Estamos “en un conflicto existencial: la escala de la solución tiene que ser lo suficientemente grande para atender el desafío que estamos viviendo”. Lo dijo el presidente ejecutivo de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, Sergio Díaz-Granados en la presentación del Reporte de Economía y Desarrollo (RED) del organismo ayer en Madrid.
El RED 2023 se titula “Desafíos globales, soluciones regionales: América Latina y el Caribe frente a la crisis climática y de biodiversidad”, fue lanzado la semana pasada y ayer se presentó en la IE School of Politics, Economics and Global Affairs.
Díaz-Granados enfatizó que antes para atender este desafío del cambio climático “hay que inyectar capital y movilizar más recursos a los países”.
“Tenemos que reenfocarnos en el gran desafío que tiene América Latina y el Caribe hoy que es la adaptación, la mitigación, del cambio climático”, añadió.
Para Díaz-Granados “conciliar la agenda climática, con la agenda social y fiscal, no es fácil”, pero hay “que conciliar los desafíos del cambio climático, con los desafíos en pobreza, en desigualdad, en lo fiscal”.
La presentación del RED estuvo a cargo del economista principal de la Dirección de Investigaciones Socioeconómicas de CAF, Pablo Brassiolo, y coeditor del reporte.
Brassiolo señaló que los eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes y más intensos. Y lo ejemplificó con varios datos. Uno de ellos, es que en la última década el porcentaje de ciudades de América Latina y el Caribe que sufrieron olas de calor pasó de 37% al 60% y las que vivieron olas de calor extremas casi que se triplicaron: de 5% a 14%.
“Las temperaturas van a seguir subiendo, las lluvias serán cada vez menos predecibles y la aridez aumentará”, afirmó.
El economista planteó que, a diferencia de lo que ocurre con los países desarrollados, las emisiones de gases de efecto invernadero en América Latina y el Caribe provienen principalmente de la actividad agropecuaria, que explica el 58% del total (20% de actividades agropecuarias y 38% son por la deforestación o pérdida de cobertura naturales). En los países desarrollados el 90% proviene de industrias, suministro de energía, transporte y edificaciones.
No obstante, Brassiolo dijo que la región captura el 15% de las emisiones de carbono de todo el mundo a través de sus bosques. A su turno, el vicepresidente Corporativo de Programación Estratégica de CAF, Christian Asinelli dijo que el organismo “no da recetas” sino “ideas y propuestas de debate”.
Por ello Brassiolo planteó cinco ejes de políticas que pueden adoptar los países de América Latina y el Caribe para hacer frente al desafío del cambio climático.
Uno de ellos es “priorizar la adaptación” al cambio climático (sobre otros problemas) porque “somos muy vulnerables” a él y de no atenderlo va a exacerbar desigualdad y golpear en el crecimiento económico.
En ese sentido, dijo que tienen que ser “soluciones basadas en la naturaleza, agricultura resiliente e infraestructura de adaptación”, pero “cada país tiene que tener una estrategia de adaptación”.
El segundo eje de política es “contribuir a la mitigación global” y para ello “frenar la deforestación es prioritario”, señaló Brassiolo. La región tiene una “ventaja geográfica para la generación de energías renovables”, añadió.
Un tercer aspecto es “preservar y regenerar ecosistemas”, según el economista. Esto incluye aumentar la cantidad de áreas protegidas, coadministración con actores claves, pagos por servicios ecosistémicos y acuerdos de la industria.
El cuarto eje es “aprovechar las oportunidades que la descarbonización de la economía mundial le va a generar” a América Latina y el Caribe, indicó el economista. Es que la región es rica en los minerales críticos para descarbonizar (litio y cobre) y puede proveer al mundo de ellos. También cuenta con gas natural que es un combustible de transición en la descarbonización y tiene mecanismos de compensación de carbono (del sector forestal).
El último aspecto que mencionó Brassiolo y que es clave es “fortalecer la coordinación regional” de cara a las negociaciones internacionales, en la cooperación de la región, y en el financiamiento para la adaptación y la biodiversidad.
“Los países tendrán que encontrar el balance adecuado de políticas, en el contexto de sus desafíos socioeconómicos”, concluyó el economista.
Posteriormente, un panel analizó esta temática.
La subdirectora de Transición Verde de la Fundación Biodiversidad, Sonia Castañeda dijo que “el gran desafío es que la naturaleza tenga un lugar en la toma de decisiones, tanto en el ámbito político como económico”.
La global head of Sustainability at IE University, Isabela del Alcazar indicó que hay que “entender los problemas, definir las políticas y los incentivos” y en ese sentido es clave ver “cómo podemos potenciar a las personas que están en situación de vulnerabilidad”.
Del Alcazar destacó el camino que inició Uruguay con políticas para reducir emisiones de carbono en el transporte.
Por último, la gerente de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de CAF, Alicia Montalvo dijo que el 2% del Producto Interno Bruto (PIB) de la región puede verse afectado por el cambio climático y pasó un mensaje: “somos muy afectados por el cambio climático, pero solo responsables del 10% de las emisiones”.