El abogado argentino especializado en fiscalidad internacional, estructuración y preservación del patrimonio y formación de fondos de inversión, Martín Litwak, fue entrevistado por El País sobre el Impuesto Mínimo Global a la renta empresarial y sus impactos en materia de atracción de inversiones en Uruguay, el registro de beneficiarios finales y los rasgos de “paraíso fiscal” que, a su juicio, tiene el país. Según Litwak, si bien el presidente Luis Lacalle Pou ha tenido un buen gobierno, en el que buscó la libertad individual de las personas, esto no lo trasladó a la carga impositiva de los uruguayos. “La sensación es que a los políticos les falta audacia a la hora de tomar este tipo de decisiones”, afirmó. Lo que sigue es un resumen de la entrevista.
―En este año comenzará a regir el Impuesto Mínimo Global (IMG), ¿cómo lo ve?
―Creo que con el IMG tenés varios problemas, no uno solo. El primer problema es que, obviamente, el impuesto que pagan las compañías técnicamente no lo pagan las compañías, lo pagan los consumidores. El impuesto a las ganancias corporativas, lo mismo pasa con el impuesto a la riqueza, la compañía es una especie de pasamanos, pero el esfuerzo fiscal por ese impuesto le corresponde al consumidor. Es decir, si Microsoft tiene que pagar 15% más, no lo va a pagar el dueño de Microsoft, lo va a pagar el que compra el producto de Microsoft. Entonces, ese es justamente un impuesto de los que no debería subir, no debería posiblemente de existir, o sea, en general un buen sistema tributario debería basarse en un sistema a las ganancias personales y un régimen general de impuesto a las ventas y se acabó el tema. Desde ese punto de vista no es un buen impuesto. Entonces, que suba o que haya un mínimo, no está bueno.
En segundo lugar, estos acuerdos globales están limitando la competencia de algunos países que son más eficientes, que no necesitan cobrar impuestos y lo terminan cobrando obligados, entre ellos no solamente Uruguay, puede ser Irlanda, puede ser Hungría, pueden ser los famosos “paraísos fiscales”. Muchos países que habían decidido no tener impuestos y que ahora tienen que obligatoriamente cobrarlo. Entonces, no está bueno.
En tercer lugar, es una tendencia preocupante porque la pregunta es: ¿la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) se va a detener acá con el IMG a las ganancias corporativas o va a proponer después un impuesto mínimo global a las ganancias personales, un impuesto mínimo global a la riqueza, un impuesto mínimo global a otras cosas? La respuesta es, por supuesto, que no va a parar acá, porque desde hace 30 años que nunca para, siempre quiere algo más. No está bueno, más allá de Uruguay en lo particular, es malo. Esto es malo en general para todo el mundo.
―¿Por qué es malo para Uruguay?
―Siempre que hay una presión para subir impuestos o esta especie de cartelización, en el fondo es que los países más eficientes y los países que hacen de la competencia fiscal una bandera, se ven en problemas. Uruguay siempre ha tenido herramientas, en algún caso sólo para extranjeros, en otros para extranjeros y para uruguayos, donde el tema impositivo ha sido una cosa que se trató como una oportunidad. Hacemos sociedades, en su momento con las SAFI (Sociedades Anónimas Financieras de Inversión) con un régimen tributario distinto, cuando eso no se pudo más se mantuvo igual las zonas francas, tiene un régimen especial para nuevos residentes fiscales que se expandió, se simplificó y termina siendo mejor. Uruguay es un país atractivo fiscalmente y, es como todo, si vamos a emparejar para abajo, los buenos alumnos son los que peor terminan y acá Uruguay es justamente un buen alumno en materia de impuestos.
―¿Cómo se hace cuando se quieren atraer inversiones y la forma de hacerlo es a través de beneficios fiscales?
