INFORME

¿Cómo cambió la Tarjeta Uruguay Social los patrones de consumo y gasto de los hogares?

Si bien este instrumento fue reforzado durante la crisis sanitaria, la TUS es una tarjeta que se utiliza en el país desde el año 2006, y ha tenido rediseños y múltiples modificaciones.

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Comercios solidarios
Comercios solidarios.
Foto: Archivo El País

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Una de las medidas implementadas por el gobierno mientras el país atravesaba la pandemia del covid-19, fue la duplicación del monto de la Tarjeta Uruguay Social (TUS), una transferencia monetaria a cargo del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Este instrumento está orientado a que los hogares en condiciones de extrema pobreza, puedan acceder -mediante una tarjeta magnética con dinero electrónico precargado- a la compra de alimentos, bebidas (no alcohólicas), artículos de higiene personal y limpieza, en determinada cantidad de comercios seleccionados.

Si bien este instrumento fue reforzado durante la crisis sanitaria, la TUS es una tarjeta que se utiliza en el país desde el año 2006 (originalmente llamada Tarjeta Alimentaria) y a lo largo de ese período ha tenido rediseños y múltiples modificaciones en su aplicación.

La cantidad de dinero recibido en la tarjeta, varía en función del número de menores de 18 y mujeres embarazadas que haya en el hogar y se duplica para aquellos que enfrentan mayores niveles de privación. Aunque es considerado un instrumento más flexible que las tradicionales canastas de alimentos y artículos de primera necesidad, el diseño de la TUS es similar al de una transferencia en especie, dado que se puede adquirir un conjunto limitado de bienes, en ciertas tiendas adheridas a la red de comercios solidarios, pero excluye otros productos (bebidas alcohólicas por ejemplo, entre otros). Sin embargo, al depositarse dinero a través de una tarjeta, su diseño también se asemeja al de una transferencia en efectivo, pero restringida.

Según datos de 2019, la cobertura de la TUS alcanzó en promedio a 83.000 hogares, lo que significó en el entorno del 19% de la población uruguaya y al 16% de los hogares con menores de 18 años de edad. Asimismo, del total de hogares que reciben esa transferencia, el 70% se encuentra en el primer decil de ingresos.

Ahora bien, ¿qué impacto real tiene la TUS en la vida de estas personas? ¿Cumple su objetivo de asistir a los hogares de mayores dificultades económicas? ¿Cambian los patrones de consumo y gasto de quienes reciben esa transferencia?

Esas preguntas fueron respondidas por las economistas e investigadoras del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República (Iecon-FCEA), Victoria Tenenbaum y Andrea Vigorito.

En su investigación titulada “Transferencias públicas, diversificación de la dieta y gasto de los hogares. El caso de la Tarjeta Uruguay Social”, las economistas analizaron los efectos que tuvo la TUS en el consumo de alimentos de las personas que recibieron la prestación, así como también en la diversidad de su dieta alimenticia y el gasto que hicieron en rubros no alimentarios.

Para analizar esto, las investigadoras evaluaron los efectos de la prestación en los patrones de consumo de alimentos, el gasto en alimentos y un índice de diversidad de dieta (IDD).

Asimismo, analizaron el gasto no alimentario (vivienda, higiene personal, entre otros) y contemplaron tres posibles canales explicativos: la infra/extramarginalidad de la transferencia, es decir la relación entre el valor monetario de la prestación y los recursos que los hogares destinaban al gasto de esos bienes (si es superior se refiere a extramarginalidad o de lo contrario, inframarginalidad); la vinculación al mercado laboral de los beneficiarios; y decisiones de consumo autoinformadas dentro del hogar.

Entre las principales conclusiones, las investigadoras encontraron efectos escasos de la incidencia de la TUS en lo que refiere al gasto en alimentos y a cambios en el IDD. Esto “podría estar asociado principalmente a la inframarginalidad de la transferencia respecto al gasto en alimentos de los hogares”, indicó el informe.

Eso en términos generales, sin embargo, cuando se analizaron las personas que recibieron un monto duplicado (TUS doble, la reciben los de mayor vulnerabilidad socioeconómica), sí se observó un aumento -aunque leve-, de la diversificación de la dieta, así como también un mayor consumo de frutas y legumbres.

En la investigación se analizaron también posibles efectos de la TUS sobre los gastos de alimentos no saludables como los ultraprocesados, bebidas gaseosas, así como en el gasto en bebidas alcohólicas (uno de los bienes restringidos), y tampoco se encontraron cambios significativos en los niveles de consumo. Por este motivo, las economistas afirmaron que eso “sugiere que los hogares podrían desplazar consumos no admitidos por la TUS al resto de sus ingresos”.

Por otra parte, en lo que refiere a los efectos de la TUS en los gastos no alimentarios, la investigación constató que, a nivel general, “se encontraron algunos efectos” en gastos asociados a la vivienda, los cuales se condicen como mejoras en su materialidad en techo, piso y paredes, así como “mayores gastos en mobiliario y artículos del hogar”.

Adicionalmente, el estudio identificó “leves indicios de aumentos en el gasto en cuidado personal e higiene, educación y recreación”, así como también menores niveles de endeudamiento de los hogares. En línea con investigaciones a nivel mundial, el análisis del Iecon encontró que la TUS “opera como un estabilizador de ingresos”, lo cual “contribuye a una leve reducción del endeudamiento”.

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“Vergüenza y humillación”

Las investigadoras del Iecon señalaron que, al igual que en otros estudios previos, las personas que reciben la TUS manifestaron tener “niveles de vergüenza y humillación asociados a la recepción” de la tarjeta”, superiores a aquellas personas que reciben asignaciones familiares. “El hecho de que la tarjeta cuente con el logo del Mides y sea claramente identificable, podría contribuir a justificar estos hallazgos”, señalaron. Por otra parte, las economistas concluyeron que los resultados sugieren que “las transferencias alimentarias parecerían no generar efectos sustanciales sobre el consumo y el gasto en alimentos”, por lo que recomendaron “reconsiderar la existencia de la TUS como un programa separado e independiente” del programa de asignaciones familiares.

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