El problema más frecuente al que se han enfrentado los uruguayos, en cuanto al uso de productos financieros, es el rechazo de créditos solicitados, lo que le ha sucedido a una de cada cinco personas, según la más reciente “Encuesta de medición de capacidades financieras”, realizada por el Banco de Desarrollo de América Latina-CAF y el Banco Central (BCU).
El informe plantea que el total de créditos que fue otorgado por el sistema bancario en Uruguay no ha tenido un crecimiento significativo en la pasada década. En cambio, los créditos otorgados fuera del sistema bancario, como por ejemplo por las administradoras de crédito (que son 28 en país), sí se han incrementado, en especial entre 2013 y 2017, con una relativa estabilización en los años siguientes hasta 2020.
Esto probablemente tenga que ver con la llegada de la pandemia, aunque el informe señala que existe mucha heterogeneidad entre las entidades. También se destaca que la concentración de la actividad hizo que las cuatro principales administradoras de crédito alcanzaran un 74% del mercado.
Un tercio no ahorra
Uruguay se ubica por encima del promedio de la región en cuanto a conocimiento financiero, pero está por debajo en comportamiento y actitud financiera. Esto significa que, si bien la mayoría de los uruguayos declara entender bastante los temas financieros (y muchos tienen efectivamente un manejo básico o medio al respecto), un tercio no presenta una conducta de ahorro y menos de la mitad realiza una planificación y seguimiento de sus finanzas.
El comportamiento financiero de los uruguayos se ubica en 54 puntos, mientras que el promedio regional del índice se ubica en 57 puntos.
El informe destaca que existe una “preocupación evidente” en los uruguayos sobre sus asuntos financieros y gastos habituales. De hecho, la mayoría afirma preocuparse por sus gastos cotidianos (79%) y a más de la mitad le preocupa que el dinero no dure (56%). Aun así, existe una proporción considerable de ellos que no tiene hábitos de ahorro.
Otro dato interesante es que las personas de mayor nivel socioeconómico y educativo son las que más declaran preocuparse por los gastos de vida habituales, más que las personas que están en un menor nivel socioeconómico y educativo.
Por otra parte, la mitad del total de los encuestados está de acuerdo con prestar atención al futuro, pero el 35% prefiere gastar. A eso se agrega que solo el 37% realiza buenas prácticas en sus decisiones financieras (suelen no conocer gran parte de las herramientas financieras disponibles en el mercado).
En esa línea, el 36% declaró que apenas le alcanza su ingreso y el de su hogar para sobrevivir, lo que habla de un estrés financiero considerable.
Ahorro
Uruguay destaca por la alta proporción de los depósitos en moneda extranjera, los que representan un 77% del total, mientras que solo un 23% son en moneda nacional.
No obstante, esta última proporción ha seguido una tendencia creciente a lo largo de las últimas dos décadas, según datos del BCU.
Los resultados arrojan que un 39% de los uruguayos posee una cuenta de ahorro, un 12% cuenta corriente, un 6% cuenta en el celular y un 5% depósito a plazo fijo.
Deudas
En la encuesta realizada se pregunta a las personas sobre distintas alternativas de crédito o deuda cuando no le alcanzan los ingresos para cubrir sus gastos.
Estas alternativas de crédito incluyen pedir prestado a un amigo o familiar, adelanto de sueldos, empeñar pertenencias, préstamo de alguna entidad, sobregiro, préstamo de prestamista informal, entre otras.
En el caso de Uruguay, los resultados indican que la mitad de los encuestados ha asumido nuevas deudas para enfrentar sus gastos y la otra mitad no lo ha hecho.
Mientras solo el 38% de las personas de nivel socioeconómico bajo y el 55% de las personas de nivel medio-bajo tienen la posibilidad de no asumir deudas para cubrir sus gastos, esta proporción asciende a 69% para el nivel medio propiamente dicho y 85% para el nivel alto y medio alto.
“Un dato atípico y contraintuitivo es la alta proporción de personas sin educación que no asume deudas para hacer frente a sus gastos, que es de 58%”, dice el informe.
“Esto contrasta con el siguiente nivel educativo donde sólo el 38% de las personas no asumen deudas. Este porcentaje se incrementa a medida que se observan niveles educativos superiores”, agrega.
Fondo de emergencia
En el estudio de la resiliencia financiera, una de cada tres personas no cuenta con un fondo de emergencias que le dure más de un mes en caso de que pierda su fuente principal de ingresos. De este porcentaje, la mitad no podría hacer frente a una situación de ese tipo por más de una semana.
En el otro extremo, también una de cada tres personas podría enfrentar la situación de desempleo por, al menos, tres meses.
Cabe agregar que el nivel de inclusión financiera en el país es adecuado (de hecho, es el más alto de América Latina), pero los resultados muestran que es necesario mejorar la resiliencia ante emergencias financieras, así como el llamado “bienestar financiero”, ya que el estrés o la baja satisfacción a ese nivel es lo que predomina.
Transición hacia lo digital a paso firme
Diversos estudios muestran que las preferencias de los usuarios han cambiado en los últimos años. Mientras las generaciones anteriores aún valoran la atención presencial y la “seguridad” de ser atendidos por el personal del banco en las sucursales, las nuevas generaciones prefieren la libertad de hacer transacciones desde un celular, y confían en estas. No obstante, los primeros han ido experimentando -generalmente empujados por la necesidad- y están viendo las ventajas de las nuevas herramientas.
Brechas en la utilización de productos financieros digitales
En Uruguay -al igual que en el resto del mundo- el uso de productos financieros digitales (como abrir una cuenta online, pedir un crédito por internet, realizar pagos o transferencias digitales, etcétera) es más frecuente en la población joven.
Dentro de los jóvenes, existe una mayor proporción de personas que utilizan su teléfono celular para ese tipo de operaciones (no lo hacen tanto desde sus PC o laptops), en comparación con los adultos, para los que, a medida que se incrementa la edad, existe una mayor proporción que no lo usan, por lo menos en gran parte de sus funciones.
Quienes utilizan un celular para realizar pagos, tienen -en su mayoría- un teléfono inteligente con datos (76%), seguido por un celular sin datos (21%).
La brecha entre el grupo de edad más bajo y el más alto en la utilización del celular alcanza los 27 puntos porcentuales. Algo similar sucede por nivel socioeconómico, donde el celular es más alcanzado por aquellos de nivel alto respecto a los de nivel bajo, con una diferencia entre extremos de 28 puntos porcentuales. El informe también destaca la brecha por zona de residencia de 7 puntos porcentuales en la no utilización de teléfono celular, siendo menos usado en las zonas rurales que en las urbanas.
Todos los bancos han emprendido iniciativas para acompañar a la población en la transición hacia un mayor uso de las herramientas financieras digitales, tanto con capacitación como con incentivos, por ejemplo, al darle al usuario descuentos en los bienes que compra si utiliza determinadas tarjetas de débito o crédito.
Los bancos han ido reduciendo el número de sus sucursales (físicas), en general gradualmente para que la población vaya acostumbrándose a la nueva realidad. El BROU es quizás el banco que más mantiene su presencia física en todo el territorio nacional, como una política institucional que contempla el perfil etario de muchos de sus clientes.