Costo de vida: el “enemigo”, la “enfermedad” y la “trampa” que subyacen en Uruguay

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Persona en un supermercado. Foto: Archivo El País.

PRECIOS

La falta de competidores afecta el costo de vida en el país, según expertos.

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¿Qué tiene que ver la inflacióncon los morrones? Fue una de las preguntas contestadas en el evento realizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), en el que se analizó la inflación y el nivel de precios, desde diferentes perspectivas. Allí se afirmó que la normativa uruguaya es “enemiga” de los consumidores.

En el evento “Inflación y precios. Entre la coyuntura y lo estructural”, se analizó desde la macroeconomía, el supermercadísmo y la producción de frutas y verduras, lo que acontece en la actualidad uruguaya y cómo afecta el bolsillo de los consumidores.

Ante un escenario internacional de suba de precios de commodities, principalmente en los sectores de energía y alimentos, el economista del CED, Ignacio Umpiérrez, señaló que por ser una economía pequeña y abierta, tomadora de precios internacionales, los shocks en la economía global nos “golpean, nos benefician y nos perjudican”.

“Es un aumento generalizado, lo vemos en la carne, en los granos, los lácteos. Esto es un fenómeno que se está dando en todos los mercados, básicamente porque estamos en una fase que tenemos una oferta muy restringida en todos los mercados y una demanda dinámica. Entonces, esa combinación está generando que los precios de los commodities estén elevados y eso sea lo que termine generando mayores precios internos”, agregó.

En este sentido, explicó que el primer impacto de la coyuntura actual, es favorable para el país, debido a que Uruguay es “neto exportador de materia prima”, por lo que “se beneficia de tener precios internacionales elevados y la mayor demanda del sector externo, y eso es positivo para la actividad y para el empleo”.

“El segundo impacto es a nivel financiero. Este aumento generalizado de materias primas es la contracara de un dólar débil. Eso trae que tenemos mayores posibilidades de consumo en dólares y también algunos aumentos de costos internos, que repercuten de diferente manera en los sectores agroexportadores”, agregó.

En tanto, ante el aumento de precios que también impacta el mercado interno uruguayo, se refirió a que las medidas como los subsidios, como en el caso del combustible, las reducciones impositivas, como en el caso de los panificados y la carne, o el acuerdo de precios entre empresas realizado algunos años atrás, van a tener un “efecto acotado y transitorio” sobre el nivel de precios.

En tanto, destacó que se ha “mencionado al pasar” otra medida, que “tiene que ver con mayor apertura de la liberalización de las importaciones, lo cual generaría una mayor oferta de algunos bienes que aumentaron mucho, como en el caso de los huevos o el aceite”.

Por su parte, el director del CED, Agustín Iturralde, señaló que “Uruguay tiene los dos pecados, tiene inflación alta y es un país caro”, pero que estos no tienen necesariamente “que ir de la mano”.

“Este tema exógeno que nos está pegando del mundo, nos está cayendo sobre los dos problemas a la vez. Sobre un Índice de Precios del Consumo (IPC) que estaba yendo muy por arriba de lo que esperábamos casi todos y está siendo más evidente, más violento, golpeando más fuerte el costo de vida de las personas”, afirmó.

En tanto, sostuvo que “Uruguay tiene la trampa del ingreso medio, tiene salarios que son altos para la productividad del trabajo”, en donde hay una reforma laboral pendiente, y, a la vez los salarios “son bajos para el costo de vida que hay”.

Al mirar los precios a nivel estructural del país, dijo que “en todos los mercados el tema en común que tenemos es poca competencia y barreras de distintos tipos, a veces son legales, barreras a la importación, a veces son arancelarias, a veces son burocracias que no permiten la llegada de nuevos actores”.

En este sentido, expresó que “la solución para bajar costo de vida, no inflación” en Uruguay, “en muchos casos puede ser permitir” las microimportaciones”, sobre las cuales hay un proyecto normativo presentado pro el senador Sergio Botana.

¿Qué tiene que ver?

