La Nación/GDA
En la sociedad de hoy, el endeudamiento es una realidad para muchas personas. Ya sea por un préstamo hipotecario, una tarjeta de crédito no pagada a término o un préstamo personal, las deudas a veces no paran de crecer. Sentirse abrumado por las facturas pendientes y los intereses puede ser muy estresante y desmotivador. Sin embargo, no estás solo en esta situación, ya que en este Finanzas de Bolsillo exploraremos tres pasos efectivos para cancelar tus deudas y recuperar tu estabilidad financiera. Aprenderás a realizar un eficiente seguimiento de tus deudas, seleccionar cuáles te conviene pagar primero y negociar tasas de interés con tus acreedores para reducir tus costos mensuales.
Seguimiento
Lo primordial es hacer un seguimiento de tus deudas. Si querés mejorar tu situación financiera, es fundamental que lleves un seguimiento efectivo de tus deudas.
Conocer cuánto debes, a quién y a qué plazo es esencial para poder establecer un plan de acción de pago. Además, mantener un seguimiento te permitirá ver los progresos que estás haciendo y te motivará a seguir avanzando en tu camino hacia la libertad financiera.
En este caso, se debe crear un registro de tus deudas en Excel. Confeccioná una lista de todas tus deudas, incluyendo el acreedor, la cantidad que debés, la tasa de interés, la fecha de vencimiento y el estado actual de la deuda (cuotas pagadas, restantes, etc.). Para ello, es importante que recopiles todos los documentos relacionados con las mismas, incluyendo facturas, estados de cuenta, contratos, etc. Para lograrlo también podés utilizar aplicaciones y programas en la web que te ayudarán a hacer un seguimiento consolidado. Algunas como Mint incluso te permiten conectar tus cuentas y recibir recordatorios automáticos sobre tus pagos.
También podés mantener actualizada esta información regularmente para tener una visión clara y precisa de tus deudas y progresos en los pagos. Esto te permitirá tener un control efectivo de tus deudas y te ayudará a identificar prioridades en los pagos, así como también monitorear tus avances y tener un registro claro para futuras referencias.
Cash Flow
El siguiente paso se basa en utilizar el Índice del Cash Flow para saber que deuda te conviene cancelar primero. El Índice del Cash Flow desarrollado por Garrett Gunderson es un sistema innovador que contradice la creencia dominante de que conviene cancelar primero la deuda por la cual se paga una mayor tasa de interés nominal.
Para ello, utiliza una combinación de factores que incluyen la tasa de interés y la relación deuda-ingreso, para determinar cuál es la deuda más nociva para tu flujo de efectivo.
Con este sistema, podrás tomar decisiones informadas sobre cómo priorizar el pago de tus deudas y lograr con ello una mayor estabilidad financiera a largo plazo. Se trata del siguiente cálculo: Monto de la deuda a pagar / Pago mínimo mensual.
Cuanto más bajo sea el resultado, más urgente será la precancelación de esa deuda. El Índice de Cash Flow nos dice entonces que, si el número en cuestión da entre 0 y 50, la deuda es muy nociva (o simplemente nociva) para nuestros bolsillos, por lo que conviene precancelarla cuanto antes. Un resultado entre 50 y 100 habla de una deuda no tan nociva a la que igual se debe prestar atención para no perder de vista su evolución. De 100 en adelante no sería tan relevante para nuestras finanzas personales. por ende, los estímulos para su precancelación disminuyen.
Tasas de interés
El tercer y último paso se trata de renegociar las tasas de interés con él o los acreedores. Renegociar las tasas de interés de tus deudas puede ser una estrategia efectiva para reducir tus pagos mensuales y mejorar tu situación financiera a largo plazo. Es importante comprender los diferentes aspectos de la negociación de tasas de interés y cómo puede afectar a tus finanzas personales.
En esta sección, explicaremos los diferentes enfoques que podés utilizar para negociar tasas de interés más bajas y las mejores maneras de abordar a tus acreedores. Con un enfoque inteligente y un poco de habilidad de negociación, podés reducir tus costos financieros y liberar más dinero para tus prioridades monetarias.
Investigá la deuda contraída y el contexto de tasa de interés: conocé tus derechos y los términos del acuerdo de tu préstamo. Averiguá el contexto de tasas de interés actual en el mercado para ver si hay mejores opciones disponibles.
Ofrecé un historial de crédito fuerte: si estás al día con el pago de las cuotas de la deuda, podés usarlo a tu favor para tener una mayor posibilidad de negociar una tasa de interés más baja.
Realizá una oferta: pedile a quien te dio el crédito que considere reducir la tasa de interés a cambio de un pago más alto o un pago adicional. Asegurate de hacer una oferta realista y respaldarla con información sólida sobre tus finanzas.
Considerá la posibilidad de un refinanciamiento consolidado: si tenés varios préstamos con tasas de interés altas, considerá refinanciarlos unificándolos en un solo préstamo con una tasa de interés más baja y un plan de pagos más manejable.
A través de una negociación bien planificada y respetuosa, podés lograr una reducción significativa en la cantidad a pagar mensualmente y acelerar el proceso de pago.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la negociación no siempre es posible y puede llevar tiempo y esfuerzo, por lo que es importante estar bien preparado y tener un plan detallado antes de iniciar cualquier conversación con tus acreedores.
A menudo, la gente no se da cuenta del impacto negativo que las deudas producen hasta que es demasiado tarde, cuando la disminución en su calidad de vida producto del stress financiero que deben soportar comienza a perjudicar su trabajo y vínculos cercanos.
Decirle adiós a tus deudas comenzando un proceso de desendeudamiento como el propuesto en esta nota puede parecer complejo y difícil en un primer momento, pero cuando comiences a accionar verás como tu stress disminuye al estar ocupándote del asunto, y los resultados comenzarán a llegar.
Reducir los gastos hormiga, derivados y diferidos
Es clave mantenernos alejados de ellos si queremos mejorar nuestra salud financiera. Los gastos hormiga pueden ser, por ejemplo, el pago de comisiones por uso de cajeros automáticos de bancos donde no tenemos cuenta, la solicitud y renovación de tarjetas de crédito adicionales que se utilizan poco, el mantenimiento de varias cuentas bancarias cuando podríamos tener una sola, las comidas no siempre deseadas fuera de casa, las gaseosas o cafés al paso, las golosinas del kiosco, la acumulación de bijouterie, los pañuelitos descartables y los snacks son solo algunos de estos pequeños gastos casi invisibles que, en la sumatoria, pueden representar hasta el 25% de nuestro presupuesto mensual. Por otro lado, los gastos derivados se llaman así porque derivan de un gasto primario. Por ejemplo, si compro una mascota tengo que ponderar no solo el costo de adquisición, sino también el de mantenimiento (comida, veterinario y más). Por último nos encontramos con los gastos diferidos. Son principalmente los gastos que se realizan con tarjeta de crédito. Se disfruta en el presente aquello que se pagará más adelante. Luego, cuando haya que afrontar el pago, el disfrute habrá desaparecido hace tanto tiempo que ya ni recordaremos cómo fue o por qué estamos pagando tanto dinero en forma mensual. Es así como nos toparemos con “la trampa de la deuda”, ese laberinto de las finanzas personales del que muchas veces resulta complicado salir o poder afrontar. En este caso, lo mejor o lo más recomendado es no caer en razonamientos ingenuos y dejar de diferir los pagos para evitar convertirnos en “cuoteros” endeudados.