Argentina impulsó medidas para frenar la escalada de los precios: ¿cómo afectan a Uruguay?

El país vecino busca frenar la inflación y evitar una nueva corrida cambiaria, y anunció una batería de medidas que, según los propios técnicos del gobierno, son contradictorias entre sí.

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Sergio Massa
Sergio Massa.
Foto: AFP

Por Pía Mesa
El equipo económico del país vecino ha tenido días agitados tras el sorpresivo dato de inflación de abril (8,4%), -muy por arriba de lo que esperaban las consultoras-, el cual obligó al ministro de Economía, Sergio Massa, a anunciar múltiples medidas para intentar frenar la escalada de precios y evitar una nueva corrida cambiaria. Este domingo, el jerarca anunció medidas “antiinflacionarias”, aunque no se brindaron muchos detalles respecto a cuáles serían, qué impacto tendrían y cómo serían implementadas. Asimismo, los propios técnicos con los que trabaja Massa dijeron al diario argentino La Nación, que las medidas planificadas son contradictorias entre sí.

Ayer se conocieron más detalles y del total de anuncios económicos, los más relevantes estuvieron centrados en la política monetaria. En este sentido, el directorio del Banco Central de Argentina (BCRA) aprobó una suba de tasas de interés nominal anual (TNA) de 91% a 97%, lo que implicó un aumento de tasa efectiva anual (TEA) de 140% a 155%, por lo que la tasa mensual efectiva (TEM), pasó de 7,5% a 8%. Esto, con el objetivo de hacer más atractivos los plazos fijos de hasta 30 millones de pesos argentinos. En tanto, los instrumentos para depósitos mayores a este monto subieron de una tasa nominal de 85,5% a 90% (de 128,5% a 138% TEA, o 7,5% TEM).

Sin embargo, la medida que más captó la atención en el mercado es el hecho de que se “administrará el ritmo del craw-ling peg”. ¿Qué significa esto? Es la política que usa el Banco Central para devaluar el tipo de cambio de manera controlada. El equipo económico del país vecino no aclaró si “administrar” significaba acelerar la devaluación o atrasarla. Si el objetivo del BCRA es “desacelerar la inflación”, se debería contener la suba del tipo de cambio, aunque parezca una contradicción por la escasez de reservas. Según La Nación, en la entidad monetaria entienden que, aunque se acelere el ritmo de devaluación, los dólares no van a llegar, simplemente porque no hay. Por lo tanto, intentar hacer más atractivo al tipo de cambio oficial no traerá beneficios. Por el contrario, le establecerá un piso alto a la inflación mensual. Esta estrategia, igualmente, todavía debe ser discutida con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que es el único actor capaz de darle unos meses más de aire al gobierno, pese a que Massa hable de otras fuentes de ingresos de dólares, como China, Brasil y otros fondos soberanos. En el Ministerio de Economía no garantizan el visto bueno del Fondo, que en general pide “no regalar los dólares” a un tipo de cambio bajo.

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Más medidas anunciadas por el equipo económico

Otras medidas anunciadas incluyen bajar la tasa de interés de Ahora 12 (un programa que busca financiar el consumo de bienes en cuotas con tarjeta de crédito); la aceleración de la aprobación del sistema de importaciones (SIRA) para la importación de bienes de capital; el Mercado Central sumará a su actividad el rol de importador directo de alimentos para “ordenar a los formadores de precios”; la limitación de la compra de tarjetas de regalo o “gift cards” en comercios del exterior; entre otras.

Impacto en Uruguay

Desde la perspectiva a nivel local, “lo anunciado hoy (por ayer) nada cambia en lo que refiere a la situación crítica de la actividad en el litoral de Uruguay, y no ayuda en absoluto a cerrar la brecha entre los precios en dólares en los dos países, manteniendo, o aún incrementando, las restricciones al gasto de argentinos en Uruguay”, indicó a El País el economista del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve), Adrián Fernández. A su entender, medidas anunciadas “como la limitación a la compra de gift cards (en el exterior), son indicativas de la frágil situación económica” y señaló que “el problema hoy en Argentina, es tanto político como económico”.

