, la resistencia a la inmigración, el proteccionismo creciente y las políticas industriales que priman la seguridad frente a la eficiencia, pero que eventualmente tienen un costo económico que se traslada a los precios.
Todo ello puede llevar a los banqueros centrales a ser más cautos de lo previsto y a que los tipos de interés sean más altos.