La celulosa pasó a ser en 2024 el principal producto de exportación de Uruguay, por encima de la carne y la soja, algo inédito hasta ese momento. En momentos que el sector forestaldice que puede desarrollarse más, surgen algunas resistencias hacia el modelo forestal celulósico.
Según el informe de comercio exterior 2024 del Instituto Uruguay XXI, la celulosa aumentó 35% sus exportaciones en comparación con 2023, totalizando US$ 2.545 millones, con China como su principal destino, ubicándose así líder en el ranking.
El aumento de la producción y exportación del producto se debió a la nueva planta de UPM, ubicada en Paso de los Toros, que operó durante todo el año e impulsó al sector. También la primera planta de UPM y la Montes del Plata, la otra empresa grande del sector, tuvieron una fuerte actividad el año pasado, jugando a favor en ambos casos los mejores precios internacionales del commodity.
Mientras, el designado ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Alfredo Fratti, planteó discutir una nueva ley Forestal y el senador por el partido Nacional, Sergio Botana, propuso revisar especialmente los usos de los suelos.
Ya hubo un proyecto en ese sentido impulsado por Cabildo Abierto y el Frente Amplio que fue vetado por el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, en su momento.
El planteo de fondo que están realizando algunos actores agro-ganaderos es que se debería limitar más el uso de los suelos donde se produce madera para la industria de la celulosa, para destinarlos a la agricultura y la ganadería.
Por su parte, representantes del sector forestal se muestran contrarios a que se quiera frenar esa actividad cuando su demanda mundial está en pleno auge y aporta al Producto Interno Bruto (PIB). Además, la actividad forestal se desarrolla en solo el 7% de la superficie de Uruguay, sin ir en desmedro de la actividad agrícola-ganadera, afirman.
Primeros en el ranking
Consultado sobre el liderazgo que pasó a tener la exportación de la celulosa, el gerente general de Montes del Plata, Diego Wollheim, afirmó a El País: “El precio de la celulosa, como promedio de los últimos cinco años, no varió tanto, lo que sí cambió de forma importante fue la cantidad de su producción y exportación. Es algo que ya proyectábamos en el sector, y que llegó para quedarse”.
Sobre los límites que quieren poner algunos actores al uso de los suelos, Wollheim recordó que “se trata solamente del 7% de la superficie del Uruguay, por eso no logramos entender qué está pasando cuando escuchamos hablar en contra de la forestación”. En tal sentido, considera fundamental que, desde el sector y las cámaras, se difundan más los beneficios y las características de esta actividad, para desmistificar y acabar con supuestos falsos o desinformaciones al respecto.
“Desarrollar el sector forestal es desarrollar al Uruguay. Y no es un tema solamente de cantidad de producción y de exportación, sino de nuevas tecnologías, de capacitación, de descentralización, de pagos de impuestos superior al de muchos otros sectores”, enumeró.
Las regulaciones
El gerente general de Montes del Plata afirmó que hoy el uso de los suelos está “totalmente limitado”, el sector ya está muy regulado y las normas sobre cuáles son las tierras que se pueden forestar —o no— han ido aumentando en los últimos años.
Wollheim coincidió con Fratti en que “las cosas no son para siempre” y, por lo tanto, “hay que revisarlas constantemente” —dijo en franca alusión a la ley Forestal— “pero que se haga para buscar el mejor bienestar y desarrollo de nuestro país”.
“Si el objetivo es buscar estar en un mejor país, bienvenidos sean todos los planteos basados en análisis científico, en análisis de ver las mejores prácticas mundiales. Pero se tienen que basar en hechos reales”, insistió.
Lucía Basso, presidenta de la Sociedad de Productores Forestales (SPF), también señaló —en diálogo con El País— que el sector ya está muy regulado. “En área forestal venimos creciendo aunque no mucho en superficie, porque en gran parte son replantaciones, y hay muchísimas normas y controles que han restringido las plantaciones en determinados tipos de suelos, con nuevas autorizaciones ambientales y lo que tiene que ver con las capas de conservación”. Estas últimas incluyen especies animales, florales, áreas rocosas u otras que se quiere proteger.
Según la SPF, las áreas forestales son alrededor de 1 millón de hectáreas y aún hay mucho más espacios para forestar en el país”, afirmó Basso. Donde el sector forestal y el agro-ganadero compiten entre sí es a nivel de los campos arrendados para el desarrollo de sus respectivas actividades.
Basso destacó que, dentro del sector forestal, no solo está bien posicionada la celulosa (por su alta demanda mundial), sino la madera en la industria de la construcción (tablas, contrachapados, multilaminados).
