LUCÍA BALDOMIR
Salud, dinero o amor. ¿Qué hace la felicidad? Lejos de pensar en el bolsillo, los uruguayos miden su bienestar en base a factores que no son los económicos. Para la gran mayoría ser feliz está relacionado con gozar de buena salud.
Tener buena salud aumenta entre 31 y 46 puntos porcentuales la probabilidad de ser feliz en Uruguay, según un estudio titulado "Felicidad y salud: una aproximación al bienestar en el Río de la Plata" de los investigadores Mariana Gerstenbluth, Máximo Rossi y Patricia Triunfo del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales.
Esto no sólo refleja la importancia que le dan los uruguayos a la salud, sino las diferencias que existen con Argentina en donde gozar de una buena salud sólo incrementa la probabilidad de ser feliz entre 15 y 27 puntos porcentuales. Allí, el dinero tiene una mayor importancia al momento de responder a la pregunta inicial. Sin embargo la salud también gana peso.
En este sentido, el trabajo sostiene que para incrementar el bienestar de los uruguayos se deberían "priorizar políticas que afecten su estado de salud, a la vez que aquellas que mejoren la distribución del ingreso".
Esto último dado que pese a la importancia que se le da a la salud, la posibilidad de no contar con bienes para el hogar disminuye en aproximadamente 16 puntos porcentuales la probabilidad de ser feliz, lo que confirma la relación inversa que existe entre ingresos y felicidad.
En el caso de Argentina, la privación de bienes en el hogar reduce la felicidad en 22 puntos porcentuales, lo que iría en línea con el refrán de que el dinero no hace la felicidad, pero cómo ayuda.
Lo que incide negativamente en el grado de felicidad a alcanzar, no importa el país, es la edad.
Pero, contrariamente a lo que se podría pensar, si bien decrece con el pasar de los años, tiene su punto de inflexión a los 51 años, a partir de cuando comienza a aumentar nuevamente. En el caso de los argentinos, la felicidad decrece con la edad hasta alcanzar su mínimo a los 54 años a partir de los cuales comienza a incrementarse nuevamente.
Según el estudio -que se basa en los datos del Latinobarómetro de 2004- "este grupo etario puede estar experimentando por primera vez, proble-mas de salud que vienen con la edad, teniendo luego un proceso de adaptación o acostumbramiento".
Si está por tener un hijo, lo mejor es que cruce el charco y le dé la nacionalidad argentina. Pese a los nacionalismos, según el estudio, ser argentino aumenta la probabilidad de ser feliz en aproximadamente seis puntos porcentuales, respecto de ser uruguayo.
Mientras los uruguayos tienen un 64% de probabilidad de estar satisfechos con su vida los argentinos tienen una probabilidad del 70%.
Si bien la edad y la nacionalidad influyen en la felicidad, no el género ni el estado civil, al menos en el caso de Uruguay. Sí ocurre en Argentina en donde las mujeres tienen menos probabilidad de estar satisfechas con la vida y en donde estar casado o en unión libre incrementa las posibilidades de ser feliz que estar soltero o viudo.
La educación y el profesar una fe, no obstante, tienen un impacto al momento de definir si uno es feliz o no.
No tener educación primaria completa disminuye la probabilidad promedio de ser feliz entre 16 y 19 puntos porcentuales aproximadamente.
Por el contrario, tener formación terciaria completa incrementa en 5,5 puntos porcentuales la probabilidad promedio de considerarse feliz respecto a los que tienen primaria completa o incompleta.
Si bien podría deducirse que a menor educación, menores son las posibilidades de encontrar trabajo y así de alcanzar un mayor grado de felicidad, para los uruguayos tener o no trabajo no hace al ser feliz.
Según el estudio, estar desocupado o ser inactivo "no influye en la satisfacción con la vida de los individuos".
En el caso de la religión, de acuerdo al estudio, el ser practicante tiene un impacto "significativo" y "positivo" sobre la felicidad, dado que profesar una fe incrementa la probabilidad promedio de ser feliz en siete puntos porcentuales.
Quien tenga menos de diez millones de dólares no es rico
Para los que creen que la felicidad se mide por la riqueza, ahora la franja se elevó a los U$S 10 millones.
Nadie con activos por menos de esa cifra puede ser considerado rico según un estudio del banco británico Barclays Wealth.
En la institución consideran que el crecimiento que han tenido los millonarios en el mundo y la devaluación del dólar, han hecho cambiar los parámetros al momento de considerar quién es rico y quién no.
Así los U$S 10 millones marcan el nivel en que las personas consideran que alguien es realmente rico al punto que les da el poder de influencia sobre su comunidad y un mejor sentido del control sobre su propio destino, según Gerard Aquilina, director de Banca Privada Internacional de Barclays Wealth.
El estudio revela que la riqueza no se mide sólo en el poder de compra del que dispone la persona, sino también sobre la posibilidad de concretar metas personales y en su incidencia sobre el resto de la comunidad.
Para los millonarios el tiempo es el mayor lujo que pueden tener. El 62% de los encuestados considera que su fortuna les ha proporcionado más tiempo libre.
Pioneros salieron de Princeton
Hace unos años un par de economistas de Princeton, Bruno S. Frey y Alois Stutzer, hicieron lo que nadie había hecho antes: pensar y estructurar una teoría y práctica económica que le permitiera al individuo ser más feliz. Hasta entonces, los economistas tradicionales se habían negado a trabajar con las variables que pertenece más bien a lo subjetivo, como las que se trabajan en la psicología social. En el año 2002 -en el que el país atravesó la peor crisis financiera de su historia y seguramente pocos eran los uruguayos felices- publican el primer libro sobre este concepto: Happiness and Economics: how the economy and institutions affect well-being, con su propuesta y el análisis de los factores determinantes y su incidencia en esto que le llamamos felicidad.