La subsecretaria de Relaciones Exteriores Valeria Csukasi habló, en entrevista con El País, sobre los grandes objetivos de su gestión y la revisión que están realizando de nuevas oportunidades comerciales para Uruguay, con especial énfasis en los mercados del este asiático.
La Cancillería lleva adelante este trabajo también en el marco de la Comisión Interministerial para Asuntos de Comercio Exterior (Ciasex), reactivada recientemente.
Csukasi ha tenido varios hitos, como haber sido la jefa negociadora por Uruguay del acuerdo Mercosur-Unión Europea (UE) en 2019 y ha ocupado posiciones en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Ginebra.
Asimismo, entre otros cargos de peso en su carrera diplomática, fue embajadora en Malasia (concurrente en Camboya, Tailandia y Brunei), de donde deriva, en parte, la orientación que tendrá la nueva Cancillería de buscar profundizar las relaciones con los países asiáticos, más allá de China.
Lo que sigue es un resumen de la entrevista, realizada en su despacho en Cancillería.
—Usted, que fue negociadora en el acuerdo Mercosur-UE, ¿cómo ve el estatus de este acuerdo actualmente?
—Ese acuerdo se cerró en 2019 y lo que se cierra el año pasado en diciembre es una versión diferente pero no tanto de lo que ya habíamos hecho. Se va a dar todo un debate en Europa y el Consejo Europeo dirá si se puede firmar con la Comisión Europea. Una vez firmado, se lo envía a los parlamentos para aprobación. Es un proceso que, no hay que engañarnos, sigue siendo complejo. Las señales que estamos teniendo son positivas en términos generales pero que va a llevar un tiempo.
—¿Qué están haciendo mientras Europa decide?
—Con gestiones políticas de alto nivel, estamos tratando de convencer a quienes haya que convencer de las bondades de este acuerdo, intentando generar conciencia de porqué en este momento, con un mundo tal vez más alejado del libre comercio, es importante dar este tipo de señales entre Europa y Uruguay, que compartimos valores, que compartimos la defensa del multilateralismo, del libre comercio. A su vez, vamos a trabajar en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en proyectos para explicar a productores, exportadores e importadores, lo que van a tener que modificar o cómo prepararse para un cambio de regla.
—¿Están intentando convencer a Francia, o serían esfuerzos perdidos?
—Creo que en Francia la decisión política está tomada, lo que no quita que en cada oportunidad que tengamos, lo intentemos.
—¿Piensa que Francia podría lograr una minoría calificada para bloquear el acuerdo?
—Por ahora no, el ministro (de Relaciones Exteriores, Mario Lubetkin) estuvo antes de asumir en gestiones ante el gobierno italiano, que es clave para esto, y se han estado haciendo otras gestiones para trabajar justamente con otros países para que esa minoría no se dé. Sabemos que nuestros colegas del Mercosur están haciendo algo similar y también la propia Unión Europea.
—¿Qué otros objetivos comerciales o de relación internacional priorizará esta cancillería?
—Estamos haciendo un repaso de todas las negociaciones. Terminó la de la Unión Europea, pero esperamos, por ejemplo, que la negociación con EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio, que integran Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza) también se termine. Estamos casi cerca de una culminación con Emiratos Árabes Unidos. Estamos viendo todas las alternativas de negociaciones que hay sobre la mesa y empezando a plantear cuáles son la que Uruguay entiende que deberían reabrirse o iniciarse desde el ámbito Mercosur. Eso tampoco significa que no estemos mirando otras alternativas de acuerdos de determinado contenido individualmente de Uruguay con ciertos países.
—¿Cuando dice “individualmente”, se refiere por afuera del Mercosur?
