ENTREVISTA
Alfonso Blanco es secretario ejecutivo de la Olade y habló con El País sobre el actual panorama energético global, las consecuencias de la guerra entre Rusia y Ucrania y las implicancias en Uruguay.
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Es uruguayo, ingeniero industrial y desde el año 2017 ocupa el cargo de secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade). Alfonso Blanco habló en entrevista con El País sobre el actual panorama energético a nivel global, los efectos de la crisis de abastecimiento, las consecuencias de la guerra entre Rusia y Ucrania y las implicancias para países como Uruguay. De acuerdo con el ejecutivo, el país tiene “grandes oportunidades” en el desarrollo de las energías renovables, aunque señaló que el principal desafío es la implementación de modelos de negocios atractivos que compensen el pequeño tamaño del mercado uruguayo.
-El impacto del covid-19 implicó una caída en la demanda de energía a nivel global y ahora el mundo enfrenta una crisis de abastecimiento energético debido a la guerra entre Rusia y Ucrania. ¿Cómo evaluás el panorama actual?
-A nivel global salimos de una pandemia que venía teniendo un impacto muy importante en la demanda de energía. Habíamos empezado a observar ya una recuperación de esa demanda a los niveles pre pandemia, pero en ese contexto de recuperación se da el nuevo escenario del conflicto bélico a nivel de Europa del Este. Eso afecta fuertemente los escenarios de abastecimiento energético a nivel global, con mayor impacto fundamentalmente en Europa, que era el mercado que tenía una mayor dependencia de los hidrocarburos de Rusia. No olvidemos que Rusia es uno de los principales productores de petróleo y al salir del mercado por los bloqueos (de los países europeos), se generó un desbalance en la oferta a nivel global de gas y petróleo.
-Eso ha llevado a un aumento de los precios de la energía a nivel global y a una alta volatilidad. ¿Esto qué efectos tiene?
-Hoy estamos observando una crisis de abastecimiento de energía a nivel global, que viene dada por el conflicto bélico y que está actuando sobre la oferta de hidrocarburos en los mercados globales. Esto tiene dos efectos, a corto y largo plazo. El primero tiene que ver con que en la gran mayoría de los países hoy la prioridad ya no es la urgencia climática sino que es la seguridad energética global. Hay un cambio de prioridad. En el corto plazo ese impacto es claro porque se reorientan los esfuerzos de los países para asegurar el abastecimiento energético y eso puede involucrar un retroceso desde el punto de vista de las acciones climáticas.
-¿Por qué?
-Porque muchos países que habían salido del carbón hoy lo están retomando porque necesitan brindar seguridad energética a nivel de sus sistemas locales.
-¿Y cuál es el efecto a largo plazo?
-A largo plazo el efecto es que en un escenario de altos precios del petróleo, las energías renovables tienen un espacio desde el punto de vista de la competitividad respecto a otras fuentes de energía. Por tanto, en el mediano o largo plazo, tendríamos que observar un incremento de acciones destinadas a matrices energéticas más “verdes” y menos dependientes del petróleo. Hemos observado que aquellos países que están diversificando su matriz energética se han hecho menos dependientes del petróleo y han tenido mejores resultados respecto a los shocks de mercados.
-¿Ese es el caso de Uruguay, por ejemplo?
-Uruguay llevó adelante una gran transformación de su sector energético con una fuerte diversificación. En una estructura 100% dependiente del petróleo, el impacto que hubiera tenido en Uruguay hubiera sido mucho mayor al que se está observando. Lo que no quiere decir que no se observe un shock muy importante a nivel de los precios internacionales del petróleo. Para algunos sectores de la economía, esto se traduce en un proceso inflacionario en la gran mayoría de las actividades productivas porque tanto en Uruguay, como en Argentina y Brasil, aproximadamente el 40% del consumo de energía se lo lleva el transporte y este es fuertemente dependiente de los hidrocarburos. Aún no se ha logrado una transformación profunda en la estructura de consumo de este sector.
-Uruguay hizo cambios en la fijación de los precios de combustibles e implementó una regla que sigue como referencia el Precio de Paridad de Importación (PPI), un cálculo que surge de valor internacional del combustible. ¿Qué evaluación se hace de este mecanismo?
-Cada país tiene un abordaje distinto con respecto a este tema. Hay países en la región en los cuales los combustibles fósiles a los consumidores están subsidiados y por tanto, hay una alteración o un distanciamiento en lo que son los costos de la cadena respecto a los observados por los consumidores. Tenemos países que aún no han logrado resolver las distorsiones en sus mercados internos y países en los cuales hay una transferencia total de los costos de la cadena a los consumidores de forma inmediata. Cada país adopta el modelo que mejor se ajuste a su realidad. En esto no existe una receta única o un modelo recomendable. Desde el punto de vista del abordaje económico, (el modelo que adoptó Uruguay) tiene un grado de justificación, porque es una decisión orientada a transparentar los mercados a nivel de los consumidores. Existen argumentos económicos que sustentan este tipo de medidas. Después hay otros elementos que refieren a la distribución del ingreso, al apoyo y al desarrollo de los sectores de la sociedad más vulnerable que también son válidos y forman parte del debate. Esto no es exclusivo de Uruguay, es un tema que está presente en la gran mayoría de las sociedades de nuestra región.
-Uruguay busca avanzar en la segunda transición energética. ¿Cuáles son los desafíos y oportunidades para el país?
-Uruguay tiene un perfil muy bueno para la producción de energías renovables en comparación con el resto del mundo, no solamente por la disponibilidad de recursos sino también porque el país tiene una infraestructura ya desarrollada y tiene la capacidad de captar inversión. Creo que Uruguay tiene grandes oportunidades y ha demostrado que tiene la capacidad de desarrollar una renovabilidad que desde el punto de vista de los mercados internacionales presenta un grado de certidumbre que es muy bien valorada. Uruguay ha dado un gran paso, es percibido como un mercado estable con políticas sectoriales claras y fuertemente orientado a la descarbonización. El desafío es establecer modelos de negocios que sean atractivos para el desarrollo de los proyectos de inversión e infraestructura necesarios. Uruguay tiene un tamaño de mercado que muchas veces puede ser poco atractivo por eso tiene que diseñar de forma adecuada mecanismos y modelos de negocios que puedan captar el interés de los mercados internacionales.