Las tensiones que genera el papel de Massa como ministro y candidato presidencial en la economía argentina

El principal objetivo de los próximos meses pasará por evitar como sea una devaluación abrupta del tipo de cambio oficial e impedir un mayor ensanchamiento de la brecha con los dólares paralelos.

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Sergio Massa
Sergio Massa.
Foto: EFE.

La confirmación de Sergio Massa como candidato del peronismo para las próximas elecciones presidenciales abre un nuevo escenario para la economía argentina. Con la necesidad de convertir a su propia gestión de ministro de Economía en el principal motor de su campaña presidencial, Massa, quien se mantendrá en el cargo, tiene ahora mayores incentivos para instrumentar medidas de corto plazo que impacten favorablemente en los bolsillos de trabajadores, jubilados y beneficiarios de planes sociales aún a costa de profundizar los desequilibrios.

“Como candidato, Massa probablemente tenga más poder y autonomía para tomar decisiones económicas. Si bien no tendrá más recursos que antes de ser candidato, ahora tendrá más capacidad de disponer de esos recursos en función de sus objetivos políticos”, dijo a El País el economista Miguel Kiguel, director ejecutivo de la consultora Econviews, en Buenos Aires.

Tras 11 meses de gestión como ministro de Economía, Massa tiene escasos logros para exhibir. A contramano de su promesa de desacelerar la inflación para llevarla a un nivel en torno al 3% mensual a partir de abril, los índices continuaron trepando hasta estacionarse en los últimos dos meses en un rango del 8%. Con eso, el poder de compra, sobre todo de jubilados, empleados informales, cuentapropistas y beneficiarios de planes sociales, viene sufriendo recortes significativos. A eso se suma un estancamiento de la actividad económica que amenaza con transformarse en caída durante el segundo semestre del año.

Sin embargo, aún con ese panorama, Massa logró convertirse en el candidato del oficialismo gracias a algunos activos intangibles que supo hacer pesar en las discusiones internas. El más relevante es su capacidad para darle cierto orden al sistema de toma de decisiones económicas de un gobierno que estaba paralizado por las duras tensiones entre las fuerzas que lo componen. Ese ordenamiento y el mayor peso político de Massa con relación al de sus antecesores en el Ministerio de Economía son condiciones que evitaron una profundización de la crisis, según buena parte de los analistas.

“Aunque no puede mostrar una buena performance como ministro, el principal logro de Massa es referenciarse como quien evitó que la economía argentina vaya a un descontrol total, a una hiperinflación. En ese marco, la fuerza que tiene de negociación es amenazar con irse del cargo”, dijo Kiguel.

Ahora, con el doble rol de ministro y candidato, todo indica que Massa se aferrará más que nunca a su estrategia de lanzar medidas de corto plazo y postergar las correcciones de los severos desequilibrios que arrastra la economía argentina para no tener que pagar costos políticos. En esa línea, el principal objetivo de los próximos meses pasará por evitar como sea una devaluación abrupta del tipo de cambio oficial e impedir un mayor ensanchamiento de la brecha con los dólares paralelos.

Para eso, los analistas coinciden en que se profundizará aún más el cepo cambiario y las restricciones a las importaciones. En paralelo, para ampliar la oferta se espera el lanzamiento de una nueva versión del “dólar-soja”, un esquema por el que se les ofrece a los exportadores sojeros un tipo de cambio más alto que el oficial por un período determinado como incentivo para que apuren la liquidación de la cosecha retenida en silobolsas.

A la espera del FMI

El objetivo de Massa es que con un dólar planchado, sumado a nuevos acuerdos de precios con empresas y cadenas de supermercados al menos hasta las elecciones primarias, la inflación se desacelere a niveles por debajo del 7%. De alcanzar esa meta, podría exhibir al menos un leve descenso desde el pico del 8,4% registrado en abril. Eso se complementaría con medidas que impulsen el poder de compra.

Por ejemplo, trascendió que el ministro de Economía estudia cambios en el Impuesto a las Ganancias dirigidos a otorgarle una mejora de los ingresos a los sectores de ingresos medio altos y altos que cuentan con un empleo formal en relación de dependencia.

Para poder avanzar en esa ruta de contención de las presiones inflacionarias, será clave el resultado de las negociaciones que Massa viene sosteniendo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Luego de la renegociación del acuerdo sellado a comienzos del año pasado, Argentina pasó a recibir fondos que luego utiliza para pagar los vencimientos con el mismo organismo de crédito.

Sin embargo, con reservas netas en el Banco Central que ya son negativas en U$S 2.500 millones, Massa aspira a cambiar esas condiciones para asegurarse un volumen de divisas a corto plazo y para que una parte de ese monto pueda ser utilizado en intervenciones en el mercado cambiario durante los próximos meses, período en que todo indica que se acelerará la demanda de dólares como cobertura frente al riesgo electoral.

En medio del incumplimiento por parte de Argentina de buena parte de las metas acordadas para el segundo trimestre del año, el FMI ha ido endureciendo su posición y las negociaciones se tensaron en las últimas semanas. En principio, una de las exigencias del organismo para acceder a adelantar los desembolsos pautados para el resto del año es que el gobierno argentino se comprometa a convalidar una devaluación de, al menos, el 20% del tipo de cambio oficial.

La expectativa de Massa

La exigencia por parte del FMI en cuanto a que el gobierno argentino se comprometa a convalidar una devaluación de, al menos, el 20% del tipo de cambio oficial, es rechazada por Massa dado que un salto abrupto del dólar daría un impulso adicional a los precios en plena campaña electoral.

La expectativa del actual ministro de Economía es que con la confirmación de su candidatura por el oficialismo —y no la de un kirchnerista duro—, el organismo internacional ablande su postura y se agilicen las negociaciones.

A contramano de la clásica retórica del kirchnerismo, Massa es un candidato presidencial amigable para el establishment empresarial y financiero local, además de contar con fluidos contactos en la dirigencia política estadounidense.

“Argentina no puede caer en default con el FMI porque sería un desastre. Massa ahora tiene más autonomía que antes en la negociación y seguramente llegará a un acuerdo porque el FMI también quiere evitar una crisis”, dijo Kiguel.

De todos modos, aun si las discusiones con el organismo internacional arribaran a buen término como se presume, Massa deberá correr una carrera a contrarreloj para llevar antes de las elecciones primarias del 13 de agosto y de las generales del 22 de octubre al menos un alivio a los bolsillos de los segmentos sociales que podrían apoyarlo en las urnas.

“En los próximos meses habrá una tensión entre el ministro y el candidato. El riesgo es que las necesidades políticas de Massa deriven en una mayor acumulación de desequilibrios económicos. La gran pregunta es cuánto riesgo está dispuesto a tomar Massa como ministro de Economía para apuntalar su propia candidatura. Esa interrogante aún no tiene respuesta”, según manifestó en diálogo con El País, la economista Soledad Pérez Duhalde, directora de la consultora Abeceb, en Buenos Aires.

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