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El director ejecutivo de Ceres, Ignacio Munyo llegó a la entrevista con El País guiado por el ánimo de hablar fundamentalmente de la baja presencia de Uruguay en los mercados internacionales y cómo revertir esto, pero aceptó referirse también al “atraso cambiario” de Uruguay, ante el planteo de que es un tema prioritario hoy para la audiencia y, según sus palabras, “gravísimo para el país”. Lo que sigue es un resumen de la entrevista que Munyo mantuvo con El País.
-Usted afirmó que algunos analistas hacen juicios erróneos con respecto a que Uruguay es caro porque el país cambió, por las ganancias de productividad, ¿piensa que hay falta de análisis en esa posición?
-Eso fue un comentario, no fue una crítica a colegas. Quiero decir que los economistas, incluyéndome a mí, tenemos formas de medir el atraso cambiario no solo con respecto a otro país, sino con respecto a los fundamentos de la economía uruguaya. Midiendo de las dos formas, en Ceres nos dio magnitudes similares. Es decir, cuando uno mide el atraso cambiario, de acuerdo a cómo está hoy el valor del tipo de cambio real con respecto al promedio histórico, que es una forma de medirlo, nos da un dólar con alrededor de 25% de atraso con el dólar (también con el resto de las monedas del mundo) y con respecto de los fundamentos de la economía uruguaya. La situación es que el valor del dólar es menor del que debería tener de acuerdo a los fundamentos de la economía uruguaya actual, que viene de la mano de la productividad. Es verdad que ha aumentado la productividad (impulsada en los últimos tiempos por el sector servicios que le vende tecnología, conocimiento y servicios profesionales a Estados Unidos como principal mercado), eso ha generado una ganancia de productividad, pero no es tan fuerte como para tener un dólar tan bajo como el que tenemos hoy.
-En su presentación del jueves pasado, se mostró escéptico de que el precio bajo del dólar podría cambiar a corto o mediano plazo, ¿cómo ve al gobierno ante esa situación?
-Que haya atraso cambiario no quiere decir que sea fácil de salir, y mucho menos, que se vaya a salir. No estoy proyectando lo que va a pasar. Simplemente estoy poniendo sobre la mesa la complejidad del asunto. Y ahí aparecen los conflictos, para empezar con toda la planificación macroeconómica que tiene el gobierno, que incluye un compromiso con que la inflación entre en el rango meta del Banco Central (BCU) de entre 3% y 6%. Según la dinámica histórica entre la inflación y el dólar, para que la inflación quede adentro del 6% a fin de año, el dólar debería estar cercano a $ 37. Por lo tanto, cualquier dólar más alto hace muy difícil cumplir con el objetivo de que la inflación entre en el rango a fin de año. Si el dólar subiera a $42, la inflación compatible con ese dólar, sería del 8%. Y ahí está el conflicto. Pero el conflicto es mucho más grande, porque tenemos la ronda salarial, y la base de toda la negociación va a ser recuperar el salario real pre-pandemia. Si nos ponemos de acuerdo en un aumento salarial nominal con una inflación del 5% o 6% para el año que viene, pero la inflación empieza a subir porque el dólar va para arriba, empiezan a tambalear los acuerdos y hasta puede pasar, como nos pasó hace poco, que se adelanten los correctivos. Y eso hace que suba también la inflación, porque aumentan los salarios y eso genera presiones en los precios hacia arriba.
-¿En 2025 empezaría a remontar el dólar, según sus proyecciones?
-Es muy lejano para saber. Pero en el corto y mediano plazo no veo cambios y no veo tampoco condiciones internas para que haya una intervención por parte del BCU de la magnitud necesaria para cambiar esto.
- El desalineamiento cambiario, ¿podría aumentar?
- Creo que podría aumentar. También creo que si sigue aumentando el desalineamiento, si sigue cayendo el dólar, podrá haber algo de intervención por parte del Banco Central, mayor a la que se ha visto, para frenar un poco la caída. Estamos ya en situaciones que realmente obligan al Banco Central a poner algo de freno en la tendencia.
-¿Qué tipo de intervención?
-Que el gobierno compre dólares en el mercado. Eso prácticamente no se ha hecho en mucho tiempo en este gobierno.
