Urgido por la escasez de reservas en el Banco Central, el gobierno de Javier Milei viene apurando un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que le provea a Argentina dólares frescos mediante un préstamo. Aunque todavía no hay precisiones acerca de cuál será el monto del crédito, el objetivo del gobierno argentino es que los desembolsos le permitan no solo afrontar los vencimientos de capital e intereses con ese organismo multilateral en lo que resta del mandato de Milei, sino también cancelar deuda que el Tesoro tiene con el Banco Central, una condición que la Casa Rosada estableció como ineludible para levantar el cepo cambiario.
“La renovación de todos los vencimientos con el FMI para los próximos años implicaría quitar de encima una mochila que le estaba sacando muchos dólares a la economía argentina. Eso, en principio, eliminaría las incertidumbres en torno a la capacidad de Argentina para cumplir con parte de sus compromisos. Además, si el acuerdo finalmente también incluye fondos frescos para capitalizar al Banco Central, eso reduciría otra vulnerabilidad dado que hoy las reservas netas son negativas”, dijo a El País el economista Sebastián Menescaldi, director asociado de la consultora EcoGo, en Buenos Aires.
Sin margen político para buscar el apoyo del Congreso al acuerdo, el gobierno de Milei emitió el lunes pasado un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que habilita la operación con el FMI. Si bien ese decreto no brinda mayores detalles sobre las características del préstamo y las condiciones que Argentina deberá cumplir a cambio, el gobierno confía en que de todos modos al menos una de las dos cámaras del Congreso no rechace el acuerdo, lo que sería suficiente para que quede vigente. Una vez cerrado el frente interno, la apuesta de Milei es que el claro alineamiento de su gobierno con el rumbo de la política exterior de la administración de Donald Trump tenga como contrapartida el respaldo de Estados Unidos en el directorio del FMI. Si todos esos pasos se cumplen, el acuerdo se firmaría en abril.
Régimen cambiario
Además de las preguntas abiertas en torno a aspectos clave del crédito, el otro gran interrogante está relacionado con cuáles serán las condiciones que el FMI exigirá a cambio. El Directorio del organismo multilateral no quiere repetir con Argentina la experiencia de 2018. En aquella oportunidad, en medio de una crisis cambiaria que jaqueaba al gobierno de Mauricio Macri, el FMI accedió a firmar de urgencia un acuerdo “Stand-By” por US$ 57.100 millones, el préstamo más grande en la historia del organismo. A contramano de los objetivos de aquel programa, parte de los fondos fueron utilizados para intentar contener una corrida cambiaria ya desatada. Luis Caputo, actual ministro de Economía, era por entonces el presidente del Banco Central.

Con esos antecedentes, los técnicos del FMI quieren asegurarse que Argentina no incurrirá otra vez en la utilización de los dólares de un préstamo para sostener un tipo de cambio artificialmente sobrevaluado. Actualmente, el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral –un indicador elaborado por el Banco Central que mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto al de sus doce principales socios comerciales- se ubica en torno a 81, un nivel que refleja una apreciación del tipo de cambio oficial similar a la heredada por el gobierno de Milei de la administración de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en diciembre de 2023. En aquella ocasión, el flamante gobierno de Milei decidió convalidar un salto del dólar oficial del 118% en respuesta al atraso cambiario.
“La incógnita es qué terminará aceptando el gobierno de las condiciones planteadas por el FMI, sobre todo en la política cambiaria. El Fondo requiere típicamente regímenes sin restricciones y un nivel de tipo de cambio que permita acumular reservas. Lejos de eso, Argentina tiene cepo, tipo de cambio atrasado y devaluaciones fijas del 1% mensual. La gran discusión está ahí”, dijo a El País Elisabet Bacigalupo, responsable de análisis macroeconómico de la consultora Abeceb, en Buenos Aires.
Si bien el FMI no puede exigir que el gobierno argentino cambie el esquema cambiario, sí podría fijar entre las condiciones del acuerdo una meta de acumulación de reservas. La mera imposición de ese requisito requeriría modificar algunas de las políticas que llevaron al actual contexto de severa escasez de divisas. El Banco Central tiene reservas netas negativas –pasivos mayores a los activos- por unos U$S 6.500 millones. A eso se suma que la cuenta corriente cambiaria acumula ocho meses consecutivos de déficits, un signo de que la economía argentina consume más dólares de los que genera.

En ese marco, aunque todo indica que el cepo se mantendrá hasta después de las elecciones parlamentarias de medio término previstas para el 26 de octubre y que el gobierno continuará interviniendo sobre los dólares paralelos, seguramente habrá alguna flexibilización del régimen cambiario. “Se están usando muchos dólares en controlar la brecha (entre el tipo de cambio oficial y los paralelos). Es el costo de intentar mantener todo quieto hasta las elecciones. En ese contexto, si bien el gobierno no va a arriesgar la tendencia de desinflación con medidas de orden cambiario, seguramente deberá asumir algún compromiso para favorecer la acumulación de reservas”, dijo Bacigalupo.
“No esperamos que en los próximos meses se devalúe”
Entre las demandas del Fondo y las necesidades políticas del gobierno de Milei, una de las alternativas sobre la mesa pasa por avanzar con alguna flexibilización del llamado “dólar blend”. Ese esquema, lanzado por el exministro de Economía Sergio Massa y continuado por la administración libertaria, permite que el 20% de las exportaciones se liquiden en el mercado del dólar financiero Contado Con Liquidación (CCL) en lugar de hacerlo en el mercado oficial. Ese desvío viene siendo clave para incrementar la oferta en los dólares paralelos y, con eso, mantener a raya sus cotizaciones. Sin embargo, el efecto colateral es que se sacrifican divisas que hubieran engrosado las reservas del Banco Central. Solo el año pasado, las liquidaciones en el CCL alcanzaron un monto cercano a los US$ 16.000 millones. A ese drenaje de divisas debe agregarse las utilizadas por el Banco Central para intervenir en forma discrecional en el control de los dólares paralelos. En el primer bimestre de este año esas intervenciones ascendieron a más de US$ 1.500 millones. “No esperamos que en los próximos meses el gobierno devalúe o altere el ritmo de depreciación del 1% mensual del tipo de cambio oficial, pero sí quizás avance en un cambio del ‘dólar blend’ para que solo el 10% de las exportaciones se liquide en el CCL. Si eso se produce, habrá menos oferta en los dólares paralelos y el riesgo es que suba un poco la brecha con el tipo de cambio oficial”, dijo Bacigalupo.
“Con el acuerdo, el gobierno intentará mantener el actual esquema cambiario hasta las elecciones para sostener la baja de la inflación, su principal activo político, y, ya después de los comicios, ahí sí podría haber una corrección del tipo de cambio en el contexto del levantamiento del cepo. Ese sería el escenario ideal para el gobierno de Milei. Sin embargo, en los próximos meses habrá que ver cómo evolucionarán el clima político en Argentina, las reservas en el Banco Central y el contexto económico internacional. Más allá de los planes del gobierno, hay riesgos por delante, y algunos de ellos no dependen de Argentina”, dijo Menescaldi.