Buenos Aires
Luego de ocho meses de caída sostenida, la actividad económica en Argentina tocó piso entre abril y mayo pasado. En esos meses, la recuperación de la cosecha de soja y maíz en una campaña ya sin sequía permitió ponerle un freno al derrumbe. Sin embargo, lejos del rápido rebote en forma de “V” proyectado por el gobierno de Javier Milei, la economía aún no logra emerger con fuerza desde el pozo.
“El rebote es bastante débil y solo hay una pequeña mejora desde el piso. Los salarios se vienen recuperando en lo que va de 2024, pero todavía están por debajo del promedio del año pasado”, dijo a El País, el economista Jorge Colina, presidente del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa).
“Si el consumo, que es el principal factor del Producto Interno Bruto (PIB), tiene una mejora apenas tenue, la recuperación de la economía en general también será de baja intensidad”, añadió.
La combinación entre los severos desequilibrios heredados del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner sumado a la estrategia de drástica licuación del gasto público y abrupto sinceramiento de los precios relativos escogida por la administración Milei para abordar la crisis dio como resultado un derrumbe de la actividad económica. Entre agosto de 2023 y abril pasado, la caída acumulada fue del 6,8%.
Tras ese desplome, el gobierno confiaba en que la economía iba a iniciar una rápida recuperación. No obstante, ese escenario aún está lejos de concretarse.
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), un proxy del PIB mensual que elabora el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), viene exhibiendo una tendencia irregular: en las comparaciones contra el mes anterior se registró un alza en mayo, un retroceso en junio y una nueva recuperación en julio.
Ya en agosto, algunos indicadores muestran que la reactivación volvió a frenarse. Por ejemplo, la producción de leche y de carne vacuna cayó frente al mes anterior, al igual que los despachos de cemento portland y la demanda eléctrica no residencial.
Esas tendencias que marcan, en el mejor de los escenarios, una recuperación lenta y muy heterogénea entre sectores habrían continuado en septiembre, según los datos que surgen de la recaudación impositiva. El IVA, que refleja la evolución del consumo, cayó 16,6% interanual en términos reales. En tanto, el Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios, que corre en línea con el nivel de actividad, retrocedió 10,6% con respecto a septiembre de 2023.
Motores en duda
Con vistas al cierre de este año y al 2025, el principal interrogante pasa por determinar cuáles podrían ser los motores que terminen por impulsar la recuperación económica.
Para que pueda cumplirse la proyección de un crecimiento del 5% incluida en el Presupuesto del próximo año, la principal apuesta del gobierno pasa por la reactivación del consumo, un rubro que representa casi el 70% del PIB en Argentina.
Con índices de inflación ya en torno al 4% mensual -lejos del pico del 25,5% registrado en diciembre del año pasado-, el gobierno confía en que la mejora del poder adquisitivo dé finalmente impulso al consumo y a la producción.
No obstante, pese a la desaceleración de la inflación, el ritmo de las ventas aún continúa sin despegar. La razón es clara: si bien los salarios privados en el sector formal iniciaron una tenue recuperación y acumularon entre abril y julio un crecimiento real del 10,8%, aún siguen asimilando el durísimo golpe sufrido entre fines de 2023 y el primer trimestre de este año.
De hecho, según un informe del Instituto Gino Germani dependiente de la Universidad de Buenos Aires, el 30% de los asalariados en blanco son pobres, el doble que el año pasado. En tanto, entre los trabajadores informales, el 70% percibe ingresos por debajo de la línea de la pobreza.
A eso se agrega el mayor peso de los servicios en el gasto mensual como un factor adicional que viene frenando una recuperación del consumo. De acuerdo a la consultora Analytica, “mientras que el índice de salarios creció un 128,5% frente a noviembre, los gastos en electricidad, gas y combustibles lo hicieron en un 320,2%, que se suma al incremento del 252,6% en los gastos de transporte público, entre otros servicios”.
“Si el poder adquisitivo no mejora, no hay otro factor que traccione la demanda. Argentina no es una economía con exportaciones muy pujantes y el sector público viene reduciendo el gasto en términos reales de una manera muy significativa”, dijo a El País el economista Guido Zack, director del centro de investigación Fundar.
“Con eso, lo único que queda es el poder adquisitivo, que se viene recuperando pero solo si la comparación se hace con respecto al peor momento de este año. Los salarios reales del sector privado registrado todavía no alcanzaron los niveles de octubre/noviembre del 2023, y los otros segmentos del mercado de trabajo, tanto los asalariados del sector público como los trabajadores informales, vienen todavía más rezagados”, agregó.
La inversión tampoco da señales de recuperación. Lejos de las expectativas en torno a un salto de las inversiones impulsadas por la llegada de un gobierno más amigable con el mercado, en agosto la inversión bruta interna cayó 25,8% interanual sin contar el efecto de la inflación, según la consultora Orlando J. Ferreres & Asociados. Con eso, en los primeros ocho meses del año el retroceso acumulado es de 21,5%.
La apuesta del gobierno es que esa caída de la inversión se revierta con el generoso blanqueo de capitales en marcha –no se paga ningún impuesto por exteriorizaciones menores a US$ 100.000- y el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI), un esquema que concede reducción de impuestos y estabilidad tributaria, aduanera y cambiaria por 30 años. “Las dos mangueras con las que el gobierno pretende agregarle nafta a la actividad económica son el blanqueo y el RIGI. Sin embargo, aún no se sabe cuánto impulso real darán esos dos factores”, dijo Colina.
Esas incertidumbres en torno a la evolución de las inversiones explica, para algunos analistas, el sorpresivo giro de Milei con respecto a China. Mientras en campaña el presidente argentino había reiterado que nunca haría negocios con regímenes comunistas, en los últimos días señaló que China era “un socio comercial muy interesante”.
Entre las inversiones chinas frenadas en Argentina y que podrían reactivarse sobresalen la construcción de dos represas hidroeléctricas y la rehabilitación de la línea férrea Belgrano Cargas.
Por el lado de las exportaciones, las tendencias son más auspiciosas. El desarrollo del mega yacimiento Vaca Muerta logró revertir este año el déficit de la balanza energética al punto que se espera un superávit cercano a los US$ 5.000 millones. A eso podría sumarse a mediano plazo un salto de las exportaciones mineras con los proyectos de litio en marcha y los de cobre que están en desarrollo. La contracara de esas expectativas favorables es el creciente atraso cambiario, un factor que puede frenar el despegue exportador en sectores donde Argentina no tiene una clara ventaja competitiva.
“La recuperación en ‘V’ que preveía el gobierno no se concretó. Cuando se compara esta recesión con las anteriores que tuvimos en Argentina, en ningún caso el nivel de actividad se estabilizó en niveles tan bajos durante tanto tiempo”, afirmó Zack.
"Y eso se da incluso en un contexto de apreciación cambiaria, un factor que debería empujar el nivel de actividad. Las razones de este panorama son las mismas de siempre: para crecer, Argentina necesita dólares, y hoy no los tiene. Eso le pone un techo bajo a la recuperación del nivel de actividad”, concluyó.
-
Inversión de US$ 18.000 millones, creación de 30.000 empleos y apoyo de Unión Europea a Uruguay en un sector
Las redes sociales como Instagram, TikTok, X y otras, ¿mejoran o perjudican nuestras finanzas?
Consultor Tributario: los cambios que propone el Partido Nacional en el IRPF, promoción de inversiones y más