—Existen mecanismos. Los acuerdos marco del Mercosur cobijan acuerdos bilaterales posteriores. Es decir, los cuatro países del Mercosur negociamos un acuerdo marco con un determinado socio comercial y después cada uno de nosotros va avanzando a su ritmo y como quiera hacerlo. Esas herramientas existen y se han utilizado en el pasado. Es lo que permitió el acuerdo de libre comercio entre Uruguay y México. Entonces, estamos viendo qué tipo de herramientas podemos usar. Por eso, ninguna posibilidad está fuera de la mesa, ninguna alternativa se descarta, lo que estamos es tratando de priorizar cuáles son las que tendrían mejores resultados para el sector productivo y exportador de Uruguay.
—Los mercados asiáticos, específicamente del sudeste asiático, ¿están en la prioridad de Cancillería?
—Prioridad absoluta. En los mercados asiáticos —más allá del elemento evidente de que el mayor crecimiento de consumo en el mundo está sucediendo hoy en Asia—, Uruguay tiene “un debe”. Uruguay ha apostado enormemente a la relación con China, tenemos un gran socio comercial allí, pero el sudeste asiático no lo hemos logrado desarrollar de la misma manera. Tenemos menor representación diplomática en esos países, menos acuerdos que nos den un marco para relacionarnos, menos visitas presidenciales, ministeriales y técnicas, menos conocimiento de las culturas de esos países. Entonces, a lo que estamos apostando es a tomar al Asia Pacífico como una prioridad en la inserción económico-comercial de Uruguay. Queremos, a través de herramientas, que mejore la productividad y las exportaciones uruguayas.

—¿Cómo lo van a hacer?
—Hay diversas alternativas, apertura de los mercados, trabajar en temas sanitarios, de promoción comercial, de visitas de alto nivel a esos países y puede haber, por qué no, elementos que tengan más que ver con apertura de representaciones diplomáticas allí.
—¿Van a abrir nuevas embajadas en el este asiático?
—Es una de las posibilidades que estamos manejando, sabiendo que es obviamente una inversión en épocas en que los recursos financieros están demandados de muchos ministerios y áreas. Pero creemos firmemente, en conversación con el sector privado, que eso sería una forma de mejorar claramente la inserción de Uruguay en mercados que están muy lejos, difíciles para manejar desde otros lugares.
—Usted fue embajadora en Malasia, ¿qué se ha logrado allí y qué se podría lograr?
—Malasia es un gran ejemplo. Llegué a Malasia con el mercado de la carne que se había cerrado hacía unos cuantos años y, a través de esfuerzos muy grandes con el sector privado importador allí, se logró generar sinergias con el sector exportador uruguayo que permitieron su apertura. También se mantuvo abierto el mercado para los lácteos uruguayos que estaba casi llegando al final de su habilitación. Por más que es un mercado musulmán y, por lo tanto, uno pensaría que la posibilidad de vender vinos no es tal, ha crecido la presencia de vinos uruguayos en Malasia para una parte de la población, sobre todo la china que consume vinos, o para turistas. Estamos vendiendo muchísima madera para construcción, es el ítem número uno de la exportación de Uruguay a Malasia. Estamos pensando en más exportaciones de madera con la que hacen muebles, y en inversiones de Malasia para la producción de muebles en Uruguay.
—Una de las mayores barreras es la distancia de esos mercados, ¿cómo superarla?
—Sí, pero yo pondría las barreras más en términos de desconocimiento mutuo que en la distancia, porque para comerciar con China la distancia no es un problema. China es el socio comercial número uno de Uruguay y ahí nadie se plantea la distancia. Esa barrera la supimos derribar con un plan de inserción muy concreto, con visitas, con una cercanía de nuestras autoridades y de las autoridades chinas que van y vienen, de las empresas que se mueven. Eso mismo lo tenemos que hacer con el resto del sudeste asiático. Un barco que lleva carne, lácteos, lo que se nos ocurra para ese lado del mundo, no tiene mayor diferencia de distancia para ir a Indonesia, Malasia, Filipinas o Tailandia.
—Pero la distancia encarece mucho el transporte.