―Creo que ahí sí hay un error de Uruguay, te diría desde el gobierno de (José) Mujica posiblemente, que es el tratar de ocultar que Uruguay efectivamente es un país que tiene muchos rasgos de “paraíso fiscal”. Es un país que le interesa atraer inversiones y gente por su competencia fiscal y que debería en principio oponerse a todas estas medidas, no votar a favor. Que después sean aprobadas y tengas que hacerlas y… paciencia, se verá, pero se entrega antes de pelear. Entonces, hay un montón de cosas, como el tratado (de intercambio de información tributaria) con Argentina, que no se tendría que haber firmado. Argentina es un incumplidor serial de tratados y justo ese es un tratado muy sensible. Que el Banco Central del Uruguay tenga información de beneficiarios finales de la manera que está organizada acá, tampoco tendría que haber pasado. Uruguay creo que ha cometido muchos errores en esto, tendría que haber tomado una posición como tiene Islas Vírgenes, que cuando llega una presión nueva, por ejemplo, al registro de beneficiarios finales, lo que dice Islas Vírgenes es: “miren, cuando esto sea estándar mundial, yo lo adoptó, antes no, no voy a hacer un conejillo de indias”, y Uruguay ha sido muchas veces el conejillo de Indias. Desconozco, en materia de este impuesto puntual, por ahí capaz que es un poco tarde y por ahí no había muchas chances, pero en muchas ocasiones Uruguay no estuvo a la altura de ponerse firme en temas que hacen la soberanía tributaria. La realidad es que hace 50 años pensar que un organismo internacional o un tercer país iban a poder opinar sobre tu régimen tributario, es una locura, y ahora es algo de todos los días y lo tomamos como algo que es correcto. No me voy a cansar de criticarlo y ser activista en contra de esto, y creo que en algún momento, como esto es un tema de rachas y de tendencias, creo que vamos a tener razón y esto no va a caminar por ese lado. Cuando doy clases trato de bajar las cosas a ejemplos terrenales. (Lionel) Messi es lo que es Messi porque también existió un (Cristiano) Ronaldo que le competía y (Roger) Federer fue lo que fue Federer por (Rafael) Nadal y por (Novak) Djokovic. La competencia es buena, ¿por qué vamos a competir en todos los aspectos menos en los impuestos? Hay que competir y los países que pueden cobrar menos tendrán las mejores inversiones y los mejores habitantes y fomentarán que otros también traten de cobrar menos para generar ese círculo virtuoso. Entonces, no le veo ninguna ventaja a la no competencia, en ningún ámbito.
―¿Cuáles son los rasgos de “paraíso fiscal” que tiene Uruguay?
―El sistema tributario uruguayo hoy es un sistema que, si bien no es puramente territorial porque hay algunos rasgos del sistema de renta global, sigue siendo un sistema donde por ejemplo, si vos tenés renta en el exterior o no pagás o pagás menos. Si tenés activos en el exterior no pagas impuesto al patrimonio, la obtención de la residencia fiscal acá por un extranjero es muy sencilla. Tenés 10 años de vacación fiscal pagando cero impuestos o pagas 7% de por vida, como segunda opción. Es un país que ha atraído siempre inversiones y personas compitiendo desde lo fiscal. Antes tenía también acciones al portador, tenía las SAFI. Eso ya hoy no existe en ningún lugar del mundo, pero tenés zonas francas también. En el fondo es eso, es como que tenés un Bahamas en el medio de Montevideo. No lo digo como crítica, me parece espectacular, por mí que se convierta en una zona franca todo el país. Hay pocos países donde yo pueda abrir una empresa y no pagar impuestos porque armo en determinado perímetro.
―Mencionó el registro de beneficiarios finales. Eso es algo que se destaca del país, en materia de transparencia, respecto de la región.
―Eso es un error y te voy a explicar por qué es un error. Hay dos temas que son importantes. En primer lugar, yo tengo derecho a mi privacidad, vos tenés derecho a tú privacidad. Cuando hay derechos en puja, la ley dice que el derecho de mayor jerarquía, mayor raigambre, prevalece. Yo tengo derecho a escuchar música, si escucho música muy muy muy fuerte y te estoy perjudicando, vos que sos mi vecino, vas con derecho a decir “que se calle este con su música” y así funciona la convivencia. Acá estamos comparando mi derecho a la privacidad, mientras no violo ninguna norma, hacer lo que quiero con mi vida y que nadie se entere; no con un derecho de otra persona, sino con un mero interés del gobierno para recaudar más plata. Estamos dejando que un mero interés, una mera practicidad del gobierno, tire por la borda un derecho constitucional. Desde el punto de vista de la lucha de derechos, es una aberración jurídica que exista.