- Hay otro tema en el que Ceres está enfocado: el impacto de la Inteligencia Artificial (IA) en los puestos de trabajo en Uruguay, ¿está llegando más rápidamente de lo que se preveía?
-Replicamos la metodología de estudios de la Universidad de Princeton para calcular el impacto en puestos de trabajo que tiene la inteligencia artificial en Uruguay y encontramos que 62.000 personas que hoy están ocupando posiciones son enormemente vulnerables a la IA. O sea, esos puestos ya son sustituibles por la IA, en los sectores de servicios profesionales, información y comunicación, y enseñanza. Y a esto se le suman 380.000 puestos que corren riesgo por automatización, no por inteligencia artificial en sí, sino porque esas tareas rutinarias ya se vienen automatizando.En materia de producción industrial, Uruguay ya produce 10% más que en la pandemia con 7% menos de horas de trabajo. Sí, el impacto llegó. Acá lo que se necesita es permanentemente capacitar y capacitar y capacitar.
-Sobre el acuerdo Unión Europea (UE)-Mercosur, ¿cómo interpreta que el presidente de Brasil, Lula de Silva, afirme que hay sanciones previstas por parte de la UE en caso de incumplimiento cuando el documento en realidad no establece sanciones?
-Lula quiere el acuerdo, es hincha del Mercosur, le viene muy bien. Pero lo que él tiene que hacer para su tribuna es dar señales de que al acuerdo que firmó Jair Bolsonaro en el gobierno anterior, se le van a hacer retoques fundamentalmente en las partes en las cuales se pone en tela de juicio el rol del Estado, y ahí están las compras públicas. Ya está previsto que haya discrecionalidad en las compras públicas dentro del acuerdo, no necesariamente se va a tener automáticamente un trato igualitario con un proveedor brasileño, uruguayo o cualquiera del Mercosur, pero lo que quiere Brasil es tener más discrecionalidad para poder hacer política industrial o social con las compras de las empresas del Estado. Además, el documento adicional que el gobierno europeo presentó incluye con más detalle los compromisos ambientales, pero es cierto que no prevé sanciones explícitas; de hecho es la crítica que hacen los ambientalistas europeos. Sí prevé que haya un panel de discusión si hay incumpliendo, pero no hay sanciones explícitas. Lo que pasa es que a Lula, más bien a Itamaraty (N. de la R.: se refiere a la diplomacia brasileña), le molesta que Europa le tire así, arriba de la mesa, este side letter que Brasil siente que le quiere imponer, cuando ellos mismos son ahora los más interesados en cuidar el Amazonas y evitar la deforestación.
- Fuentes vinculadas a la UE afirman que el Mercosur, concretamente Lula, no ha hecho ninguna contrapropuesta, ni siquiera ha respondido al side letter. ¿Cómo lo analiza?
- Se debe entender que estamos en precalentamiento. El partido empieza el 1° de julio cuando formalmente Brasil asuma la presidencia del Mercosur, y España la presidencia del Consejo Europeo. Ahí se empieza a negociar formalmente. Y se está trabajando la declaración final para que aparezca el acuerdo UE-Mercosur en el marco de la Celac, pero tampoco eso va a ser definitivo. Después de ahí van a haber temas bilaterales. Y la reunión de Lula y Macron en París es clave. Estuve dos semanas con 28 reuniones sobre este tema en Alemania, España, Francia y Bélgica, y hay mucho interés real en Europa de que esto se concrete. Antes no estaba claro todavía el problema que la UE tenía con Rusia y con China. Ese problema es la razón por la cual Europa está muy interesada hoy en que esto salga. En Europa se habla permanentemente del de-risking (reducir riesgos), que la UE quiere lograr desacoplándose de China, que mostró los dientes, y claramente se está desacoplando de la dependencia de Rusia.
-El Parlamento francés emitió una declaración contraria al acuerdo UE-Mercosur hace pocos días. ¿Cómo proyecta la posición de Macron ahora, ante la resistencia del sector agrícola francés?
-Macron está complicado, estuvo muy complicado con la reforma de la seguridad social y tiene al sector agrícola arriba, pero hay que saber leer a Macron. Ha hecho un discurso muy grande en los últimos meses a favor de recuperar la independencia industrial europea y francesa. En ese discurso, entra directamente ser independientes de Rusia y de China, y se alinea así con los intereses de Alemania y Europa en relación al acuerdo UE-Mercosur.