Este año, se construirán varias plantas en ese rubro, entre ellas, un aserradero de pinos del Grupo Otegui y una de plywood de Lumin en Cerro Largo. “Las expectativas son que el sector siga creciendo y tendremos que negociar con el nuevo gobierno”, concluyó.
La SPF espera que con el gobierno entrante de Yamandú Orsi las nuevas reglas sean claras, “que no se sigan haciendo cambios en las regulaciones” y “que podamos llegar a acuerdos con el Ministerio de Ambiente”, dijo Basso.
El complejo forestal tuvo exoneraciones tributarias en los inicios de la industria en el país, como incentivo, y luego se retiraron. Hoy, las únicas exoneraciones en el sector forestal son para “maderas de calidad”, que se quiere incentivar.
Hidrógeno verde y sector forestal
Wollheim destacó que “todo lo que se viene del hidrógeneo verde y sus derivados, tiene que ver con el sector forestal”.
“Se tiene que tomar conciencia que Uruguay cumple con los requisitos ambientales del Acuerdo de París, o con los bonos verdes que ha emitido. Y todo eso está apoyado firmemente en el desarrollo del sector forestal”, insistió al explicar que los combustibles sintéticos a partir de hidrógeno verde se basan en la generación de CO2 biogénico, que proviene, principalmente en Uruguay, de las plantas de celulosa, “porque —afirmó— se termina generando energía verde con la lignina que proviene de los árboles, y ese es un CO2 biogénico, es un CO2 del mundo de los renovables”.
Por eso, señala la importancia de revisar el tema del uso de las suelos con una visión global, que atraviese distintas industrias. “No existe actividad en Uruguay con el nivel de limitaciones o regulaciones que tiene la forestal. Si alguien quiere limitar más, lo que quizás quiera es prohibir, pero que se ponga arriba de la mesa el motivo y que se muestren los mitos que están en juego”, insistió.
El gerente general de Montes del Plata afirmó también que “espera que las personas se informen bien y que puedan ver el grado de responsabilidad con que se maneja el sector en el país”.
“Aquí hay que hacer una crítica, desde el propio sector forestal —y me incluyo— y es que hay falta de información. No hemos sido capaces de explicar todas las bondades del sector forestal”, afirmó.
De cara al futuro, Wollheim insistió en que el crecimiento de este sector tampoco va a significar riesgo ambiental o el desplazamiento de otras actividades. “Es difícil pensar que la forestación puede llegar al 10% del territorio uruguayo en el año 2050”, proyectó. “Desde el punto de vista arancelario también es muy beneficioso porque la celulosa es producto primario en otros países”, insistió.
Efectos del sector forestal
Las exportaciones forestales de Uruguay se multiplicaron casi por nueve en los últimos 17 años. Y las de celulosa, específicamente, casi se triplicaron en 10 años, según un estudio del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres) con base en datos del Instituto Uruguay XXI.
Las áreas forestadas en el país son de 1,1 millones de hectáreas, esto es alrededor del 7% del territorio nacional. De las plantaciones, 85% es de eucaliptos y 15% pinos.
Expertos consideran que la actividad forestal genera encadenamientos productivos de gran magnitud, lo que motiva la concreción de inversiones en el área.
La madera sólida es uno de los subsectores con mayor impacto indirecto de la economía uruguaya, y la celulosa tiene un impacto indirecto mayor al promedio nacional.
Ceres afirma que la cadena celulósica es la de mayor aporte relativo al espacio utilizado (en términos de impuestos pagados), seguida por la lechería.
Para la forestación con destino de aserradero, los altos aportes en fase industrial y transporte compensan menores aportes en fase primaria, y completa aportes elevados en el total de la cadena, agrega Ceres. Asimismo, los cultivos agrícolas (baja actividad industrial) y la ganadería (el menos intensivo) son las de menor aporte tributario por hectárea.
La forestación tiene un papel clave en la captura de CO2. El manejo forestal sostenible maximiza la captura y almacenamiento de carbono y colabora en la reducción de emisiones netas de la producción ganadera.
Hoy, la trazabilidad de emisiones en producción de alimentos es clave para acceder a mercados como el europeo, ya que han aumentado las demandas de cumplimiento de objetivos de neutralidad de carbono para 2050. Además, con el acuerdo Unión Europea-Mercosur, se pondrán en vigor exigencias más altas en ese marco.
En Uruguay, cerca de 100.000 hectáreas están inscriptas bajo certificación ambiental. Se calcula que el mercado local generará US$ 32 millones en créditos de carbono en un futuro próximo Cabe recordar que Uruguay emitió varios bonos soberanos vinculados a indicadores ambientales, una herramienta novedosa.
Según Ceres, la introducción de sistemas forestales en sistemas ganaderos colabora en el cumplimiento ambiental y podría resultar en un ahorro de hasta US$ 6,6 millones.