Pero vamos a otra cosa más práctica, es algo que discutí mucho con gente que se dedica a la investigación por lavado de dinero y demás y que lo dicen ellos mismos: cuando vos usas herramientas para combatir la evasión impositiva para lavado de dinero, estás desnaturalizando la lucha contra la evasión fiscal y además estás generando una situación donde estás buscando una aguja en un pajar. En definitiva, estás complicando la lucha contra el terrorismo y la lucha contra el lavado por priorizar el tema impositivo. Con lo cual, cada objetivo tiene sus herramientas y no deberías usar las herramientas que se crearon para otro fin, para este. Pero aún más, vos podés decir “bueno, ok, vamos más profundo”, en el mundo hay una presión muy grande por tener registros de beneficiarios finales, eso es real, hay dictámenes de la Unión Europea del año 2015, hay una resolución del Congreso de Inglaterra del año 2019-2020 y demás. Por suerte, hubo una evolución donde se terminó en noviembre del 2022, en un caso que se inició contra el registro de beneficiarios finales de Hamburgo, la Corte Suprema de la Unión Europea dijo: “no, no es proporcional la herramienta con el problema, que queremos solucionar, con lo cual va a haber registros pero no de acceso a público”. ¿Hoy las tendencias cuáles son? No tener nada no existe. Un país que no tiene ningún tipo de control, no existe. Hay como dos sistemas, un registro con muchas limitaciones o un sistema de búsqueda de información. Que el Banco Central sea el que tenga esta información, no es lo adecuado porque si vos estás buscando información para evitar el lavado dinero, debería tener la autoridad que combate lavado de dinero, no la autoridad que controla el sistema financiero y debería ser muy limitada esa información. Debería tener salvaguardas adecuadas para proteger esa información de filtraciones y demás. Y todavía no hay un estándar mundial, o sea, nadie le hubiera dicho nada a Uruguay si hoy no existía eso, porque de hecho en muchos países no existe todavía.
―Se está promoviendo a nivel internacional.
―Para mí la posición debería ser: “¿están promoviendo esto? Genial, me mantengo al tanto. ¿Es obligatorio? ¿Es un estándar mundial? Lo adopto. Pero, adoptarlo primero no tiene sentido. Gente que arma compañías en Uruguay para hacer negocios totalmente lícitos, lo ve como algo negativo. “Tengo esto, en Uruguay me lo piden, en las Islas Vírgenes británicas no. Bueno, me voy a las Islas Vírgenes británicas”. Es un negocio que Uruguay pierde, es un negocio lícito, no estamos hablando de traer a nadie que haga ninguna actividad criminal.
―Y el que hace una actividad criminal tiene un testaferro.
―El que hace actividad criminal ya resolvió a quién pone como beneficiario final. ¿Vos pensás que Al Capone va a decir “yo soy Al Capone y soy dueño de todo eso”? No pasa eso.
Todo este tema de compliance me parece súper valioso para que uno conozca a sus clientes. Ahora, ¿vos pensás realmente que un terrorista o un lavador de plata no va a tener un pasaporte vigente, dos cartas de referencia bancaria, una factura con su dirección y una carta de un abogado que diga que es un tipo éticamente correcto? Por supuesto que lo tiene, con lo cual no es la forma de combatirlo.
―Con respecto a lo que es el Índice de Infiernos Fiscales, que ustedes trabajan, Uruguay está muy bien posicionado pero le faltan cosas, porque si uno lo mira a nivel regional es de “los mejores de la clase”, pero a la interna hay críticas sobre que la carga impositiva es muy alta.
―Es lo que pasa en Uruguay siempre que competís, es muy bueno pero no llegás a competir con los mejores. En materia tributaria, yo creo que Uruguay tiene un sistema mucho mejor que el resto de los países, eso es cierto. Creo que hay un error, una cosa que yo sacaría porque aparte no recauda, no tiene sentido, que es el Impuesto al Patrimonio, Un impuesto al patrimonio es un impuesto que no fomenta el ahorro, la inversión, el crecimiento, la competitividad y el empleo. Termina afectando al más pobre en definitiva, con lo cual los países desarrollados lo han eliminado, casi ningún país desarrollado tiene un impuesto al patrimonio. En Uruguay no es muy bajo, pero aplica solo a activos en Uruguay, pero tiene un mínimo no imponible bastante barato, sólo superado por Argentina en cuanto a bajeza. Ese es un impuesto claramente para eliminar. Por otro lado, si bien el IVA es un impuesto bueno, o menos malo como se suele considerar, no deja de ser cierto que Uruguay tiene el IVA más caro del mundo, prácticamente. Creo que hay espacio para bajarlo. Y otro tema para mejorar, Uruguay podría hacerlo, es tener un sistema de flat tax en cuanto a impuesto a las ganancias, es decir una sola alícuota para todo el mundo. Todos son cambios muy fáciles de implementar en Uruguay y mejoran mucho la vida. De hecho, en su momento lo hablé con gente de este gobierno. Creo que el sistema para extranjeros es súper agresivo, súper competitivo y demás, es un poco de bajarle la carga a los locales. Acá son muy caros los impuestos, son muy caros, los servicios, la vida en Uruguay es cara y me parece que es momento de empezar a bajar eso.
