PERSPECTIVAS ECONÓMICAS
Economistas argentinos revisan sus perspectivas económicas para 2022, tras los desafíos que imponen la sequía y la suba de tasas de interés en Estados Unidos, además de los desequilibrios acumulados.
Menos crecimiento, más inflación. Las proyecciones para la economía argentina en 2022 vienen ajustándose en las últimas semanas ante los impactos provocados por la sequía y los probables efectos de la anunciada suba de las tasas de interés en Estados Unidos. Esas nuevas dificultades, que se agregan a los desequilibrios acumulados, amenazan con frenar la fuerte recuperación económica registrada tras la reapertura de actividades.
“Estamos viendo un deterioro de las condiciones de la economía. Con menores ingresos de divisas por exportaciones, la cuenta de dólares no cierra y, ante eso, lo más probable es que haya un mayor control sobre las importaciones. Eso implicará un menor nivel de actividad por lo que corregimos nuestras proyecciones para este año de un alza del 0,5% del Producto Interno Bruto (PIB) a una caída del 0,7%”, dijo a El País el economista Sebastián Menescaldi, director asociado de la consultora EcoGo, en Buenos Aires.
Tras el derrumbe del PIB del 9,9% en 2020, la economía argentina sorprendió con una sólida recuperación el año pasado. Si bien aún no fue publicado el dato anual, hasta noviembre pasado la actividad económica había acumulado un alza del 10,3%. Ese fuerte rebote dejó para este año un arrastre estadístico del 2,5%. Con ese impulso, el gobierno de Alberto Fernández proyectó en el Presupuesto un crecimiento del 4% del PIB para este año. Sin embargo, esa meta parece cada vez más difícil de ser alcanzada.
La sequía fue el primer factor que empezó a modificar el escenario. A mediados de enero, la Bolsa de Comercio de Rosario informó que redujo de 56 millones de toneladas a 48 millones la cosecha de maíz, y de 45 millones de toneladas a 40 millones la de soja. Con eso, estimó el impacto sobre la economía argentina en unos US$ 4.800 millones, equivalente a un 1% del PIB.
“Por la sequía e inundaciones se puede perder el equivalente a un mes de importaciones, lo que le pone un límite a la expansión de la actividad. Eso nos hizo recalcular nuestras proyecciones de un crecimiento del 4% a uno del 3%, casi en línea con el arrastre estadístico”, dijo a El País Guido Lorenzo, director ejecutivo de la consultora LCG, en Buenos Aires.
El año pasado, el fuerte aumento del precio de la soja, el maíz y el trigo, entre otros cultivos, elevó el ingreso de divisas proveniente del sector agroindustrial a US$ 32.800 millones, un record histórico según la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro Exportador de Cereales (CEC). Eso permitió alcanzar un superávit comercial de US$ 14.750 millones aún con un alza del 49,2% en las importaciones. Sin embargo, las condiciones climáticas sumado al anuncio del cambio en la política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos, que podría provocar una apreciación del dólar y presiones a la baja en los precios de las materias primas, cambiaron el panorama.
“El gobierno usó el año pasado el extra que tuvo de divisas para que la economía crezca al 10%. Esa dinámica, que permitió impulsar la actividad pero no acumular reservas, no se repetirá este año. Además, hay que agregar ahora una mayor demanda de dólares por turismo, lo que profundiza la escasez de divisas”, dijo Menescaldi.
Inflación para arriba
Las mayores trabas a las importaciones ante la falta de dólares no solo tendrán impacto sobre la actividad económica, sino también sobre la inflación. Ante las restricciones para acceder a las divisas necesarias para la compra de insumos o bienes finales desde el exterior, empresas e importadores deberán obtener buena parte de esos dólares en los mercados paralelos, donde las cotizaciones duplican a la del tipo de cambio oficial.
