UN VECINO EN APUROS
Con esta batería de medidas, el gobierno de Alberto Fernández se prepara para defender los US$ 5.000 millones acumulados en septiembre con el llamado dólar soja.
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El gobierno argentino apuesta a un mayor control sobre las importaciones y al lanzamiento de tipos de cambio diferenciados para intentar atravesar sin una devaluación abrupta el siempre complejo último trimestre del año, período en el que históricamente aumenta la demanda y merma la oferta de divisas en Argentina.
En esa línea, en los últimos días el ministro de Economía, Sergio Massa, lanzó un nuevo esquema para el control de las importaciones y encareció el dólar para los gastos de turismo en el exterior, medidas con las que busca preservar los US$ 5.000 millones que logró acumular el Banco Central en septiembre gracias al incentivo transitorio del llamado “dólar soja”.
“El gobierno está tratando de hacer una martingala para minimizar la salida de divisas en los próximos meses. Mientras en septiembre apeló a un incentivo para los productores agropecuarios destinado a incrementar la oferta de divisas, ahora intenta restringir la demanda”, dijo a El País Fernando Baer, economista asociado de Quantum Finanzas, en Buenos Aires.
Tras meses de caída continua del stock de reservas netas, en septiembre el gobierno logró algo de oxígeno gracias a un estímulo extraordinario otorgado al sector agropecuario. Durante ese mes, los productores sojeros tuvieron la opción de liquidar los granos que mantenían retenidos en silobolsas a un precio de 200 pesos argentinos por dólar en lugar de los 150 pesos argentinos del tipo de cambio oficial mayorista. Ese beneficio temporario aceleró la oferta de divisas, pero una vez concluido el Banco Central volvió a ubicarse del lado vendedor en el mercado de cambios.
Solo en las últimas seis ruedas la autoridad monetaria debió desprenderse de US$ 344 millones para abastecer a la demanda.
Sin otras alternativas de corto plazo para incentivar la oferta y con apenas unos US$ 6.000 millones de reservas netas -aquellas realmente disponibles para el pago de importaciones o para enfrentar una corrida cambiaria-, el gobierno decidió imponer más trabas a la demanda.
¿Más trabas a las importaciones?
Por un lado, desde hoy entrará en vigencia un nuevo esquema para el control de las importaciones. Con el reemplazo del Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI) por el Sistema de Importaciones República Argentina (SIRA), se centralizará toda la operatoria de comercio exterior en una sola base de datos.
Si bien el gobierno promete a los importadores que tendrán mayor previsibilidad de la fecha en que accederán a los dólares para concretar las operaciones, el cambio también podría derivar en nuevas trabas.
El nuevo sistema permitirá establecer un análisis de la Capacidad Económica y Financiera del Importador, además de trazar un “Perfil de Riesgo Aduanero y Fiscal” de acuerdo a sus antecedentes en materia de sobrefacturación de importaciones o presentación de falsas Declaraciones Juradas.
A eso se suma que también a partir de hoy, más de 4.000 partidas arancelarias pasarán de estar bajo el régimen de Licencias Automáticas al de Licencias No Automáticas, aquellas importaciones que requieren de una autorización oficial para poder concretarlas.
“En principio, desde el gobierno dicen que el esquema será bastante sencillo, pero los nuevos requisitos siempre dan lugar a excepciones y a manejos que son discrecionales. Enviando más rubros de importaciones al esquema de Licencias No Automáticas el objetivo es tener un poco más de control sobre a quiénes le venden los dólares al tipo de cambio oficial y a quiénes no”, dijo Baer.
Turismo más caro
En paralelo al ajuste sobre las importaciones, el gobierno busca cerrar el grifo de los dólares que se van por los gastos turísticos de argentinos en el exterior.
El jueves pasado entró en vigencia un recargo impositivo adicional que encareció el tipo de cambio utilizado para la compra de paquetes turísticos y consumos con tarjeta en dólares en el exterior que superen los US$ 300 al mes. Con eso, el llamado dólar turista, aquel que surge del tipo de cambio oficial más una serie de impuestos, pasó de 270 pesos argentinos a 316 pesos argentinos.
Ese encarecimiento busca, al menos, moderar la sangría de divisas proyectada para los próximos meses. Ya en julio y agosto pasados, el déficit de la balanza turística –la diferencia entre los egresos de dólares por viajes al exterior de residentes en el país y los ingresos de divisas por parte de turistas extranjeros- ascendió a unos US$ 750 millones mensuales. Sin cambios, las consultoras estimaban un rojo cercano a los US$ 2.000 millones en los próximos meses por el Mundial de Qatar 2022 y las vacaciones de verano.
Un dólar más caro para el turismo, que se irá ajustando con las devaluaciones diarias que sufre el tipo de cambio oficial, intenta desalentar los viajes al exterior.
No obstante, la medida también tiene otros efectos colaterales. Todo indica que el resto de los tipos de cambios paralelos tenderán a acercarse más temprano que tarde a la cotización del dólar utilizado para el turismo, lo que terminaría por consolidar una brecha en torno al 100% con el oficial.
De hecho, una vez conocida la medida, en los últimos tres días las cotizaciones de los dólares financieros y del dólar blue registraron alzas de entre el 2,6% y 3,5%.
Las nuevas medidas también incluyen una suba del 100% de la cotización del dólar que se utiliza para importar bienes suntuarios como vehículos de lujo, jets privados, bebidas alcohólicas premium, embarcaciones de uso recreativo y máquinas para minar criptomonedas, entre otros.
Además, se estableció un nuevo dólar de 200 pesos argentinos –un 30% por encima del oficial- para la contratación de artistas y deportistas del exterior, llamado dólar Coldplay. La medida busca descomprimir el acceso a dólares para los organizadores de unos 170 espectáculos programados para las próximas semanas, que van desde los 10 recitales de la banda Coldplay hasta un partido de exhibición del tenista Rafael Nadal.
En cualquier caso, con diferentes tipos de cambio por sector –ya hay 14 diferentes cotizaciones-, el gobierno busca disimular el atraso del dólar oficial frente a niveles de inflación que están lejos de ceder. “El tipo de cambio real multilateral registra un atraso de 25,5% con respecto al promedio del año pasado. Se trata de una pérdida de competitividad significativa. Por eso, con estos tipos de cambio diferenciados el gobierno busca otorgar mayor competitividad por sectores para intentar evitar o, al menos, postergar una devaluación”, dijo a El País Agustín Berasategui, economista de la consultora ACM, en Buenos Aires.
El desafío que tiene por delante el gobierno de Alberto Fernández en los próximos meses es alto: a la oferta de divisas del agro estacionalmente baja del último trimestre se agregarán este año los efectos de la sequía sobre la cosecha de trigo.
“Todos los caminos conducen a que la devaluación será inevitable. Cuando se hacen las proyecciones del balance cambiario hasta diciembre, con la estacionalidad agrícola que no juega a favor sumado a los anticipos de liquidación de soja que ya se hicieron en septiembre más la demanda de dólares por turismo, el resultado es un déficit de divisas importante. Por ahora, el gobierno seguirá apostando a los tipos de cambios diferenciados, pero si los dólares paralelos vuelven a subir por arriba de estos nuevos tipos de cambio, toda esta construcción perderá sentido”, dijo Baer.