―¿Qué es lo que falta para tomar esas decisiones? Señalaba el sistema de flexibilidad fiscal agresivo para atraer extranjeros pero lo pesado que es para el local. ¿Falta un cambio cultural?
―Creo que Uruguay conceptualmente es un país más conservador para tomar cualquier tipo de decisiones. Eso funciona bien por ahí cuando gana un partido que no nos gusta y que tampoco viene a destruir todo, porque en general tanto izquierda como derecha son conservadores en Uruguay. Eso opera como una defensa del sistema. Pero es un tema de voluntad política. Creo que el presidente (Luis) Lacalle Pou ha tratado de hacer un gobierno muy liberal, desde las libertades individuales, en la pandemia. Él mismo lo dice, cada vez que toma una decisión trata de ver qué genera más libertad y me parece que es sumamente positivo, pero esa visión no parece haberse trasladado al tema impositivo. Eso es lo que es un poco inconsistente. En definitiva, cualquier impuesto es un ataque al derecho de propiedad de las personas, entonces tratemos de reducir los ataques a la menor cantidad de ataques posibles y lo más leve que se pueda. Creo que Uruguay tiene espacio, sobre todo porque aumentó además su población estos últimos años por todas las mudanzas. Además, la gente es de un sector adquisitivo bastante bueno, con lo cual te diría que si nos fijamos solamente en clase media alta, quizá Uruguay aumentó un 10% su población. Eso significa que, aunque esa gente esté con vacación fiscal, y por ende no está pagando ganancias por lo que está generando, fuera de Uruguay algunos generan ganancias y pagan, pero están consumiendo, están pagando IVA, están yendo a restaurantes, comprando autos. No tengo los números de Uruguay y no estoy en el Ministerio de Economía, pero mi sensación es que Uruguay hoy debe estar mucho mejor que hace cinco años para bajar impuestos.
―¿Qué respuesta tuvo desde el gobierno al hablar sobre bajar los impuestos a los uruguayos?
―La respuesta es siempre que el objetivo es el déficit cero, que no es el momento, nadie te va a decir “estoy en contra de bajar impuestos”. Por ahí hay un sector minúsculo que sí, pero en general la gente no te va a decir “estoy en contra”. Te va a decir “no es el momento”. Inclusive en Argentina, fíjate que ganó (Javier) Milei, uno podría haber pensado que ahora en un mes mandaría un proyecto de eliminar bienes personales, de bajar ganancias, y sin embargo bajaron proyectos súper novedosos para Argentina y súper agresivos en cuanto a la desregulación, pero de tributaria mutis por el foro. Nada, nada de nada. De hecho, bajaron un poco las alícuotas de bienes personales que al subir o eliminarse la brecha cambiaria termina siendo más esfuerzo fiscal, casi que es un aumento al impuesto de bienes personales en Argentina. Entonces, la sensación es que a los políticos les falta audacia a la hora de tomar este tipo de decisiones, no sé si les falta conocimiento. En el caso de Lacalle Pou, no sé su formación, no la tengo tan clara, en el caso de Milei es bastante imperdonable, él tiene que saber por la curva de Laffer -que representa la relación teórica entre los tipos impositivos y los niveles resultantes de los ingresos fiscales del gobierno-, más en un país como Argentina con 170 impuestos, con unos de los peores esfuerzos fiscales del mundo, es obvio que bajar impuestos va a subir la recaudación y aun así no se animan a tomar la medida. Además, me imagino yo que Lacalle Pou está conforme con el gobierno que hizo, hizo un buen gobierno para mí, y por ahí piensa que no es necesario hacer más, que está bien, está contento con lo que hizo, está satisfecho. Ahora, hay que pensar y esto por ahí para la gente que no sabe mucho de impuestos, porque aunque todos opinemos de impuestos o todos opinemos de fútbol, hay gente que sabe de fútbol y hay gente que no, hay gente que sabe de impuestos y hay gente que no, pero igual opinan y está bien que opinen. Pero, hay un punto que es importante, que es que uno tiene que pensar que el mejor sinónimo de la palabra impuesto es freno y así tenés que pensar cada impuesto. ¿Vos qué querés frenar? ¿Ganancias y consumo? No. No querés frenar eso. Lo que querés frenar es todo el resto de las cosas. Si vos ponés un freno al ahorro, si ponés un freno a las transacciones, el país se va al bombo. Así es como se tiene que pensar un sistema tributario. Incentivos para que la gente básicamente gane mucho dinero, gaste mucho dinero y todos seamos felices.