Los otros impulsos a la inflación provendrán del levantamiento del ancla cambiaria y tarifaria. Entre los acuerdos alcanzados con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para postergar el cronograma de vencimientos de la deuda por US$ 44.000 millones, el gobierno de Alberto Fernández se comprometió a evitar un mayor atraso del tipo de cambio y de las tarifas de servicios públicos con relación a la inflación. Con un ritmo de devaluación más acelerado y un anunciado aumento de las tarifas de electricidad, gas y agua como vía para reducir el monto de los subsidios económicos, la inflación tendrá este año dos impulsos adicionales a los de 2021. “Con el levantamiento de anclas como el tipo de cambio y tarifas, prevemos una inflación entre el 55% y 60% para este año”, dijo Lorenzo, de LCG. En EcoGo proyectan un alza aún mayor, del 64%.
El último año par en que la economía argentina creció fue 2010. Las causas no tienen misterios: los gobiernos utilizan esos años en los que no hay elecciones para ajustar las cuentas públicas y allanar el terreno para crecer en el siguiente año impar, cuando se celebran comicios presidenciales o parlamentarios. Todo indicaba que en el 2022 iba a romperse esa maldición, pero las condiciones, tanto locales como internacionales, han dado un giro y el crecimiento esperado está cada vez más en duda.
“La maldición de los años peores continúa y todo indica que este año se mantendrá el serrucho que tenemos desde hace una década. La importante recuperación que registró la economía el año pasado no podrá sostenerse porque no han cambiado los fundamentos que la llevaron al estancamiento desde 2011”, dijo Lorenzo.
Landa: “las retenciones son altamente negativas”
Si bien se espera un buen pronóstico para las exportaciones argentinas, también se prevén desafíos como los posibles precios internacionales más bajos y la falta de contenedores hasta mediados de año, los cuales implicarían que haya que pagar más por los productos importados.
En relación a la carne, el rumbo que tome el cepo exportador y la decisión del gobierno argentino sobre el mismo, serán fundamentales para su desarrollo. Según un informe de la consultora AZ Group, los despachos caerán unas 100.000 toneladas, con lo que cerraría en 810.000 toneladas, 20% menos de lo que se esperaba a comienzos del 2020. La meta del sector era alcanzar el millón de toneladas.
A su vez, la industria automotriz se espera que pueda crecer un 30% interanual. “Ese repunte prueba los efectos que tiene la eliminación de los derechos de exportación”, señaló el presidente de la Cámara de Comercio Exterior de la Argentina, Fernando Landa.
Esta referencia, trata de la decisión del gobierno de eliminar las retenciones a las exportaciones incrementales de autos y autopartes.
En este sentido, en este año se espera que las empresas continúen tributando con las alícuotas actuales, hasta un monto equivalente a las exportaciones del 2020 -4,5% o 3%- y no pagarán por los envíos que superen esa base. Este mecanismo se instrumentó inicialmente en marzo pasado y en la nueva etapa incluye también a las autopartes. Asimismo, se prevé que en función de la extensión y ampliación de la medida, desde la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa) afirmaron que las terminales esperan un incremento “significativo” de los envíos en 2022, con “impacto positivo en términos ingresos de divisas y recaudación”. “Hay que revisar el tema a la luz de lo que pasó con autos; entendemos que el equilibrio fiscal es importante, pero el ingreso de divisas es fundamental” expresó Landa. [CON INFORMACIÓN DE LA NACIÓN / GDA]
Lo que preocupa también a los empresarios
En tanto, otros temas que preocupan a los empresarios argentinos son la concesión de la hidrovía -principal canal por donde sale 70% de las exportaciones argentinas; las restricciones cuantitativas a los despachos de carne, el tipo de cambio, las tarifas energéticas, los precios de los combustibles y las limitaciones a las importaciones.
Cabe recordar que Argentina decretó el Impuesto para una Argentina Inclusiva y Solidaria (PAIS), el cual es un 30% de compras en divisas extranjeras.