-El presidente Luis Lacalle Pou estuvo en EE.UU. a mediados de junio y avanzó a nivel de acuerdos comerciales, ¿son casi como tener un TLC?
-Lo que se negoció es cercano al TLC pero le faltan cosas para serlo. Ahora, más allá de la reunión que tuvo con Joe Biden y del acuerdo potencial que está en el Senado, el presidente Lacalle Pou dijo que los empresarios tienen interés en Uruguay. Entonces, hay que trabajar más en eso, poner más recursos disponibles para que se concreten las inversiones, facilitar la profesionalidad de las inversiones. También habría que aprovechar al máximo al American Partnership for Global Prosperity (APEP), que es un gran paraguas que lanzó Washington el año pasado. Sería importante ya mismo aprovechar el timing y poner un equipo grande y profesional que entienda a EE.UU., tiene que ser en coordinación con EE.UU., que hablen el mismo idioma, no me refiero al inglés, sino el mismo idioma de empresa para que esas inversiones fluyan.
- ¿Lo ve viable, realista?
-Sí. A mí lo que me da miedo, o más bien preocupación, es que se den los pasos que hay que dar, que Estados Unidos siga avanzando hacia acuerdos y Uruguay tenga un nuevo gobierno que no valore, que se pierdan los avances si hay cambio de gobierno. Necesitamos estar a la altura de aprovechar esta oportunidad que es grande.
Ceres considera que ante las nuevas tecnologías que sustituirán puestos de trabajo, se requiere capacitación permanente y, además, debido a la velocidad de incorporación tecnológica, también “estar atentos y permanentemente innovando en políticas de empleo”, dijo Munyo.
Asimismo recomendó prestar atención a la dinámica social, porque “muchas personas van a estar permanentemente nerviosas”, afirmó.
“Sería un fracaso muy grande” para el Mercosur, si no concreta el acuerdo con la UE
- Si no se concreta el acuerdo UE-Mercosur este año, ¿cómo queda Uruguay?
-Si no se concreta, será un fracaso muy grande para el Mercosur, y agrego una cosa: los acuerdos que el Mercosur está negociando, con Singapur, con Corea y otros países, están atados a este acuerdo, tienen un formato parecido. Entonces si esto fracasa, también se complican otros acuerdos en carpeta.
Ahora el presidente Lacalle Pou viajará a Europa para la cumbre de la Celac en julio, y hay que aprovechar la ventaja que Uruguay tiene con respecto a sus socios del Mercosur, porque los estándares ambientales que quiere imponer la UE, ya los cumplimos o estamos muy cerca. Entonces, lo que veo es que, independientemente de que se haga el acuerdo UE-Mercosur o no, Uruguay tiene la posibilidad de mejorar su exportación a Europa, aprovechar cuotas con el tema del pacto verde. El pacto verde de Europa es independiente del acuerdo UE-Mercosur.
Eso va a estar presente y Uruguay entra ahí. Hay que posicionar más a Uruguay. En Alemania no nos conocen, en Francia es gravísimo lo poco que nos conocen, en España nos conocen menos que lo que pensamos.
- Si el acuerdo fracasa, ¿será más de lo mismo después de dos décadas de intentarlo, o piensa que algo cambiará en la interna del Mercosur?
-Pienso que va a haber un antes y un después en el Mercosur. Si fracasa, se discutirá mucho en su seno y el Mercosur podría llegar a ser más flexible, donde cada país pueda tener su propia libertad para tener otros acuerdos sin romper el Mercosur.
- ¿Está plantenado que podría haber ganacia para Uruguay aunque no se concrete el acuerdo, por la movida del tablero interno del bloque?
- Lo que digo es que si esto no sale, puede haber ganancia para Uruguay siempre que lo aproveche, tiene que jugar su rol. Lo que pase en el Mercosur va a mover bastante las estanterías. Uruguay tiene que jugar en el acercamiento a Europa y puede acelerar los tiempos del pedido del ingreso pleno a la OCDE. Insisto, hay que ir a EE.UU. y a Europa a venderse mejor.