―¿Y que luego derrame?
―Sí, por supuesto. Mirá, el tema del derrame es un tema sobre el cual se escribió muchísimo, estoy escribiendo mi último libro y me retiro de la escritura porque ya no tengo más nada que decir y además es mucho esfuerzo. Mi último libro justamente habla sobre la riqueza, yo los tres libros que escribí hasta ahora hablan de cómo protegerla y lo que me di cuenta dando conferencias en Latinoamérica, que parece mentira, pero hay que justificar que tener riqueza es bueno para después hablar de que hay que protegerla, porque si no es como decir “¿para qué protejo algo que no es bueno?”. Hace ya tiempo largo que empecé a escribir este libro, es el libro que más me está costando porque tiene cosas más filosóficas y más históricas, no es solamente jurídico. Un poco el tema del derrame, es evidente que en el camino a ser rico vos hacés rico a otra gente. Cuanta más gente está intentando ser rica, aun cuando fracasen, un tipo que es emprendedor e intenta 10 veces y falla las 10 y muere quebrado, ese tipo 10 veces invirtió plata, contrató gente, hizo actividad comercial, o sea, en la búsqueda de riqueza genera en los demás. Cuando uno no busca riqueza y se conforma con el status quo, termina no haciendo rico a otra gente. Entonces, el derrame, por supuesto que en las clases más bajas demora más y hay formas impositivamente de generar mayor derrame, uno puede fomentar las donaciones, la beneficencia, hay un montón de cosas que uno puede hacer. Estados Unidos, por ejemplo, es de los países que más descuentos te da por donar plata a determinadas organizaciones, con lo cual terminás sacando el Estado de la intermediación en la pobreza y hay muchas cosas buenas para hacer. De cualquier manera, es mejor ese sistema que el otro, sin ninguna duda.
Por su parte, Litwak se refirió al Índice de Infiernos Tributarios que desarrollan en la Fundación 1841. En este sentido, señaló que empezó a hablar sobre “paraísos fiscales” e “infiernos tributarios” porque “la gente tenía una imagen muy errada” sobre su trabajo. “Cada vez que salía una nota en los diarios sobre un paraíso fiscal, yo decía ‘no es lo que hago, yo no me dedico a esto. Ayudo a familias a estructurarse, resuelvo problemas, nunca me tocó el timbre un narcotraficante a decirme que lo ayude a esconder la plata’. El tipo que lava guita quiere pagar impuestos, no quiere evadir impuestos, porque si no pagás impuestos, no te queda blanca”, afirmó.
En tanto, señaló que la opinión sobre los “paraísos fiscales” fue siempre “muy negativa”, pero a su entender, hay cuatro tipos de países. Por un lado, están los países con altos impuestos pero con mucha seguridad jurídica, en los que entran los países europeos, que no son “infiernos fiscales”. Por otro lado, están los países con muy bajos impuestos y con seguridad jurídica, los llamados “paraísos fiscales”, como las Islas Vírgenes e Islas Caimán o Suiza, “que tampoco son malos lugares, no hacen nada mal”. Mientras que por otra parte, están los países que son “realmente malos”. Estos son los países con bajos impuestos pero sin seguridad jurídica, que son “Estados fallidos”, en los que entran “muchos países africanos”; y finalmente los “infiernos tributarios”, que son países no dan seguridad jurídica para hacer negocios, sino que además tienen impuestos altos.
“Por eso hicimos el ranking, para darle visibilidad al problema y, como decimos siempre, no existirían ‘paraísos fiscales’ si no hubieran ‘infiernos tributarios’, el problema es el ‘infierno tributario’, no el ‘paraíso fiscal’”, concluyó.