El gobierno de Javier Milei viene multiplicando las señales que apuntan a un posible levantamiento del cepo cambiario en Argentina hacia mediados de año. De hecho, en un encuentro celebrado la semana pasada con los principales representantes de las cámaras empresariales del país, el presidente ratificó su intención de liberar las restricciones “lo antes posible”. Para eso, confía en que durante el segundo trimestre, cuando se desarrolla la cosecha de soja y en parte la del maíz, el Banco Central pueda acumular una buena cantidad de dólares.
El fortalecimiento de las reservas sería el paso siguiente de un sendero que comenzó con la abrupta devaluación del tipo de cambio oficial en diciembre y que continuó con un durísimo ajuste fiscal y una drástica reducción en términos reales de los pesos en circulación. En ese contexto de apretón fiscal y monetario, la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los paralelos se redujo en forma notoria. Mientras que por un lado el tipo de cambio oficial mayorista saltó de 366 pesos argentinos en diciembre a 855 pesos argentinos en la actualidad, por el otro los dólares libres se mantuvieron estables en torno a los 1.000 y 1.100 pesos argentinos ante la mayor oferta de los exportadores y la necesidad de empresas e individuos de sacrificar ahorros para poder costear gastos que ya no pueden cubrir con sus ingresos.
La compresión de la brecha desde el pico del 180% en octubre pasado al 20% actual parece dejar abierto el camino para avanzar hacia una unificación cambiaria. “Levantar el cepo sería una señal contundente de que quedó atrás la etapa de la emergencia para pasar a otra que incluya un programa de estabilización. Luego del sinceramiento de los precios, la etapa siguiente sería la liberación del cepo, aunque eso viene un poco postergado debido a que dar ese paso implica riesgos”, dijo a El País el economista Luis Secco, director de la consultora Perspectiv@s Económicas, en Buenos Aires.
Esos peligros fueron admitidos por el propio Milei hace unos días al señalar que “abrir (el cepo) hoy es un riesgo porque la posibilidad de una hiperinflación en ese caso es 50 y 50”. “Yo prefiero ir sobre seguro, como dice el Fondo Monetario Internacional (FMI), y apuntar a mitad de año. Obviamente que si viene alguien y me pone U$S 15.000 millones, abro mañana y la economía despega”, sostuvo el presidente en una entrevista periodística.
Los reparos que esgrime el gobierno para avanzar más rápidamente están relacionados a que aún con la acumulación de los últimos tres meses, las reservas propias del Banco Central continúan siendo negativas. Si bien a partir de abril se espera un mayor ingreso de dólares por la cosecha, también desde ese mes habrá mayores pagos previstos a los importadores. El esquema de acceso escalonado al dólar oficial para pagar las compras al exterior posteriores al 13 de diciembre que dispuso el gobierno generó una nueva deuda comercial con importadores cercana a los U$S 10.000 millones, obligaciones que deberán ir cancelándose en los próximos meses.
Ante esa demanda latente, el gobierno apuesta, además de la liquidación de la cosecha, a un ingreso de dólares frescos adicionales para poder levantar las restricciones sin el riesgo de una corrida cambiaria. Sin embargo, esa opción aún no asoma en el horizonte. Descartado en el corto plazo el financiamiento proveniente de fondos del exterior, la expectativa está puesta en el FMI. No obstante, luego de mantener reuniones en Buenos Aires con Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, a comienzos de esta semana, Rodrigo Valdés, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, no dio pistas sobre un nuevo acuerdo que incluya el envío de fondos.
Impacto en Uruguay
Pese a las intenciones del gobierno argentino, el levantamiento del cepo cambiario aún no parece tener una fecha cierta. En cualquier caso, más tarde o más temprano, las restricciones cambiarias vigentes en Argentina se levantarán o, al menos, serán flexibilizados, y ese giro en la vecina orilla no será inocuo para Uruguay.
Buena parte de los efectos sobre la economía uruguaya estará supeditada a cuál sea finalmente la cotización con la que se unifiquen los distintos dólares en Argentina. En los últimos años, la fuerte suba de los dólares paralelos y la amplia brecha con el tipo de cambio oficial incentivaron el cruce de uruguayos a la vecina orilla para aprovechar los bajos precios en dólares. Como muestra, en septiembre pasado los precios de una canasta representativa de 60 artículos en Salto eran 180,2% más caros que en Concordia, la ciudad limítrofe en Argentina, según el Indicador de Precios Fronterizos elaborado por la Universidad Católica del Uruguay (UCU). Esas diferencias impactaron con fuerza en la actividad comercial de los departamentos del litoral.
Sin embargo, en los últimos meses la brecha comenzó a reducirse debido a que mientras la inflación acumuló más del 110% entre noviembre y marzo en Argentina, la cotización de los dólares paralelos se mantuvo sin grandes variaciones. Con esa inflación en dólares, ya en enero pasado el promedio de los precios en Salto eran 97,4% más altos que en Concordia, de acuerdo a la UCU. Todo indica que esa tendencia descendente continuó en febrero y marzo, y que se mantendrá en los próximos meses aún con la esperada unificación cambiaria.
“Argentina no volverá a estar tan barata en dólares para los uruguayos como lo estuvo el año pasado. El gobierno de Milei es respetuoso del mercado y lo más probable es que tras la liberación del cepo y la unificación cambiaria, el dólar quede en niveles similares a la cotización actual de los tipos de cambio paralelos”, dijo a El País Marcelo Elizondo, director general de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales, en Buenos Aires.
Otro de los efectos del cepo cambiario en Argentina está relacionado con las trabas a las importaciones. En los últimos años, la severa escasez de reservas en el Banco Central llevó al gobierno de Alberto Fernández a endurecer las restricciones con el controvertido Sistema de Autorización de Importaciones (SIRA). Eso, sumado a la caída de la actividad económica, llevó a que las exportaciones uruguayas a Argentina cayeran el año pasado a U$S 565 millones, un 47% menos que en 2022, según datos de Uruguay XXI.
Si bien la próxima eliminación de los controles cambiarios en Argentina abre la expectativa de una normalización en la relación comercial, ese proceso no será inmediato. De hecho, a contramano de las promesas de bajar impuestos y favorecer el comercio esgrimidas durante la campaña electoral, Milei subió la alícuota del 7,5% al 17,5% del impuesto Para una Argentina Inclusiva y Solidaria (PAIS), tributo que se aplica sobre el tipo de cambio oficial para la compra de dólares destinados al pago de importaciones. Pese a la retórica ultraliberal de Milei, no está claro si el impuesto PAIS será eliminado una vez que se haya eliminado el cepo. ¿La razón? En medio de la caída de la recaudación de los gravámenes ligados a la actividad y al consumo por la durísima recesión, el impuesto a las importaciones pasó de representar el 1,7% del total de ingresos fiscales en febrero de 2023 al 7,9% un año después.
“Aún no se sabe si la liberación del cepo cambiario implicará la eliminación del impuesto PAIS porque pasó a ser muy importante. De eliminarse, el gobierno debería profundizar la baja del gasto público y ya no le queda demasiado margen para hacerlo. A eso se suma que si bien las exportaciones uruguayas a Argentina no volverán a caer este año en la misma magnitud que en 2023, tampoco se recuperarán porque no tendrán demanda. Este año el PIB de Argentina caerá en torno al 4% y el consumo seguirá deprimido”, dijo Elizondo.