Con esta visión coincidió el economista de la consultora PwC, Ramón Pampín, quien manifestó que la crisis en Argentina es doble: “se solapa una crisis de confianza con una económica. La de confianza se arregla con más dólares y la económica se arregla con menos inflación”, indicó. Sin embargo, Pampín dijo que la situación de Argentina luego de estas medidas “seguramente sea igual” y explicó que algunas acciones que “pueden mover la aguja tienen que ver con: la posibilidad de facilitar el comercio exterior sin el uso de dólares con Brasil, como ya es con China; y sobre todo, adelantar los dólares a recibir por el FMI. “Todas las otras medidas van atrás de la inflación y son más bien analgésicos, que no atienden al problema de fondo”, afirmó Pampín.

En el caso de Uruguay, el economista de PwC dijo que “la afectación es clara respecto a que da un beneficio a los consumidores de proximidad y perjudica a algunas empresas y por tanto a los trabajadores que están en las mismas”. No obstante, remarcó que las crecientes altas tasas de inflación en el país vecino, “pueden llegar a revertir esa situación, sobre todo cuando se llega a la situación en la que se rompe la capacidad de señalización de los precios, provocando desabastecimientos”.

En el mismo sentido, el economista del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), Ignacio Umpiérrez, explicó que “el origen de los problemas inflacionarios en Argentina es su desequilibrio fiscal y su posterior monetización”. Por eso, “los efectos de cualquier medida que se tome sin atacar este problema de fondo, serán muy transitorios y acotados. Más bien las medidas tomadas hasta el momento lucen como mecanismos para reprimir artificialmente el Índice de Precios del Consumo (IPC), o ganar tiempo hacia la carrera político electoral”.

En relación a los impactos en Uruguay, según Umpiérrez estos “son heterogéneos”. Desde el punto de vista financiero, dijo que “hace ya un buen tiempo” que la volatilidad cambiaria de Argentina “no tiene prácticamente impactos en nuestro tipo de cambio y spread soberano”. Mientras que “desde el punto de vista real, los impactos están concentrados en el comercio de frontera y el turismo receptivo.

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“La situación seguirá siendo compleja por un buen tiempo”

Por su parte, el economista de CPA Ferrere, Nicolás Cichevski, indicó que desde la perspectiva de Uruguay, la situación con Argentina “seguirá siendo compleja por un buen tiempo”. Si bien sostuvo que desde el punto de vista comercial, el país vecino “es un destino cada vez menos relevante, la diferencia actual de precios entre ambos países genera un impacto negativo en el sector turístico, ante el menor gasto de los argentinos” en Uruguay. Por otro lado, implica “un aumento del gasto de uruguayos” en ese país por el turismo de compras. “Si bien ello no es necesariamente malo, por ejemplo, porque los uruguayos consumen bienes y servicios a un menor precio, sí genera un impacto en el sector comercial y de servicios de Uruguay”.

Adicionalmente, Cichevski manifestó que se complejiza la situación en la frontera, no solo por el contrabando de productos, sino también porque “el consumo de bienes en Uruguay está crecientemente abastecido por producción argentina”.

Por otro lado, el economista del CED dijo no ser tan optimista en cuanto a que un cambio de gobierno, sea del partido político que sea, solucione el problema de la inflación. A su entender, para lograrlo se requieren tres condiciones que deberían estar alineadas. En primer lugar, “un plan de estabilización con ancla nominal (el tipo de cambio, con anterior devaluación) y un ancla real (un ajuste fiscal), acompañado de medidas microeconómicas orientadas a romper expectativas de formación de precios y distorsión de precios relativos. La segunda condición tiene que ver con la credibilidad y confianza, “argumentos que hoy en Argentina escasean” y que son dos aspectos claves, según Umpiérrez, para el éxito de cualquier política desinflacionaria. En tanto, la tercera condición está referida al contexto externo. “Cualquier plan, por más bien intencionado que esté, puede tener limitaciones si el contexto global se vuelve adverso, como podría serlo en los años posteriores”, señaló.

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