EFECTO
Según ONU Mujeres, el coronavirus ha hecho que la participación femenina en el mercado laboral esté volviendo a niveles de hace más de una década.
América Latina y el Caribe sigue como la región más desigual del planeta. Según cifras del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), siete de los 20 países más desiguales del mundo se encuentran en este territorio.
Superar la desigualdad no solo implica disminuir las brechas en el acceso al ingreso que tienen las diferentes poblaciones de un país, también cuenta el acceso a la salud, la educación y a una vivienda digna, entre otros factores. Y si bien se debe reconocer que la adopción de políticas sociales y económicas ha contribuido a mejorar estos índices, ha habido un estancamiento desde principio de siglo, al que se sumó el impacto del COVID-19.
Para Luis Felipe López Calva, subsecretario general de la ONU, el análisis debe hacerse desde una perspectiva histórica. “La historia de Latinoamérica y el Caribe es, lamentablemente, de desigualdad desde su inicio en la Colonia y la independencia, porque se dio en un contexto de desigualdad de poderes, de distribución de activos, de tierras, por ejemplo”, afirmó el director.
Y de manera persistente, estas desigualdades se han mantenido con el tiempo; por ejemplo, en la región, el 10% más rico captura el 54% de los ingresos nacionales de cada país, indicador que se convierte en una de las principales razones de la desigualdad.
Conocer las desigualdades y ponerlas en la agenda de los países de América Latina es un paso para enfrentarlas. Esa es, precisamente, la invitación que les hizo la Fundación Pvblic a los 11 medios de comunicación del Grupo de Diarios de América (GDA), gobiernos, organismo multilaterales y empresas privadas y ciudadanos en general, en el marco del proyecto #LatinosUnidos.
Clase media sin consolidar.
Aunque desde 2003 hasta 2008, 72 millones de personas ingresaron a la clase media (la pobreza se redujo casi a la mitad), no todos los que salieron de la pobreza alcanzaron seguridad económica, y como resultado uno de cada tres latinoamericanos es vulnerable a caer en la pobreza. “Somos una región de ingreso medio, pero no hemos podido consolidar naciones de clase media”, enfatizó López Calva.
Como si fuera poco, la pandemia va a aumentar las desigualdades. Parte del problema está en la educación si se tiene en cuenta que en América Latina, menos del 30% de los estudiantes más vulnerables de secundaria tienen acceso a un computador en el hogar. Y precisamente en la educación está la base para poder tener empleos formales.
En tiempos del COVID-19, la mayoría de los trabajos que se pueden desarrollar desde la casa requieren ciertos niveles de formación. De modo que quienes no tienen acceso a la conectividad y a la educación podrían quedar a expensas de la informalidad. Según datos del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) y del PNUD, en la mayoría de los países de la región más del 70% de los trabajadores que están en el quintil más pobre (el 20% más pobre) trabajan en el sector informal.
El ‘Informe de políticas sobre el impacto en América Latina y el Caribe’ prevé la mayor contracción económica de la región en un siglo.
Mujeres con más cargas.
Aunque se esperaba que la tasa de pobreza de las mujeres disminuyera en 2,7% entre 2019 y 2021, las proyecciones apuntan a lo contrario: un aumento del 9,1%.
A esto se suma que con la pandemia, las labores de cuidado, que por años han hecho las mujeres de la región, se triplicaron, lo cual provoca que tengan que abandonar sus trabajos o dedicarse a actividades informales. Según ONU Mujeres, el COVID-19 ha hecho que la participación femenina en el mercado laboral esté volviendo a niveles de hace más de una década, sumado a que las mujeres están sobrerrepresentadas en el sector informal en todos los países de la región.
Y, como si fuera poco, según datos del PNUD, en los países de la región hubo un aumento de entre 20% y 50% en las llamadas a las líneas de ayuda y denuncia por violencia de género durante la pandemia. Pero estas no son las únicas brechas en el ámbito de la desigualdad de género, la pobreza también afectará más a las mujeres; para el 2021, por cada 100 hombres jóvenes que vivan en pobreza extrema habrá 118 mujeres en esta condición.
“La pandemia ha hecho muy evidente la desigualdad en general; políticamente, la desigualdad se debe poner en el centro”, enfatiza López Calva, y asegura que lo que viene de aquí en adelante son los retos para salir de la crisis y cerrar las brechas aprovechando las potencialidades de la región.
“Se debe recuperar el empleo, hacer énfasis en las poblaciones vulnerables, formar capital humano vía sistema educativo. También es muy importante hacer una gran inversión en el área digital que permita cerrar brechas y garantizar la inclusión financiera. Tratar de hacer que esta crisis no debilite más la confianza de los ciudadanos en las instituciones y pensar en lo público como lo colectivo”, advirtió.