ECONOMISTAS
Para sostener el Estado de bienestar, el país debe lograr crecer 3% o 3,5%, dicen analistas.
"¿Qué hay que hacer para ser desarrollados?” Con esta pregunta desafiante, que a muchos les generó cierta impotencia, arrancó el evento “Los desafíos para el desarrollo nacional”, organizado por el Movimiento Nacional Por la Patria, ante un público calificado que no dejó nada por preguntar.
Los economistas Gabriel Oddone y Agustín Iturralde fueron directos: Uruguay necesita crecer más del 2% para sostener el Estado de bienestar. “El crecimiento económico de Uruguay debe dejar de ser 2% o 2,5%. Debemos crecer a 3% o 3,5% en forma sostenida, para no depender tanto del impulso de los precios de los commodities”, dijo Oddone, advirtiendo que el crecimiento que tuvo el país en los últimos dos años fue por efecto rebote, pero que ya se está acabando. Ha subido el precio de los commodities, pero ese “viento a favor” no durará, explicó.
Iturralde compartió su argumento, al afirmar que el próximo gobierno -sea cual sea- tendrá complicada su agenda de bienestar social (vinculada a los salarios, seguridad social, costo de vida, etcétera), si el crecimiento sigue estando en los mismos porcentajes que ahora.
Lento, pero seguro
Oddone tiró por la borda algunas premisas negativas sobre el país y lo defendió. A su entender, por ejemplo, Uruguay ha hecho las cosas “relativamente bien”. Y enumeró: en democracia se lograron consensos, el país se ha abierto al mundo, la estabilidad económica pasó a ser valorada como atributo positivo, el modelo de protección social -aún con fallas- es valioso. En esa línea, lanzó: “Somos un país predecible y eso es bueno. Es cierto que Uruguay es lento y engorroso, pero el barco funciona en forma cohesionada”.
Los atributos positivos con que ya se cuenta son bases para el desarrollo, para pasar del 2% al 3,5% de crecimiento, pero para ello también se deben hacer reformas: la transformación educativa, la transferencia tecnológica, el salto a la innovación, fortalecer el capital humano, abrirse más al mundo.
Iturralde apuntó a la teoría económica para explicar por qué fracasan los países. Una de ellas plantea que prosperan aquellas culturas más abiertas al desarrollo, mientras que otra teoría dominante plantea que la diferencia está en las instituciones, en las reglas de muchos gobiernos sucesivos, a largo plazo (es decir, no tanto en la cultura).
“En el caso de Uruguay, es probable que no despeguemos por ambas cosas, pero más que nada por lo segundo”, afirmó Iturralde en referencia a la “dualidad de las instituciones” en este país, ya que son fuertes pero al mismo tiempo engorrosas, con demoras y burocracias.
Nuevo ministerio
Como parte del análisis sobre cómo despegar, Iturralde marcó tres prioridades: mayor integración social y educativa (que se han ido deteriorando en los últimos años), una agenda procompetencia mejor definida, y mayor inserción internacional.
Por su parte, Oddone propuso que Uruguay tenga un “Ministerio de Inserción Externa”, debido a la importancia del tema. La inserción externa abarca tres grandes frentes: el comercio, la inversión externa y el turismo.
Muchos de esos temas los maneja Cancillería y también el Ministerio de Turismo, que tiene mucha fuerza. “Pero se necesita algo más, un nuevo ministerio”, insistió Oddone.
Alertas
Entre las luces amarillas -y rojas- a tener en cuenta, está el contexto regional, con una Argentina en crisis, de la que Uruguay ha ido tomando distancia al diversificar sus mercados de exportación, pero continúa afectando.
Algo lapidario sobre el impacto de Argentina: “Si un comerciante (de este lado de la frontera) no puede aguantar el diferencial cambiario por los próximos tres o cuatro años, tiene que pensar en dedicarse a otra cosa”, dijo Oddone.
También pesa la espada de Damocles sobre Uruguay de una posible reforma tributaria global que está pensada para los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que se han visto afectados por los países fiscales. “No podemos evitar que esta reforma ocurra, pero debemos prepararnos”, afirmó Oddone, en tanto afectará las inversiones.
Otra alerta en la que se hizo hincapié fue en el modelo de protección social, que si bien tiene virtudes, deja a unas 300.000 personas expuestas (en materia de vivienda, salud, educación, etcétera), además de la problemática de la pobreza infantil, a estas altura acuciante, y el de la violencia.
Ambos economistas hicieron foco en la necesidad de revisar las transferencias de recursos y subsidios. “El gobierno está estudiando (crear) un sistema de transferencia básico universal, como está haciendo el resto del mundo”, lanzó Oddone.
Iturralde agregó otro factor: el empleo de baja calificación, como preocupante y contrapeso a cualquier desarrollo nacional. “La industria manufacturera se recuperó luego de la pandemia, pero no así los puestos de trabajo”, agregó.
Otros temas estuvieron sobre la mesa: los costos laborales altos en Uruguay, la fragmentación social territorial, la pérdida de competitividad en los negocios según varios rankings (Uruguay estaba en los primeros lugares y ahora se ubica en la mitad de tabla), la “trampa” del Mercosur para este país, las implicancias de las negociaciones salariales, entre otros factores ya conocidos.
Brexit y neofascismo
El marco internacional, con una guerra que afecta a las economías mundiales, y el hecho de que la globalización esté quedando atrás, serán otros desafíos para Uruguay.
Esto acompañado de un contexto complejo en los últimos años, como el Brexit, Donald Trump, “visiones antiguas de izquierdas en varios países” (afirmaron los conferencistas), el shock de las migraciones, la emergencia de grupos neofascistas en Europa, todo en estanflación global y “líderes de segunda categoría en el mundo, provincianos” (agregó Oddone).
Los conferencistas ven venir descontento y fragmentación de las demandas sociales en la región y en el mundo. Y al decir de la conclusión de Oddone: “Uruguay tendrá que saber gestionar el shock externo”.