INFORME
Uruguay se ubicó entre los mejores del mundo en un estudio sobre la generación de electricidad a partir de energías renovables variables.
Luego de Dinamarca, Uruguay se ubicó como el segundo mejor país a nivel mundial en cuanto a la generación de electricidad a partir de energías renovables variables durante el 2020, impulsado principalmente por una mayor penetración de energía eólica y solar.
Así lo afirmó el grupo de expertos internacionales en energía renovable, REN21 a través de una nueva edición de su informe anual Estado de las energías renovables que se divulga hoy y al que accedió El País.
Entre las principales conclusiones, el informe pone de manifiesto que a pesar de todas las promesas realizadas a nivel mundial en relación a la reducción de las emisiones de carbono, el mundo “está muy lejos” del cambio de paradigma hacia un futuro energético más limpio, sostenible y equitativo.
Según indicó en entrevista con El País la secretaria ejecutiva de REN21, Rana Adib, “lamentablemente existe una brecha alarmante entre los objetivos de los países” y los cumplimientos de esas metas en términos de transición energética. En ese sentido, el estudio remarcó que durante los últimos 10 años y a pesar de que las energías renovables han tenido mucho éxito, la participación de los combustibles fósiles en la combinación energética total solo se ha reducido de forma ínfima al pasar de 80,3% a 80,2% actualmente.
“Esto muestra que la realidad es muy crítica y que claramente no estamos en el camino correcto. Debemos acelerar el cambio a las energías renovables y debe quedar claro que los gobiernos tienen que dejar atrás los combustibles fósiles”, indicó Adib.
Sin embargo, hay un grupo de nueve países que se destacan como la excepción a esa situación crítica y Uruguay está en el segundo lugar dentro de ese ranking. El conjunto de nueve países que produjeron más del 20% de su generación de electricidad a partir de energías renovables variables en 2020 fueron: Dinamarca (más del 58%), Uruguay (40,2%), Irlanda (38%), Alemania (33%), Grecia (32%), España (28%), Reino Unido (28%), Portugal (27%) y Australia (20%).
De acuerdo con la secretaria ejecutiva de REN21, “Uruguay es tremendamente exitoso y un caso interesante para analizar porque es uno de los países ha demostrado que vale la pena haber invertido significativamente en energía eólica y solar fotovoltaica”.
Además, señaló que al igual que Costa Rica, Uruguay “tiene una oportunidad” para exportar electricidad renovable a otros países latinoamericanos, debido a que ambos tienen exceso de electricidad.
Por otra parte, la especialista destacó el compromiso del gobierno uruguayo en cuanto a promover la descarbonización de la economía y resaltó principalmente las medidas implementadas en el transporte eléctrico. “Vemos como algo realmente positivo el hecho de que por ejemplo UTE impulse la movilidad eléctrica, esa es la transición energética que se necesita”, indicó Adib.
Sin embargo, manifestó que es “muy importante” que el país pueda invertir en infraestructura e interconexión de la red.
Por otra parte, la integrante de REN21 afirmó que las empresas de servicios públicos pueden desempeñar un papel clave en el fomento de la integración y el uso de energías renovables mediante la implementación de sus propios objetivos de energía renovable.
Sobre este punto, el informe destacó nuevamente a Uruguay por el hecho de que “UTE estableció un objetivo de generación de electricidad 100% renovable y ya en 2017 fue logrado el 98%”.
“Es muy alentador ver que países como Uruguay muestran que este no es un tema solo de países grandes y que los aspectos climáticos no son los únicos que impulsan la transición energética sino que también hay otras preocupaciones de la mano de las energías renovables como la seguridad, la resiliencia y las oportunidades económicas”, afirmó Adib.
A nivel de las principales economías la situación es diferente. Según afirmó la investigación de REN21, 15 países del G20 no tienen objetivos de energía renovable y algunos de ellos “apenas los han cumplido” o inclusive “han perdido sus ya poco ambiciosos objetivos”.
Asimismo, por primera vez, el número de países con políticas que apoyan las energías renovables no aumentó en comparación con el año anterior. “La proporción de energías renovables ha aumentado solo moderadamente cada año”, indicó el informe y explicó que se debe al aumento de la demanda mundial de energía, el consumo continuo y la inversión en nuevos combustibles fósiles así como a la disminución del uso tradicional de biomasa que ha llevado a una transición a los combustibles fósiles.
COVID-19 y “la gran oportunidad perdida”
En lugar de impulsar la transformación energética, los paquetes de estímulo que implementaron los países a nivel mundial para mitigar los efectos económicos de la crisis provocada por elCOVID-19, proporcionaron seis veces más inversión en combustibles fósiles que en energías renovables.
“Vemos que hay una gran oportunidad perdida porque los paquetes de recuperación por el COVID-19 podrían haber sido una oportunidad fabulosa para reorganizar el sector energético a nivel mundial”, afirmó Rana Adib, la secretaria ejecutiva del grupo internacional de expertos en energía renovable, REN21.
De acuerdo con la investigación, a pesar de los impactos de la pandemia, la energía renovable estableció un récord en nueva capacidad de energía en 2020 y fue la única fuente de generación eléctrica que registró un aumento neto en la capacidad total.
“La realidad es que el sector de las energías renovables ha sido muy resistente al COVID-19 y esto queda en evidencia principalmente en el sector eólico y solar fotovoltaico. Ha habido un sector resiliente y las energías renovables son las que más han crecido en este contexto”, afirmó Adib en entrevista con El País.
Sin embargo, la especialista criticó el accionar de los gobiernos de los países desarrollados porque a su entender son los que “tienen una responsabilidad clave pero no van en la dirección correcta”.
Según afirmó Adib, los gobiernos de estos países “no aprovecharon la gran oportunidad que el año pasado les había presentado. Podría haber sido un año realmente revolucionario, tendría que haber sido así”, indicó.
En este sentido, manifestó que los países desarrollados no solo deberían ser los impulsores de la transición energética renovable sino que además deben financiar a los países emergentes y asegurarse de que ese financiamiento proporcionado sea sostenible y que sea invertido en soluciones sostenibles.