A ver, hagamos un distingo. Una cosa es comprender”, entendimiento intelectual de cualquier información o conocimiento expresados de forma conceptual. Es sinónimo de entender. APPCU abogó por trazar unas líneas en pos de construir en distintos lados de la ciudad, que no fueran la costa, y así se hizo. Y además con buen suceso…. pero eso viene después.
Y la otra palabra es “comprehender”, que tiene un significado mucho más profundo: implica la experimentación y la vivencia directa, posibilitando que dicho conocimiento se integre plenamente, volviéndose parte de uno mismo. Eso es sinónimo de “saber”.
Un ejemplo puede ser válido. Todo el mundo comprende conceptualmente qué debe de sentirse cuando te tiras en paracaídas por primera vez. A través del intelecto, se entiende lo aterrador que debe de ser saltar desde un avión que vuela a cinco mil metros de altura.
Sin embargo, lo puedes comprehender cuando te atreves a vivirlo a través de tu propia experiencia. Solamente si has saltado en paracaídas sabes lo que se siente cuando se abre la puerta del avión instantes antes de saltar. Por mucho que te lo expliquen a priori, tienes que experimentarlo.
Por ello y viniendo al tema que nos ocupa, la teoría estaba bárbara y la ley votada también. Pero “era como un salto al vacío”…; prácticamente nunca habían ido los promotores a invertir y construir en zonas alejadas de la costa, en barrios que anteriormente era impensado ir. Y al principio se tenía comprensión del tema, intelectualmente lucía interesante. Pero se comenzó a comprehender cuando realmente se experimentó y se vivió directamente. Cuando efectivamente se invirtió en decenas de barrios de Montevideo y demás departamentos y consecuentemente, se construyó.
Y eso por qué sucedió? Por generación espontánea? De ninguna manera, por algo nunca se había ido masivamente a “colonizar” nuevas barriadas.
Por eso se nos ocurrió desde APPCU y siempre traigo el recuerdo del querido Julio Villamide, que era menester poner una zanahoria adelante para que el proceso cobrara no solamente comprensión intelectual sino además que se experimentara, como venimos diciendo.
Como decía Alan Watts “las palabras no pueden expresar más que un pequeño fragmento del conocimiento humano; lo que podemos decir y pensar es siempre inmensamente menor de lo que experimentamos”. De allí que las palabras y el conocimiento que aportábamos en un papel sonaba alentador y era pasible de intercambiar ideas. Pero teníamos que de alguna manera romper el statu quo imperante (invertir y construir siempre en la costa y adyacencias) y cuestionar romper con lo imperante, con lo tradicional y experimentar algo novedoso, distinto, disruptivo, esencialmente disruptivo.
De allí que no fue casual que los promotores hayan ido a experimentar por otros lares. Hubo pensamiento, hubo energía financiera, hubo una mirada profunda en derredor del panorama vigente y éste mostraba que la costa estaba hastiada de apartamentos y que era pertinente buscar otros lares y lógicamente, otros precios. Había que cambiar drásticamente la pisada sin abominar para nada de lo que tradicionalmente se hacía. Porque obviamente en la rambla y adyacencias se sigue invirtiendo y construyendo.
La mayoría estamos instalados en nuestra zona de comodidad intelectual, en nuestra zona de confort, si se quiere y tenemos tendencia a no adherir al cambio a lo nuevo.
Como pasa ahora con la reforma de la seguridad social o la educativa. Se rompió el molde, se experimentó algo distinto. Después veremos como nos va “en la fiesta”, pero si seguíamos como veníamos, el panorama era absolutamente desalentador. Existe opinión unánime.
Muchas veces tiranizados por todo tipo de prejuicios y estereotipos, tan solo estamos dispuestos a considerar y aceptar aquellas ideas que reafirman la forma de pensar con que hemos sido condicionados por nuestro entorno social y familiar.
El promotor de siempre, de todas las horas, invertía y construía en lugares atrayentes y costeros.
Pero desde APPCU comenzamos a pensar que había que buscar caminos alternativos. Como dice alguien que no recuerdo…”la mente es como un paracaídas, solo funciona si se abre”. Y la abrimos y convencimos al gobierno de la época y la Agencia Nacional de Vivienda estuvo en consonancia y consolidamos una nueva etapa que nos enorgullece. Compete agregar que el funcionamiento de la citada Agencia siempre ha sido muy diligente.
Comprehendimos que las casualidades no existen…y que hay que experimentar otras posibilidades. Se crearon los instrumentos y todo fue ganar-ganar para todos los involucrados, incluyendo el gobierno que nada recaudaba en los barrios que hoy generan tributos y mano de obra.
La enseñanza es no quedarse quieto, la buena gestión y el tiempo complementarán la tarea.