Un año de Alberto Fernández en el gobierno, ¿qué arroja el balance económico?

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Alberto Fernández. Foto: EFE

ARGENTINA

La irrupción del coronavirus y la extensa cuarentena dispuesta para intentar evitar su propagación agudizaron los severos desequilibrios que ya arrastraba la economía argentina.

Transcurrido el primer año de gobierno, el balance de la gestión de Alberto Fernández en materia económica presenta números rojos. La irrupción del coronavirus y la extensa cuarentena dispuesta para intentar evitar su propagación agudizaron los severos desequilibrios que ya arrastraba la economía argentina.

Esa suma de factores negativos llevará a que el Producto Interno Bruto (PIB) cierre el año con un derrumbe del 10,9%, según el promedio de las estimaciones de analistas y consultoras privadas recopiladas por el Banco Central de la República Argentina (BCRA). De confirmarse, la caída será igual a la registrada en 2002, el peor año de la historia económica del país.

“La pandemia trajo zozobra en todo el mundo, pero una cuestión es la pandemia y otra es la cuarentena. Los efectos de una cuarentena tan extensa se notan no solo en la caída del nivel de actividad, sino en el aumento del desempleo y de la pobreza. Si se toman solo esas tres variables, el balance económico del primer año de gobierno es muy malo”, dijo a El País Fernando Baer, economista de Quantum Finanzas, en Buenos Aires.

Sin ahorro fiscal ni acceso a los mercados de deuda, el gobierno de Alberto Fernández ingresó a la cuarentena casi sin herramientas disponibles para intentar moderar sus efectos. Ante eso, las medidas de asistencia debieron ser financiadas con una extraordinaria emisión de pesos por parte del Banco Central. En abril y mayo -meses en que las restricciones a la movilidad alcanzaron el pico-, el nivel de emisión monetaria equivalió a más del 80% de la recaudación tributaria.

Esa abundancia de pesos terminó alimentando la demanda de los dólares alternativos al tipo de cambio oficial. Entre marzo y octubre, la cotización implícita de los dólares financieros que surgen de la compra-venta de bonos se duplicó.

“Una brecha cambiaria cercana al 100% entre la cotización del dólar oficial y los financieros desincentiva las exportaciones e incentiva las importaciones, lo que retroalimenta la caída de las reservas. Esa dinámica es la que llevó a que hoy prácticamente no haya reservas netas en el Banco Central”, dijo a El País el economista Federico Furiase, director de la consultora EcoGo, en Buenos Aires. Las reservas netas cayeron de unos US$ 11.500 millones al inicio de la gestión de Fernández a las actuales US$ 2.200 millones.

Esa tendencia declinante no logró ser revertida con la exitosa renegociación de la deuda alcanzada con los acreedores privados a fines de agosto. Si bien con la adhesión al canje de casi la totalidad de los tenedores de bonos el gobierno logró despejar el cronograma de vencimientos de deuda en los próximos cuatro años, las presiones cambiarias no cedieron.

Ante ese panorama, el ministro de Economía, Martín Guzmán, decidió jugar fuerte desde fines de octubre. Apeló a herramientas de corto plazo, como la colocación de títulos atados a la evolución del dólar y la venta de bonos por parte de organismos oficiales, para desinflar la cotización de los dólares financieros. Eso, sumado a señales de una reducción más acelerada del déficit fiscal, permitió descomprimir la presión cambiaria en el último mes.

Perspectivas 2021.

En medio de ese equilibrio inestable, la economía argentina ingresará al nuevo año con perspectivas cruzadas. Por un lado, de acuerdo al Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) publicado por el BCRA, el PIB rebotará 4,8% en 2021. Pero, por el otro, la lenta normalización de la actividad económica tendrá como efecto negativo una aceleración de la inflación. El desconfinamiento, sumado a la abundancia de pesos acumulada en 2020 y a la anunciada suba de las tarifas de servicios públicos tras casi dos años de congelamiento, amenaza con llevar a la inflación anual del 36,7% estimada para este año al 50% en 2021, según el REM.

El alza de la inflación amenaza con asestar un nuevo golpe al ya frágil cuadro social. Según datos del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) para el período comprendido entre julio y octubre, el 44,2% de la población de los centros urbanos percibía ingresos por debajo de la línea de pobreza, un alza frente al 40,8% registrado en el mismo lapso del año pasado.

¿Qué puede hacer el gobierno argentino?

Con un escenario complejo para 2021, buena parte de las expectativas para aplacar las tensiones siempre latentes en el frente cambiario pasan por alcanzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El objetivo es cerrar un Programa de Facilidades Extendidas a 10 años que permita reprogramar los US$ 44.000 millones que el organismo otorgó al país durante el gobierno de Mauricio Macri.

“Dado el contexto de un Banco Central sin reservas, un excedente de pesos que deja el agujero fiscal y una brecha cambiaria en niveles altísimos, el gobierno necesita tomar una decisión política central: hace el ajuste por las buenas en el marco de un acuerdo con el FMI o bien el ajuste vendrá por las malas con una aceleración inflacionaria. El ministro Guzmán va en la línea de acelerar la reducción del déficit fiscal dado que entiende que ese es el menor costo a pagar, pero habrá que ver si la política acompaña ese ordenamiento en un año en el que habrá elecciones parlamentarias de medio término”, dijo a El País el economista Federico Furiase, director de la consultora EcoGo en Buenos Aires.

En el desfiladero estrecho conformado por un escenario social dramático y la necesidad de corregir los desequilibrios macroeconómicos, el gobierno de Alberto Fernández deberá transitar el próximo año.

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