En tanto, dentro de los invitados estuvo el exintendente de Regulación Financiera del Banco Central, José Licandro, quien señaló que “muchas veces la discusión de la inflación es de muy baja calidad técnica y cuando hablamos de inflación, hablamos del precio de la lechuga”. En tanto, recordó que “teníamos un subsecretario de Economía preocupado por el precio de los morrones, como si eso fuera problema de la inflación. La verdad que no tiene nada que ver”.

En este sentido, explicó que la inflación “es el aumento generalizado y sostenido de los precios, a lo largo del tiempo”, por lo que también se puede entender como “la pérdida sistemática del valor del dinero”.

Al analizar la variación del valor del dinero señaló que “si tenemos un problema de inflación, si durante 50 o 60 años Uruguay tuvo un 60% al año de inflación, no era por los morrones, era porque la cantidad de dinero subía muy por encima de lo que se necesitaba para hacer transacciones”.

“En esta coyuntura que nos está tocando vivir, que estamos enfrentando aumentos de algunos precios, no por temas monetarios sino por otra base, uno se puede confundir, pensar que la manera de controlar la inflación es controlando los precios. Ya lo hicimos en Uruguay, tratamos de hacerlo, en el año 1968 se congelaron todos los precios, se creó la Comisión de Productividad, Precios e Ingresos (Coprin) y fracasó rotundamente”, afirmó.

En tanto, agregó que “los shocks hacen subir por única vez” la inflación, en donde “para que el IPC siga subiendo por culpa de los commodities, tendrían que seguir subiendo todos los años”.

“¿Qué estamos enfrentando ahora? La suba del petróleo no es algo permanente pero ha sido duradera. Hace subir temporalmente el IPC, lo que no quiere decir que hay más inflación”, agregó.

La “enfermedad” del costo de vida alto en Uruguay

En tanto, el panel contó también con la presencia del CEO de Ta-Ta, Christopher Jones, y la gerente general de ventas en De la chacra, Antonella Gordillo, quienes se refirieron a los problemas que inciden en los altos precios en Uruguay.

En este sentido, Jones se refirió a la necesidad de liberalizar las importaciones, en donde afirmó que “el costo de vida va a bajar donde haya libertad real”.

Argumentó que el 75% de los productos que se venden no son de producción uruguaya y que, dentro de los que figuran como tales, están los importadores que fabrican en otro país y luego “le meten el código de barras uruguayo”.

A su vez, otro problema es la necesidad del certificado de origen al momento de importar, en donde se le cobra al importador un 30% más en la Aduana, en caso de no contar con este documento.

En tanto, sostuvo que al momento de haber ingresado el producto, este se debe registrar en el órgano competente, el cual puede contar con “esperas” que hagan “desistir” al importador.

Al referirse a la producción uruguaya, destacó que al necesitar el aval bromatológico de la intendencia, “Dios está en todos lados pero atiende en Montevideo”. Ya que es el “sello” de la intendencia capitalina la que permite vender en el resto de los departamentos, mientras que el de las otras 18 intendencias, solo permite vender en ese departamento.

Por esto, Jones dijo que “la normativa actual es enemiga del consumidor uruguayo” y que “la enfermedad es una sumatoria de regulaciones anticuadas y no adaptadas”.

En tanto, Gordillo defendió lo “imprescindibles” que son los productores de frutas y verduras en el mercado interno, por las implicancias que tienen en la base del alimento de los uruguayos y señaló que los productores no cuentan con facilidad de crédito y, cuando la hay, “las tasas son altísimas”.

Lo poco común que tiene el Mercosur

Según Jones, se vería un descenso en los precios si “se cambia la normativa y pasamos a ser parte de un mercado común donde la mercadería pasa de un lado al otro, donde si está registrada en un país automáticamente puede estar registrada en el otro y que los comerciantes del tamaño que sean tengan la libertad absoluta de salir, cruzar la frontera” e importar. “El Mercosur (Mercado Común del Sur) tiene de común lo que yo tengo de eslovaco, absolutamente nada”, agregó el CEO de Ta-Ta.

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