—Si el comercio con China existe y en los volúmenes que existe, es porque, si bien el transporte encarece, sigue teniendo a los productos uruguayos redituables. Malasia es un país que tiene arancel cero para prácticamente toda la lista de productos que Uruguay exporta, salvo para el alcohol.
—Hace unas semanas se aprobó la certificación Halal en Indonesia, ¿qué tanto facilita el acceso a ese mercado?
—Sí, en Indonesia, y antes en Malasia. Lo que se aprueba es el reconocimiento de que los certificados que emite el Centro Islámico de Uruguay son válidos en ese mercado. Es como un primer paso hacia la habilitación para entrar. Estas certificaciones o estándares son fundamentales para el mundo árabe musulmán. Uruguay ya le vende a todo el Golfo, a Arabia Saudita, a Egipto, le vende a un montón de mercados con certificación halal. Lo que nos estaba faltando es Malasia, que lo resolvimos hace un año y medio. Indonesia, va en vías de ser resuelto. Y con eso, increíblemente, completaríamos el reconocimiento de los certificados halal de los productos uruguayos.
—¿Eso puede ser un antes y un después en esos mercados?
—Va a serlo, sin duda.

—¿Cómo está Uruguay respecto al mercado de Emiratos Árabes Unidos (EAU) que mencionó hace un rato?
—Viene muy bien. Tenemos la posibilidad de cerrar el acuerdo Mercosur-EAU, esperamos que este año. Allí tenemos una embajada y una relación comercial fluida. Los del Golfo son mercados en los que se está trabajando desde hace mucho tiempo y con muy buenos resultados.
—¿Y Arabia Saudita?
—Ese es un mercado inmenso, enormemente importante, lo tenemos en el radar y hay un trabajo de la embajada que viene muy intenso en la promoción de los productos uruguayos que queremos seguir.
"El sector privado quiere el Mercosur"
—El gobierno anterior defendió mucho la idea de flexibilizar el Mercosur, ¿eso marca una diferencia con la administración actual?
—Todos los gobiernos anteriores, en los últimos 20 años, están llenos de iniciativas para flexibilizar el Mercosur, no hay gobierno que no lo haya intentado.
—Pero el expresidente Luis Lacalle Pou lo tomó, en su momento, quizás más como bandera.
—Sí, sí, puede ser…
— En cambio, ustedes están hablando no tanto de flexibilización sino de la unidad del Mercosur, lo que está más alineado con el discurso y posición del presidente brasileño Lula, ¿es así?
—No, no va por ahí, tiene que ver mucho también con lo que escuchamos del propio sector privado uruguayo. El Mercosur sigue siendo hoy un mercado esencial para industrias uruguayas que no tienen alternativas si no le venden a Brasil y a Argentina. Esas industrias dejarían de existir si no fuera por el Mercosur, hablamos de químicos, plásticos, la propia industria láctea hoy dependen enormemente del mercado brasileño. No solamente la industria pura y dura, sino la agroindustria.
No es que el sector privado nos esté diciendo si la opción es entre el Mercosur y otra negociación, no, acá no está viniendo ese planteo, pero hay un pedido de cuidar también al Mercosur.
Para nosotros, hay dos avenidas paralelas que en muchos casos se cruzan, una es la del mejoramiento de la dinámica comercial del Mercosur, que es una apuesta que nos reclama el sector privado, y la otra es el Mercosur como trampolín para negociar con terceros países.
El gran debe de África
—¿Las nuevas prioridades de esta Cancillería estarán más que todo en Asia, entonces?
—Sí, lo que no significa que le quitemos los ojos al resto del mundo. Unión Europea tendrá su elemento con el acuerdo Mercosur-UE. Y el resto de América Latina para nosotros sigue siendo un destino interesante para algunos productos, como el arroz. Vamos a seguir trabajando con Norteamérica. Y tenemos el "gran debe" de África, que en algún momento vamos a tener que encarar.